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Después de... dos deportes: Carlota Castrejana, una vida de salto en salto

Abc.es 

Carlota Castrejana , nacida en Logroño hace 50 años, 188 centímetros de altura, atiende a ABC desde Atlanta, donde reside desde el año pasado con su marido, el baloncestista Bucero , su pareja desde los 17 años. La riojana recuerda sus inicios, su sed por el ejercicio físico, su imperiosa necesidad de hacer deporte, desde muy niña. «Yo no fui el típico caso de una deportista a la que detectan en el colegio por un gran talento físico. Fue exactamente al revés, yo era una niña que disfrutaba corriendo, saltando a tocar el techo, eso salía de mi, un día descubrí que, de todas las actividades que hacía, las deportivas eran las que me llenaban de verdad. En mi colegio de Logroño (Compañía de María) yo iba corriendo a todas partes. ¿Para qué iba a andar?. Mi abuela y mis tías me decían 'Carlota, eres una señorita, no vayas corriendo por ahí, con falda!». El baloncesto fue su primer deporte. «Siempre era la más alta de la clase y empecé en el baloncesto, a los 11 años». Su talento era tal que, a los 14 años ya fue preseleccionada para la selección preolímpica. «Aquello fue muy bonito porque me tenían que enviar una carta de la Federación para confirmármelo. Y yo todos los días salía del colegio y me iba corriendo hasta el buzón de mi casa a ver si había llegado, durante muchos días. Yo ya entendía que aquella carta era una pasarela hacia otra vida. Y un día llegó.» Su primera participación olímpica (y la única en baloncesto) llegó en Barcelona'92, donde España se clasificó en quinta posición. «Yo creo que debimos alcanzar el podio. Nos ganó China por tres puntos y no pudo ser. Pero lo mejor de Barcelona fue la experiencia, el impresionante desfile inaugural, hacer cola en el comedor junto a Drazen Petrovic. Aquello fue un salto increíble para mi«. El cambio de deporte lo propició ella misma. «Yo era una jugadora muy fuerte, muy rápida, con mucha capacidad de salto, más física que técnica. Y aquello fue un proceso totalmente interno, seguí mi impulso, quise experimentar la vida de un atleta. Lombao era nuestro preparador físico y nos había inculcado mucho el atletismo. Hasta nos cambió la forma de vestir, con las mallas y todo aquello. Recuerdo que íbamos a correr por la mañana a la Casa de Campo en Madrid. Todas las jugadoras lo odiaban y yo disfrutaba muchísimo». Se inició en el salto de altura. En un año y medio ya batió el récord de España con 1,89. «Me enamoré del salto de altura . Lo disfruté mucho pero me decepcionó quedarme fuera de los Juegos de Atlanta. Hice la 'mínima B' pero me pidieron saltar 1,90. No lo conseguí y no fui. Fueron muy duros«. Ese centímetro rompió a Carlota. «Fue mi primer fracaso. Y me quedé sin motivación, me frustré. Enseguida me di cuenta de que tenía que hacer algo. Y decidí cambiarme al triple salto «. Su nueva especialidad la llevaría a competir en tres Juegos Olímpicos más: Sidney, Atenas y Pekín. Recuerda especialmente una conversación con el lanzador Manolo Martínez, a las dos de la mañana, justo después de haber quedado eliminada en 2004, fuera de la final olímpica. Carlota lloraba. Martínez le dijo: »Todo tiene su tiempo, Carlota. Llegará«. Y llegó. Tres años después Castrejana se proclamaba campeona de Europa con los 14,64 que le llevaron al oro en Birmingham. «Ahí yo tenía ya 33 años y empezaba a ir a mi alrededor los típicos comentarios de 'ésta ya es mayor' y todo eso, jaja. Tenía inseguridades, eso es verdad. Casi me quedo fuera de la final pero después de eso, pensé que iba a ganar el oro. Lo sentí, lo sabía. Jamás me había pasado». Un año después, en Pekín 2008, ponía