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Es uno de los insectos más molestos al aire libre, pero pueden ser fundamentales para la salud de los humanos, según los especialistas

Los insectos son compañeros diarios de los seres humanos y comparten el entorno cotidiano. Moscas, hormigas y mosquitos son solo algunos de los insectos que coexisten con todos nosotros. 

Las moscas, en particular, son conocidas por su presencia constante en entornos urbanos y hogares, revoloteando alrededor de alimentos y desechos.

Estos insectos desempeñan diversos roles en el ecosistema, aunque a menudo su proximidad a los humanos puede resultar incómoda. 

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A pesar de su presencia persistente, muchos de estos insectos contribuyen al equilibrio natural y algunos, como las abejas, son vitales para la polinización de plantas. Enterate cuál es el insecto más molesto, pero que es necesario para la salud de los humanos.

La ciencia lo dice: este insecto tiene un ADN parecido al de los humanos

En 1810, Thomas Hunt Morgan, descubrió la "mosca de la fruta" (científicamente llamada Drosophila melanogaster), que fue estudiada como modelo genético. 

Siendo parte de numerosos estudios de enfermedades y trastornos, esta mosca cuenta con un ADN parecido al de los humanos.

Las investigaciones biomédicas demostraron que, alrededor del 61% de los genes relacionados con enfermedades tienen sus equivalentes genéticos en la drosófila. 

A pesar de haber cerca de 900 especies de drosófilas en el mundo, la melanogaster se destaca como la más común y se convierte en un importante modelo para comprender procesos biológicos y enfermedades compartidas entre insectos y mamíferos.

Algunas especies de moscas, como las moscas florícolas, se alimentan del néctar de las flores y al hacerlo, ayudan a la polinización de las plantas. (Fuente: Freepik).

Esta mosca tiene una gran particularidad, ya que es un insecto pequeño, de 2 a 3 mm, y tiene un cuerpo delgado y alargado, con dos alas membranosas y dos antenas largas. Sus ojos son grandes y compuestos y su boca tiene una estructura especializada para chupar líquidos.

A finales del siglo XIX, los biólogos recurrieron por primera vez a las moscas de la fruta como sujetos de prueba después de que otros intentos de cría fracasaran. 

No obstante, fue a partir de 1910, con los estudios de Thomas Hunt Morgan, que las moscas de la fruta se convirtieron en protagonistas esenciales de la investigación genética

El ciclo de vida de las moscas de la fruta es corto y dura aproximadamente dos semanas. (Fuente: Pixabay).

Morgan demostró que un rasgo específico de la drosófila, los ojos blancos, estaba vinculado al cromosoma X, marcando así la primera evidencia clara de la herencia genética ligada al sexo. Desde entonces, las moscas de la fruta se han vuelto imprescindibles en cualquier laboratorio de genética destacado.

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Drosófila: un género importante en los científicos

La drosófila es un género de moscas pequeñas que pertenecen a la familia Drosophilidae, cuyos miembros se llaman frecuentemente "moscas de la fruta".

Si bien se ha estudiado ampliamente a este género de insectos, se descubrió que:

  • Duermen la misma cantidad de horas que los humanos. Esto llevó a numerosas investigaciones donde se pudo ahondar un poco más acerca de la serotonina y como influye en el sueño.
  • Los expertos descubrieron que en la drosófila, cuando está con una conducta sexual, intervienen 60 células nerviosas. Cuando no funcionan correctamente, es incapaz de realizar los pasos del cortejo y no puede aparearse. 

 El gen llamado Fruitless que se está en estas células determina como las hembras y los machos detectan y responden a las señales sexuales. (Fuente: Archivo).

Cuando se desactiva este gen en las moscas de la fruta afecta negativamente el cortejo de los machos, impidiéndoles realizar pasos esenciales para atraer a las hembras. 

Es por ello que, los investigadores plantean que hay un interrogante en si los genes que controlan la sexualidad podrían tener algún papel similar en los humanos.

  • Por otra parte, en la búsqueda de tratamientos contra ciertos tipos de cáncer, las drosófilas ofrecen aportes significativos. Aunque la epidermis de las moscas y los humanos difiere, "un gen clave que controla la regeneración de la piel ha sido identificado y compartido", según explicaron investigadores de la Universidad de San Diego en California.

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