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¿Quién mató a los marqueses de Urquijo? Hechos y suposiciones, 44 años después

Abc.es 

Desde el céntrico paseo madrileño de Recoletos hasta el número 27 del camino viejo de Húmera hay 17,5 kilómetros. Una distancia que, de madrugada y en coche, se recorre en 23 minutos. Más de cuarenta años después , esta dirección de las afueras de la capital volvió a ser noticia hace unos días, cuando el portal Idealista anunció que el inmueble que se sitúa en la histórica urbanización de Somosaguas ha salido a la venta por 3 millones de euros. La dirección y la urbanización no pasaron inadvertidos para nadie. Están estrechamente ligadas desde el 1 de agosto de 1980 . Las fotografías del estado de la casa en la actualidad, permiten ver los cambios que ha experimentado el inmueble en los últimos 44 años. Se han cambiado los muebles y se ha aligerado la decoración. También se han pintado y empapelado las paredes, la carpintería también es diferente y la cocina se ha modernizado un poco. Pero la distribución de la casa donde vivieron María Lourdes Urquijo Morenés, V marquesa de Urquijo , y Manuel de la Sierra y Torres junto a sus dos hijos, Juan y Myriam, sigue siendo la misma. Todo sigue igual en la mansión donde los marqueses y propietarios del banco Urquijo fueron asesinados . Las esculturas de piedra, los helechos y los enormes sillones de mimbre de la piscina cubierta siguen en su sitio; y todo está igual en la habitación contigua , donde está la discoteca donde Juan y Myriam convocaron a sus amigos durante los meses siguientes al crimen de sus padres. Noticias Relacionadas estandar No Las nuevas claves del asesinato de los marqueses de Urquijo Pablo Muñoz vertical No Así es la mansión donde los marqueses de Urquijo fueron asesinados y que está a la venta María Carbajo El asesinato de los marqueses de Urquijo en la madrugada del primero de agosto de 1980 marcó la crónica negra de la recién estrenada democracia en España. Contenía todos los componentes necesarios para escribir y rodar el mejor de los thrillers. Distintas zonas de la casa de los marqueses de Urquijo Idealista Para entender la curiosidad e intriga que sigue despertando casi 44 años después, hay que volver a esa noche y situarse en el Paseo de Recoletos, concretamente en el Gran Café El Espejo. A esos 23 minutos en coche hasta Somosaguas. En El Espejo se encontraba el yerno de los marqueses, Rafael Escobedo -quien por aquel entonces estaba separado de Myriam de la Sierra-, junto a su amigo Javier Anastasio. Antes de las tres de la madrugada, Escobedo le pidió a Anastasio que le acercase a la casa familiar de los Urquijo porque había quedado con Juan, su cuñado. A Anastasio le resultó extraña la petición porque, hasta donde él sabía, el hermano de Myriam se encontraba en Londres estudiando un master de finanzas. Cuando llegaron a la urbanización, en la garita de seguridad no había ningún vigilante . Escobedo, que de camino hacía allí había hecho una parada en su casa para recoger una bolsa de deporte, se bajó del coche y se despidió de Anastasio. Abrió la puerta de la verja, donde no había pasada ninguna llave, y accedió al jardín. Fue directamente al porche -donde en la actualidad hay una mesa y unas sillas de exterior-, hizo un agujero en el cristal de la puerta de la terraza y accedió a la piscina. Pasó de puntillas rodeando el bordillo hasta la puerta que comunicaba con las estancias principales de la casa. Para abrirla, utilizó un soplete para hacer un agujero por el que introdujo la mano y así activar el mecanismo del picaporte. Al cruzar el umbral, Escobedo no tardó en subir los peldaños de la escalera que conducían a la primera planta, donde los marqueses dormían plácidamente. Él en la habitación principal y ella en una pequeña cama que había en la habitación contigua, que utilizaban de vestidor. Las dos estancias estaban comunicadas. «Lo de la marquesa fue un accidente» Rafael Escobedo En cuestión de segundos, el marido de Myriam acopló un silenciador a la pistola que llevaba, se acercó hasta su suegro y lo mató de un disparo a quemarropa . Cuando se disponía a salir de la habitación, se tropezó y dio un disparo al aire que rebotó en la esquina de un armario. «¿Quién anda ahí?», preguntó la marquesa. Inmediatamente María Lourdes se incorporó y vio a su yerno. Escobedo, nervioso