punto y final a su carrera deportiva. «Fue triste», concluye. Estudió Derecho En paralelo a su vida como atleta, en los años noventa, la riojana estudió Derecho. «Iba poco a clase. Algunos profesores ayudaban, otros te decían que te buscaras la vida. Estudiaba cuando podía, en los aviones, donde fuera». Después del atletismo, la vida de la campeona de Europa ha girado en torno a la abogacía y la gestión deportiva. Trabajó en el bufete Gómez-Acebo, en diferentes casos que se llevaron al TAS, como el de las jugadoras españolas de hockey femenino en los Juegos de Pekín. «Ese fue un caso muy intenso, nos llevó mucho trabajo», recuerda. Noticias Relacionadas reportaje Si Después de... la Fórmula 1: Luis Pérez Sala, de piloto a embajador del lujo Sergi Font reportaje Si Después del... snowboard: Regino Hernández, de la medalla olímpica a la nada Miguel Ángel Barbero El 2009 fue nombrada Directora de Deportes de Madrid, bajo la presidencia de Esperanza Aguirre. «Gestionar el deporte fue maravilloso. Disfruté mucho porque hubo grandes eventos en Madrid. Te sentías útil para los deportistas». El suyo era un perfil poco político. «Algo de olfato político hay que tener en esos cargos, pero yo me mantuve mucho en mi posición de gestora, en el deporte. Nunca estuve en el PP. Lo que se buscaba era un perfil deportivo». Otra gran atleta, Ruth Beitia, tuvo un paso fugaz por la política. «Sí. Ella sintió que podía hacer mucho por Cantabria pero como no fue como ella pensaba y como es extremadamente inteligente, pues volvió a girar su vida hacia otro sitio. La apoyé cuando entró y la apoyé cuando salió». En 2014 pasa a ser asesora de Miguel Cardenal, secretario de Estado para el Deporte. «Fue muy interesante porque pude combinar la parte deportiva con la jurídica». Años después Raúl Chapado la llama para trabajar en la Federación de atletismo «y no lo dudé, había que transformar la Federación después de 28 años. Iba a ser un reto difícil, de muchos cambios, digitalización, 'compliance', igualdad. Fue muy intenso y volver a tu deporte para cambiar cosas es muy bonito». A los cuatro años un día le dijo a Chapado, de triplista a triplista, que necesitaba un cambio de ciclo, que se iba. «Tocaba un final de etapa, lo noté. Fue una decisión mía y Raúl lo entendió perfectamente». Actualmente, Carlota es consejera en el Women's Sports Institute (una organización más centrada en el negocio del deporte, la comunicación y la mujer) donde colabora desde los Estados Unidos. «Con el tiempo me he dado cuenta de que la vida está compuesta de ciclos, hay que saber cuándo salir de uno para entrar en el siguiente. Y ahora me encantaría conocer también la organización deportiva en las universidades americanas. Aquí, cuando son las finales universitarias, el país se para». MÁS INFORMACIÓN noticia Si Después del... baloncesto: Nino Buscató, entre la canasta y la panadería noticia Si Después del... fútbol: Marianín, de pichichi a trabajar en un taller noticia Si Alberto Berasategui: el drive más raro se pasó al pádel noticia Si Después de… la natación, María Peláez: «De repente sentía que una sombra me venía y me adelantaba; no quise psicólogo» Deporte y mujer. Le pregunto a Carlota por el 'caso Rubiales', su opinión. «Si ha servido para algo, lo que ha hecho es mostrar el inmenso potencial que tiene el fútbol femenino. Estas mujeres han ganado el Mundial contra todo pronóstico y han utilizado una situación tan grotesca, tan nefasta, para impulsar lo que querían hacer desde hace muchos años: poner el fútbol femenino en el lugar que merece. Ahora son las futbolistas las que lideran el fútbol femenino. Y eso pasa muy pocas veces».

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