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Alicante, una provincia con 2.000 chabolas

Asentamientos precarios, sin luz ni agua ni futuro, nada fluye con velocidad excepto la propagación de enfermedades que a cientos de metros resultan erradicadas. En 1974 Alicante es una postal de bikinis en el Postiguet, pero también 2.000 chabolas privadas de todo. La provincia, portada de informativos nacionales y destino preferido por los europeos pudientes, comenzaba a convertirse peligrosamente en dual. Tras una minuciosa labor la Comisión de Urbanismo exponía que la ciudad de Alicante todavía tenía 122 chabolas y cuevas habitadas, en condiciones, como imaginarán casi indescriptibles. La palma se la llevaba Elche, con 617, y Crevillent, con 641. Romera Ramos, ministro de Vivienda, manifestaba a este periódico en enero de 1974, mientras comenzaban varios derribos de estas edificaciones, que buscaban medios para erradicar definitivamente esta realidad. INFORMACIÓN también entrevistaba a una de las personas que perdían su hogar en el barranco de Elche para ir a vivir a un piso social. «Ramalazo de nostalgia, pero optimismo», titulaba uno de los periodistas. Esta ola de reformismo urbanístico Alicante ya la había comenzado con el derribo de las Casitas de Papel, pero a la vista está que fue una labor inconclusa y que durante las décadas siguientes seguiría llenando páginas: Montoto, Parque Ansaldo, Cementerio, Juan XXIII…

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