Nodrizas modernas: mujeres que alimentan a bebés ajenos de forma altruista
Andrea tiene una bebé de cinco meses y una altísima producción de leche. La niña toma cada poco tiempo, coge peso mes a mes y aun así ella sigue teniendo excedente. “En unos minutos de sacaleches consigo llenar un biberón de los grandes, es una pasada”, asegura. Está haciendo un banco propio de leche congelada para cuando se reincorpore al trabajo, también dona al banco público del hospital de su ciudad y aun así le sigue sobrando. Un día, paseando con su bebé, se cruzó con otra madre que tuvo gemelos casi al mismo tiempo que ella. Los niños nacieron antes de su fecha y la madre estaba desesperada porque no conseguía amamantarlos. “En ese momento, sin pensarlo mucho, le ofrecí donarle yo de la mía, porque es una pena tirarla. Nos informamos sobre las medidas de higiene, pregunté a mi matrona y a una enfermera de neonatos, que me explicaron de manera extraoficial cómo hacerlo y me dijeron que es una buena manera hacerlo entre particulares, aunque ellas como institución no puedan recomendarlo abiertamente”, explica Andrea.
Oficialmente, las donaciones de leche materna se canalizan a través de bancos públicos gestionados por los hospitales, pero hay mujeres que lo hacen de manera extraoficial, como un intercambio desinteresado entre particulares. Regalan su excedente de leche a amigas, hermanas o vecinas e incluso amamantan directamente a otros bebés de manera altruista.
La práctica genera división de opiniones en el personal sanitario: hay quien no lo recomienda por los posibles riesgos de transmisión de infecciones y hay quien aprueba que se haga así siempre que se tengan en cuenta una serie de recomendaciones de seguridad e higiene. Todas coinciden en que lo idóneo es canalizar estas donaciones a través de los bancos de leche, que siguen todos los protocolos necesarios para evitar riesgos, pero muchas ven con buenos ojos los intercambios privados en los que se toman medidas.
Alba Padró, asesora de lactancia y fundadora de LactApp, reconoce que ser nodriza en la actualidad sigue siendo un tema del que apenas se habla en público. Por sus asesorías han pasado ya varias madres que lo son, y aunque les ha pedido que aporten sus testimonios, ellas prefieren no hablar “para no someterse a un debate público”, según Padró. La propia asesora reconoce que es un tema complejo y que hay que tomar precauciones. “La principal es la seguridad: conocer a la donante, hacer analíticas si es necesario y tener en cuenta que la higiene debe ser máxima”, explica. En el caso de que la mujer amamante directamente a otro bebé, también hay que tener en cuenta otras variables. “Si se hace de nodriza hay que saber que los bebés, especialmente los de un año o más, pueden rechazar el pecho de su madre y preferir el de la nodriza”, argumenta.
Los bancos de leche están adscritos a un hospital y funcionan siguiendo unas estrictas normas de seguridad para evitar infecciones u otros problemas. Aunque la normativa varía entre las diferentes comunidades autónomas, en líneas generales las donantes deben hacerse un análisis de sangre para descartar infecciones que puedan transmitirse a través de la leche (VIH, hepatitis, o sífilis, por ejemplo), seguir un estilo de vida saludable (no consumir alcohol u otras drogas, ni fumar), y haber establecido una lactancia exitosa con su propio hijo. Además, han de cumplir una serie de instrucciones para la extracción y conservación, que incluyen lavarse las manos, recogerse el pelo, utilizar mascarilla, esterilizar el extractor y congelar la leche justo después de sacársela. La donación se puede hacer en el hospital o en casa, y muchos bancos han establecido un sistema de recogida a domicilio para facilitar la logística a las donantes.
En Madrid, el Banco Regional del Hospital 12 de Octubre centraliza las donaciones de ocho hospitales públicos. La neonatóloga Nadia Raquel García-Lara es la coordinadora de este banco, que es uno de los referentes a nivel nacional e internacional. Para ella, lo idóneo es gestionar las donaciones en los bancos de leche, pero comprende que también se realicen este tipo de intercambios altruistas entre mujeres: “Si tú eres consciente de los beneficios de la lactancia materna, tomas una serie de medidas de seguridad para evitar infecciones, como que la donante se haga análisis y esté bien instruida en los hábitos higiénicos necesarios, pues es comprensible que se recurra a esta donación privada. Pero hay que saber que la donación no controlada de leche tiene riesgos, porque es un alimento pero también es un fluido biológico, y existen riesgos de infecciones”, asegura García-Lara.
Tras muchos años de experiencia en el sector, esta neonatóloga invita a las mujeres a acudir a los bancos de leche: “Si tienen tanta y pueden donar, lo mejor es canalizar las donaciones aquí, porque se destina a los niños que más lo necesitan, que son muy vulnerables por haber nacido prematuros o con enfermedades”, asegura. El año pasado, el Banco Regional de Madrid contó con 335 mujeres que donaron 2.100 litros de leche, lo que les sirvió para alimentar a 808 niños.
Pero esa cantidad no es suficiente, necesitan más para alimentar, por ejemplo, a niños sanos cuya madre no puede darles el pecho o a bebés adoptados. Por eso la coordinadora del servicio insiste en que las mujeres que puedan, acudan al banco: “Es comprensible la ayuda puntual altruista entre mujeres, pero aquí tenemos niños muy vulnerables que deberían tener prioridad”, explica García-Lara.
