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La narrativa de Milei: de Trump a Sarmiento y Roca

La narrativa de Milei: de Trump a Sarmiento y Roca

La llamada "narrativa" es una parte esencial de cualquier proyecto político y Milei comenzó a esbozarla en su discurso del 10 de diciembre y la explicitó más en la presentación de su ley ómnibus, que fue acompañada de citas de Juan Bautista Alberdi. Cabe señalar que Mauricio Macri nunca intentó tenerla.

En el caso del primero, parece una versión local del eslogan de Trump de "Hacer América grande otra vez". Hay también referencias a Sarmiento y Roca. Es decir, de la Organización Nacional a la Generación del 80.

Pero más de una vez ha recurrido al término "cien años". Esto implica que la Argentina a reconstruir sería la anterior a 1923. Detrás de esta idea subyace una crítica respecto al radicalismo. Esta fuerza política tuvo un proceso de gestación evolutivo que a lo largo de un cuarto de siglo, de la Revolución del 90 hasta que Hipólito Yrigoyen gana por primera vez, se forjó con enfrentamientos por su liderazgo político y las diferencias estratégicas para obtener la transparencia electoral.

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De 1916 a 1930 ejerció el poder a través de tres presidentes: Yrigoyen, Alvear y nuevamente Yrigoyen, cuyo segundo periodo se interrumpió a los dos años por el primer golpe militar exitoso. Más de una vez, la narrativa de Milei ha ubicado al radicalismo como una expresión populista previa al peronismo y antagónica al predominio liberal-conservador que tuvo lugar hasta 1916.

La paradoja es que hace cien años gobernaba Marcelo T. De Alvear. Era un político moderado en el ejercicio del poder y pluralista en lo político, pero firme en sus decisiones. Su periodo de gobierno fue de 1922 a 1928. Desarrolló una política exterior de apertura hacia el mundo diferente a la de su predecesor y mentor, Hipólito Yrigoyen. En lo económico, los años veinte fueron florecientes para la Argentina, como sucedió también en la mayor parte de Occidente.

Alvear nombró un gabinete de destacadas personalidades, a las cuales otorgó mucha autonomía en materia de decisiones. No tenía celos de los ministros inteligentes. En realidad, Alvear y sus políticas tuvieron mucha coincidencia con el liberalismo conservador que gobernó la Argentina hasta 1916.

Esta particularidad que es la presidencia de Alvear dentro del radicalismo, no pareció ser tenida en cuenta por el presidente en su narrativa.

El peronismo tuvo una gestación política diferente a la del radicalismo. Fue disruptiva y sorprendente, y en dos años y medio, el entonces coronel Juan D. Perón pasó de ser Secretario de Trabajo y Previsión Social, a ser electo presidente de la Nación.

Algo similar ha sucedido ahora con Milei, a quien le llevó dos años y medio la gestación de su movimiento político, entre el inicio de su campaña electoral para ser electo diputado nacional en 2021 y su llegada a la Casa Rosada en 2023.

Pero el peronismo es para Milei los setenta y siete años de fracasos recurrentes desde entonces, aunque esta fuerza política gobernó poco más de la mitad de este período. Es así como la narrativa histórica de Milei parece englobar al radicalismo y al peronismo como el predominio del populismo predominante desde 1916 hasta acá.

Se trata de una interpretación lineal que no otorga prioridad a la presidencia de Justo ni a la de Frondizi -que junto con el de Alvear fueron períodos interesantes-, pero está planteada como un argumento concurrente para cuestionar a la llamada "casta política" que ha gobernado durante más de un siglo.

En cuanto a su reivindicación de la figura de Roca, coincide en ello con otros tres presidentes constitucionales: Justo, Frondizi y Menem. En el caso del primero, la reivindicación derivaba de una situación política fáctica: el vicepresidente era el Dr. Julio A. Roca, hijo del general.

En este periodo se inauguró también el monumento a Roca en la Ciudad de Buenos Aires.

En cuanto a Frondizi, daba prioridad a la visión roquista en los temas de desarrollo e integración nacional, a los cuales decía continuar. Menem, por su parte, también lo reivindicaba, destacando su rol como líder político y su mirada hacia el interior, así como también el éxito económico en sus dos periodos.

Los cinco gobiernos de facto que tuvieron lugar en el medio siglo que va de 1930 y 1983, no tienen un capítulo aparte en la narrativa del actual oficialismo, aunque la mayoría de ellos en lo económico fueron intentos frustrados de restauración liberal-conservadora. Pero la narrativa del actual presidente no ha entrado en estas diferencias, matices y detalles.

Planteado en estos términos, el nuevo presidente define a la Argentina del radicalismo y el peronismo como la que ha fracasado, y a la liberal-conservadora de la Generación del 80 como a la que hay que retornar. Quizás no sea un enfoque tan erróneo.

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