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Rodrigo Caballero: Transformando los propósitos en una visión de largo plazo

Rodrigo Caballero: Transformando los propósitos en una visión de largo plazo

Además de la rosca de reyes, enero nos suele emocionar porque es un comienzo, una nueva oportunidad, es en enero donde reflexionamos y ponemos en marcha nuestros propósitos. Así mismo, somos conscientes de que muchos de estos esfuerzos suelen quedarse estancados en las primeras dos semanas y no llegan a cumplirse los objetivos deseados. Entonces, ¿cómo podríamos evitar fracasar nuevamente y conseguir materializar lo que nos proponemos?

La planeación personal es un tema que suele dejarse de lado, tendemos a prestarle mucha atención a la planeación empresarial pero personalmente olvidamos hacer esta tarea. Realmente necesitamos tener momentos de reflexión como si estos fueran una junta de planeación estratégica en nuestra cabeza para orientar nuestro camino. Tendemos a sobreestimar nuestra capacidad cerebral y creemos que encontraremos por arte de magia el camino. Pero, ¿qué camino seguir si no hemos trazado ninguno?

Por esa razón, más que ver nuestra vida como propósitos anuales, debemos verla como una planeación estratégica de largo plazo, eso será más eficiente e incluso motivante para nuestro espíritu.

Para ello, debemos empezar imaginando una meta ambiciosa de lo que algún día te gustaría llegar a alcanzar. Esta meta tiene que ser demasiado grande, algo que te tomará la vida entera alcanzarlo, por ejemplo: “llegar a estar en el ranking top 20 de investigadores” o “ser un fotógrafo profesional de talla internacional”.

Para diseñar esta visión de largo plazo, uno de los principales problemas es el no querer soltar; lo bonito de planear es que uno puede volver algo que empezó en su imaginación en una realidad. El problema es que en la imaginación todo se puede y queremos hacerlo todo al mismo tiempo. Es por ello que tenemos que elegir qué haremos y qué dejaremos ir, porque puedes hacer cualquier cosa que te propongas, pero no puedes hacerlas todas simultáneamente.

Así que el primer punto es elegir puntualmente a qué objetivos nos comprometeremos. A través de una visión ambiciosa, debemos evitar múltiples visiones porque nos podrían paralizar.

Teniendo la visión clara, será más fácil identificar los objetivos. Estos deben estar en distintos periodos y siempre conectados a la visión de largo plazo. En lo personal, me gusta plantearme objetivos a 5 años, 1 año, 6 meses, 1 mes, 1 semana, e incluso 1 día.

Lo lindo de esto es que, si te decides a hacer este ejercicio en lugar de solo pensar en propósitos anuales, estarás creando una estrategia personal y no serán esfuerzos aleatorios.

También es crucial ir incorporando a nuestra planeación estratégica la cantidad de dinero que necesitaremos para poder llevar a cabo cada uno de nuestros objetivos, de otra manera será imposible llevarlos a cabo.

Esta planeación estratégica personal podemos ejemplificarla con la analogía de un viaje usando un GPS. Suponiendo que vivimos en la CDMX y queremos viajar a Monterrey de vacaciones. Para ello, lo primero que tienes que hacer es visualizar el destino, que en este caso será Monterrey, y escribirlo en tu GPS, esto representa tu visión de largo plazo. En ese punto ya sabes el destino, pero aún no sabes cómo llegar a él. Gracias a la tecnología el camino se te desplegará cuando des clic al botón de “empezar ruta” y podrás incursionar tu viaje. Esta ruta son los objetivos a 5 años, 1 año, 6 meses, 1 mes, 1 semana, 1 día. Y finalmente la gasolina que ocuparás para recorrer todo el trayecto representaría el dinero que ocupas para poder alcanzar cada objetivo establecido para así lograr tu visión de largo plazo.

Debes recordar que los planes se tienen que ir ajustando constantemente, la vida está llena de sorpresas y muchas veces tenemos que tomar rutas alternas. Pero no debes de frustrarte por ello, disfruta siempre el camino, realmente eso es lo importante. Te invito a que seas resiliente a las adversidades, te mantengas consistente y te prometo que con estas dos habilidades nada te detendrá.

Gran parte de este artículo fue inspirado en el libro “The one thing” de Gary W. Keller y Jay Papasan.

El autor es profesor investigador del Departamento de Contabilidad y Finanzas del Tecnológico de Monterrey.

Contacto: rodrigocaballero@tec.mx

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