Mercedes y Yolanda –los nombres son ficticios– son dos hermanas que tuvieron bebés casi al mismo tiempo, con unos meses de diferencia. Mientras la primera consiguió establecer una lactancia exitosa desde el principio, la segunda no pudo hacerlo tras una serie de complicaciones en el parto. Un día, mientras estaban en casa de sus padres, hablaron sobre el tema y Yolanda contó lo mucho que le estaba costando: le dolía, el bebé no se enganchaba, estaba a punto de abandonar. Así que su hermana Mercedes le ofreció probar con su propio pecho. Yolanda lo recuerda como un momento bonito: “Se vio la complicidad entre hermanas, la confianza para hablar de un tema delicado, me pareció una situación llena de sororidad”, cuenta.
El bebé de Yolanda se agarró perfectamente al pecho de su tía, y desde entonces lo amamantó cada pocos días. “Hicimos lactancia mixta: en casa yo le daba biberón y cuando veíamos a mi hermana, aprovechábamos y le daba un poco de teta. Lo hicimos de forma totalmente privada y salió bien, pero es cierto que es un tema del que no hablamos demasiado con otra gente, nos da un poco de pudor”, cuenta.
Yulema Cochete es matrona en el sistema público de salud. Trabaja en un hospital, y cree que precisamente por eso no es un tema que las pacientes suelan hablar con ella. “Creo que es un tabú, se oye poco en los hospitales. Quizás en los centros de salud se oiga más. Sin embargo es algo que se ha hecho toda la vida, si la madre tenía poca leche amamantaba al bebé la vecina. O cuando las mujeres se tenían que incorporar al trabajo, si había otra mujer lactante en la casa, mamaban todos los niños de la misma teta. Hasta mi padre tenía un ‘hermano de leche’”, asegura la matrona.
Sin embargo, hoy en día la situación ha cambiado: “A día de hoy hay bancos de leche que son los que marcan las directrices para poder donar, y se fomenta mucho para que otros bebés se puedan beneficiar de la lactancia materna. Conozco a muchas mujeres que se han beneficiado de este sistema. Se da prioridad a los bebés prematuros y a los que han nacido con alguna enfermedad, que les viene muy bien porque para estos niños es mucho más fácil de digerir la leche materna que la leche artificial”, explica.
Otras profesionales de la salud se oponen firmemente a estos intercambios privados. Fue el caso de la matrona de Ana. Cuando sus hijos gemelos nacieron, no consiguió que uno de ellos se agarrara bien al pecho. “Lo intentamos, pero no fuimos capaces; era demasiado pequeño, no tenía fuerza y no pudimos establecer la lactancia”. A través de un grupo de crianza, Ana conoció a otra madre que había hecho un banco en casa, congelando leche propia, pero tenía que trasladarse a otro país y no podía llevarse las bolsas congeladas. Así que le ofreció regalarle sus reservas.
“A mí me pareció una buena idea, porque creo en los beneficios de la lactancia materna, pero la verdad es que no la conocía demasiado y me surgió la duda de si se podría transmitir alguna enfermedad. Así que se lo consulté a mi matrona, que me recomendó evitarlo”, recuerda Ana. En un intercambio de correos con la sanitaria, ésta le explicó los riesgos: “Lo más seguro para un recién nacido es que sea a través de un banco de leche del hospital, porque ahí pasa todos los filtros. La leche no deja de ser un fluido corporal por lo que no está exenta de infecciones”, argumentó.
Una enfermera de neonatos en un hospital público que prefiere mantenerse en el anonimato defiende la donación entre particulares. Conoce los beneficios de la lactancia materna, especialmente en niños que han nacido con algún problema de salud y han tenido que quedarse ingresados en el hospital. Y aunque siempre recomienda de manera oficial los bancos de leche, también le parece bien que se puedan hacer intercambios privados, siguiendo unas medidas de seguridad. Sobre todo teniendo en cuenta que los bancos de leche no llegan a todas las personas que lo necesitarían.
“Tenemos niños en neonatos que necesitarían leche materna pero se excluyen porque no hay suficiente en el banco, y hay que priorizar a los que más la necesitan. Debería ser lo normal que si dos mujeres sanas son amigas o se conocen puedan hacerlo si quieren entre ellas”, defiende. Ella fue una de las profesionales que asesoraron a Andrea de manera extraoficial cuando consultó su situación.
Con el paso de los meses, Andrea ha seguido amamantando a su bebé, donando al banco de leche y regalando a su vecina. Lo hace siguiendo las mismas medidas de seguridad que utiliza para donar al banco –esterilizar el sacaleches, lavarse bien las manos y utilizar mascarilla– y le pasa las bolsas a su vecina, cuyos gemelos toman en biberón la leche materna donada. Para ella, es una manera de ayudar a otros bebés, pero sobre todo un gesto de solidaridad entre madres. “Mi hermana y una amiga muy cercana no pudieron dar pecho, antes de ser yo madre, y ahora pienso en cómo me habría gustado poder alimentar un poquito a sus bebés", concluye.