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La muerte viaja en carretera: 2023 cerró con 517 fallecidos, la cifra más alta en 30 años

Por primera vez en 30 años, el país superó los 500 fallecidos en carreteras y rebasó al 2022, considerado hasta entonces el año más fatídico, con 484 fatalidades.

Cada 17 horas murió una persona en accidentes de tránsito en el 2023. En total, hubo 517 víctimas in situ, la cifra más alta desde que se tienen registros, en 1994.

Por primera vez en 30 años, el país superó los 500 fallecidos en carreteras y rebasó al 2022, considerado hasta entonces el año más fatídico, con 484 fatalidades.

Prácticamente la mitad de las víctimas son motociclistas, muchos de ellos población joven e inexperta, que compra una moto por su bajo precio y la facilidad para desplazarse al trabajo o a su centro de estudio. Sin embargo, también hubo peatones, ciclistas, niños y ocupantes de vehículos entre los fallecidos.

La desgarradora cifra incluso es incompleta, pues la Policía de Tránsito solo lleva el registro de quienes mueren en el sitio del accidente, pero la estadística podría duplicarse si se consideran los pacientes que mueren en ambulancias o en los centros médicos.

Según un comunicado de prensa divulgado por el Ministerio de Obras Públicas y Transportes, diciembre fue el mes más mortífero, con 69 fatalidades, el 13,3% del total de víctimas de todo el año. “Representa el mes más fatal desde 1994, fecha desde la que se tienen registros mensuales. Anteriormente, octubre del 2016 y enero del 2022 ocupaban el primer lugar como los meses más mortales, con 56 decesos”, agrega el despacho.

Noviembre, por el contrario, registró la cifra más baja, con 33 decesos.

Martín Sánchez Agüero, subdirector de la Policía de Tránsito, considera que los números de diciembre son el reflejo de un aumento las conductas irresponsables en carretera, producto de las fiestas de Navidad y fin de año, cuando hay excesos en el consumo de alcohol, por ejemplo.

En mayo, un grave accidente ocurrido frente a la iglesia católica de San Antonio, en Coronado, cobró la vida del conductor de este vehículo.

Velocidad, la principal causa de muerte

Al igual que en el 2022, el exceso de velocidad aparece como la principal causa de muerte en carretera, con 222 decesos, el 39% del total. Por ejemplo, el 31 de diciembre, en un control de carretera en la ruta 32, a su paso por Venecia de Carandí, en Matina, la Policía detuvo a un sujeto que conducía a 153 km/h. “Hubo que presentarlo a la Fiscalía porque ya eso es conducción temeraria”, explicó en aquel momento Francisco Méndez, director regional de Tránsito en la Zona Atlántica.

Justo en ese sitio, un día antes, murió atropellada Griselda Martínez Sánchez, de 46 años. Ella intentó cruzar la vía de cuatro carriles, cuando la embistió un pick-up Ram. A pocos metros hay un puente peatonal que lleva meses inconcluso, pues carece de barandas de seguridad.

La segunda causa de muerte fue la invasión de carril, que contabilizó 109 decesos, el 21% del total y en tercer lugar la imprudencia del peatón con 62 muertes (12%) y, de cuarto, el alcohol al volante con 31 fallecimientos (6% del total).

Los motociclistas, víctimas constantes

En esta seguidilla de estadísticas hay números que tristemente se repiten y en ellos figuran los motociclistas. Por décimo año consecutivo, la moto es el vehículo más mortífero. El 2023 cerró con 253 personas que perdieron la vida en carretera mientras viajaban en motocicleta. Esta cifra representa el 49% de las víctimas en las calles.

De ese gran total, 32 motociclistas murieron en diciembre, prácticamente uno por día.

En la mortalidad en esta población se combinan la inexperiencia, imprudencias, falta de implementos de seguridad y mal estado de las vías. Muchas veces las víctimas carecen de licencia de conducir para ese tipo de vehículo o circulan sin casco o chaleco retroreflectivo para que otros usuarios de la vía los vean.

“Aunque parece que sobra la recomendación, por obvia, las autoridades recuerdan que es vital trasladarse en motocicleta siempre con el casco y bien sujeto, ya que estudios internacionales coinciden en que protege hasta en un 65% de lesiones graves en la cabeza, tras un percance”, agrega el MOPT.

La Nación intentó conversar sobre las estadísticas con el director de la Policía de carreteras, Oswaldo Miranda; sin embargo, no atendió las llamadas realizadas a su teléfono celular.

En el comunicado, el MOPT hizo un llamado a la prudencia, la autocrítica y la capacidad de comprender que nadie es inmune a una fatalidad. “El llamado se hace con base en los datos recientes y que enero suele ser un mes también de mucha actividad social, al estar los niños y adolescentes de vacaciones, se está en temporada seca, propicia para salir de paseo, se vienen las fiestas de Palmares, Alajuelita, Santa Cruz y Carrizal, solo por citar algunos casos”.

Una policía que trabaja con las uñas

Toda esta realidad ocurre en momentos en los que la Policía de Tránsito está diezmada. En cuestión de 10 años su población cayó un 30% al pasar de 1.043 oficiales que tenía en el 2014, a poco menos de 700 el año pasado.

Si se excluye de la planilla a los policías que están en labores administrativas, el país cuenta con apenas 126 oficiales, por cada turno de ocho horas, para cubrir los 32.075 kilómetros de las carreteras de Costa Rica, el equivalente a 255 kilómetros por cada agente.

En el 2013, cuando había 900 policías en servicio, el MOPT estimó que se necesitaban 1.200 plazas más. Tránsito asegura que están haciendo los cálculos de la nueva realidad.

Además, un reciente reportaje de La Nación reveló que estos oficiales trabajan en condiciones miserables. Delegaciones plagadas de cucarachas y en mal estado, vehículos varados, llantas tan gastadas que parecen hilachas y agentes que, a falta de uniforme completo, trabajan en tenis.

Para la fecha de publicación, a mediados del mes pasado, Miranda reconoció que tienen cantidades reducidas de uniformes y que están atendiendo necesidades específicas en cuanto a daños o carencias en delegaciones.

Policía de Tránsito se redujo en un 30% en la última década

Policías de Tránsito trabajan en condiciones miserables: en tenis, con vehículos dañados y delegaciones precarias

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