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El histórico Xosé Manuel Beiras vuelve a casa tras el portazo a Sumar y su partido pedirá el voto para el BNG de Ana Pontón

La foto significa, a decir de varios de los presentes, mucho más que una foto. Reúne a uno de los fundadore del BNG, Xosé Manuel Beiras, y a su actual líder, Ana Pontón, 41 años más joven. Es la escenificación de una vuelta a casa, 12 años después de la traumática asamblea de Amio, en Santiago de Compostela, cuando la principal organización de la izquierda nacionalista gallega se partió, Beiras la abandonó para fundar Anova-Irmandade Nacionalista y estableció durante algunos años alianzas con la izquierda federal. Este domingo, las dos formaciones firmaron un acuerdo de colaboración con la vista en las elecciones del 18 de febrero pero en realidad más largo alcance. “Hacemos un llamamiento a la ciudadanía gallega para movilizarse con su voto en defensa de la democracia”, dice el documento, “y hacer de Ana Pontón la primera presidenta de nuestro país”. El PP necesita, si no hay sorpresas por la derecha, una quinta mayoría absoluta consecutiva para aguantar la Xunta. La demoscopia, por el momento, le da posibilidades.

El tamaño y la implantación de BNG y Anova resultan incomparables. La primera participa en gobiernos de coalición con el Partido Socialista en las diputaciones de A Coruña y Lugo y detenta las alcaldías de Santiago, Pontevedra o Carballo. Mantiene una importante influencia en el sindicato mayoritario en la comunidad, la CIG, y en conocidas asociaciones cívicas y culturales. Anova, cuyo actual portavoz, Martiño Noriega, fue alcalde de la capital gallega entre 2015 y 2019, tuvo diputados en el Parlamento autonómico y en el Congreso. Ya no. Su principal fuerza se encuentra en el ámbito municipal. Y sobre todo, admiten fuentes de ambas partes, “en lo simbólico y en lo cualitativo”. Es, al fin y al cabo, el partido de Xosé Manuel Beiras, profesor y escritor, líder histórico del Bloque entre 1982 y 2005, al que en 1997 condujo hasta su techo de votos, 395.435. El máximo de diputados lo alcanzó en 2020 Ana Pontón, los 19 que ahora se someten a reválida.

El caso es que la ruptura de Amio, en 2012 y en lo más agudo de la crisis financiera, desembocó casi de manera inmediata en la fundación de Anova. Independentista, republicana y de “izquierda inclusiva” según su propia tesis organizativa, inició una política de alianzas poco habitual en el soberanismo gallego. Se coaligó con la Esquerda Unida de Yolanda Díaz y otros grupos menores en Alternativa Galega de Esquerda (AGE) y obtuvo nueve escaños en la Cámara autonómica. Después se integró en las mareas municipalistas que en 2015 alcanzaron las alcaldías de A Coruña, Santiago y Ferrol. Y dentro de En Marea, ya junto a Unidas Podemos, formó parte del principal grupo de la oposición a Feijóo entre 2016 y 2020. Aquellos 14 diputados se esfumaron este último año, tras meses de luchas intestinas. Las relaciones con la izquierda federal se habían ido deteriorando y, poco a poco, las coaliciones deshilachando. Anova incluso no participó en algunos procesos electorales. Pero hace apenas unos meses, Yolanda Díaz volvió a llamar a su puerta. Quería contar con Martiño Noriega, reincorporado a su profesión como médico de familia, como candidato a la Xunta. Anova había comenzado a virar hacia un nuevo horizonte y Noriega, que había militado en el BNG también hasta 2012, dijo no.

“El contenido estratégico del nacionalismo de Anova y el del BNG es el mismo”, explica un miembro de la dirección a elDiario.es, “la diferencia se encontraba en la táctica. Digamos que nosotros defendíamos una especie de frentepopulismo y el Bloque la autoorganización gallega. Nuestra política de alianzas fracasó por diferentes motivos, y nos quedamos sin alternativa táctica. El reencuentro con el BNG era lo natural”. El propio Beiras ya había solicitado el voto para el BNG el pasado 23 de julio, al igual que Martiño Noriega en un artículo en la revista catalana de izquierdas Sin Permiso. Sucede que esta vez, tras cerrar la puerta a un acuerdo con Sumar, la puesta en escena ha incluido una imagen que, según fuentes de la cúpula del BNG, “crea ilusión y va en la línea de lo quiere la gente que, más allá del nacionalismo, quiere cambio político en Galicia”.

El acuerdo entre BNG y Anova no incluye la participación de esta última en sus listas electorales, apenas en actos electorales. “Hoy escenificamos ese compromiso con un país que quiere ponerse en valor, defender sus potencialidades y apostar por el futuro”, afirmó Martiño Noriega en la firma del documento, “tener una presidenta que dignifique las instituciones y las ponga al servicio de la gente”. Ana Pontón, a la cabeza de la oposición a Alfonso Rueda y a quien las encuestas le auguran todavía cierto crecimiento, agradeció el gesto y aseguró que “con este acuerdo” tiene “más fuerza para ganar”. En las respectivas dirigencias la lectura va, sin embargo, más allá de la coyuntura. La recomposición de la izquierda nacionalista gallega parece haber arrancado. “Es un proceso destinado a redimensionar en los próximos años el soberanismo gallego con el fin de afrontar con garantías los desafíos que nos imponen el neoliberalismo colonizador y las nuevas formas de expresión de la extrema derecha”, asegura el comunicado difundido.

“La receptividad social de la foto ha sido muy grande”, señalan desde el BNG, “en la izquierda estamos acostumbrados a sangrarnos y a la destrucción pública, esto es lo opuesto. Hay un lado humano en ese abrazo [el de Beiras y Pontón], y la política también son emociones. La gente necesita ver que hay ventana de cambio”. Y existe además otro elemento, añaden, “la construcción de la confianza mutua”. Los desencuentros en estos casi 12 años fueron habituales y en algunas ocasiones sonoros. “Ahora hay una base para ir avanzando. Tarde o temprano nos vamos a encontrar”, concluyen. En Anova ven el tablero y el juego de forma parecida. “Existe una oportunidad de cambio de gobierno en Galicia”, explican, “así lo vemos y actuamos con generosidad y altura de miras. Es importante poner a Galicia en hora con las otras naciones sin Estado”. Remiten, finalmente, a las palabras de su líder, Martiño Noriega: “Lo de este domingo fue una estación de salida, no de llegada”.

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