y desesperado, se acercó hasta su suegra y la mató con dos tiros, el primero en la barbilla y el segundo en el cuello. Tiempo después, al ser detenido e interrogado, confesó que «lo de la marquesa fue un accidente» y que en ningún momento estaba planeado matarla. Aquella mañana del 1 de agosto de 1980, los marqueses tenían previsto trasladarse a su residencia de verano de Sotogrande, donde pasarían todo el mes de agosto. Por cuestiones de organización, el día de antes habían dado permiso a las personas de servicio que trabajaban en su casa para que se tomaran la tarde y la noche libres. La única persona que la noche de autos permanecía en la mansión era Florentina Dismey, la cocinera , que al día siguiente declaró a la policía que no había escuchado ningún ruido. Durante la investigación, se realizaron todo tipo de pruebas de sonido para comprobar su coartada y la creyeron. Más inexplicable fue el caso de Boly , el perro de los marqueses. Un caniche con muy mala leche que aquella noche no ladró ni una sola vez. Tal y como apuntan los más de 3.000 folios que componen los dos sumarios de la investigación del crimen del «caso Urquijo», cuando el día 1 por la mañana el chófer de los marqueses llegó a la residencia, Florentina le comentó que le parecía raro que los señores todavía «no hubieran bajado a desayunar». Les llamaron por la línea interna que había en la casa y, al comprobar que no contestaban, decidieron subir a sus habitaciones y se encontraron con una escena terrible, que la Policía fotografió y salió en todas las portadas de los periódicos al día siguiente. Las primeras sospechas Conforme la noticia llegó a través de un teletipo a las redacciones de los periódicos, muchos periodistas se fueron acercando hasta la casa de Somosaguas. Para entonces, ya estaba allí Diego Martínez Herrera, el administrador de los Urquijo, que se enteró del crimen cuando ya había llegado a la casa. Lo curioso es que aquel día, desde primera hora, iba vestido de riguroso luto. También llamó la atención de los investigadores que, nada más llegar a la mansión, Martínez Herrera fue directo al despacho del marqués, cogió documentos de la mesa y la caja fuerte y empezó a quemarlos en el jardín . Pidió ayuda a Vicente Díaz Romero, el mayordomo, quien conservó muchos de aquellos documentos que entregó de inmediato a la Policía. Juan y Miriam de la Sierra, hijos de los Marqueses de Urquijo, durante una entrevista exclusiva para ABC Jaime Pato Las declaraciones del mayordomo a la Policía pusieron bajo la pista a los investigadores de la mala relación que había entre Juan y Myriam de la Sierra con sus padres . Aunque en un principio ésta fue la primera línea de investigación, no se encontró ninguna prueba firme sobre la implicación de los hijos de los marqueses en el asesinato de sus padres. La investigación, cuatro meses después, se encontraba en un punto muerto. Mientras tanto, Juan y Myriam intentaban recomponer su vida, y Rafael Escobedo -Rafi para sus amigos- se alejó del ruido de Madrid y se refugió en la finca que su familia tenía en Moncalvillo de Huete, en Cuenca. Las pesquisas no avanzaban y se quedaban en un punto muerto, hasta que una mañana, un niño que jugaba en el madrileño pantano de San Juan, encontró en la orilla una pistola que coincidía con la que había matado a los marqueses de Urquijo. La Policía ya tenía un hilo del que tirar. Estaba registrada a nombre de Miguel Escobedo , el padre de Rafi, que poseía una nutrida colección de armas. Sin perder tiempo, los inspectores José Romero Tamaral y José Luis Codero se personaron en Moncalvillo de Huete con una autorización de registro. En el campo de tiro recogieron muestras de casquillos de bala que cotejaron con los que habían aparecido la noche del crimen. Comprobaron que eran los mismos y Rafael Escobedo fue detenido . La confesión El marido de Myriam pasó una larga noche en las dependencias de la Dirección General de Seguridad, que por entonces estaban en la Puerta del Sol de Madrid. Según los informes que presentaron sus abogados, fue sometido a todo tipo de interrogatorios. La presión y las supuestas vejaciones que sufrió aquella noche terminaron con una afirmación: confesó que él había matado a los marqueses de Urquijo y que no lo había hecho solo. Nunca delató a la gente que estuvo con él aquella noche. Desde entonces y hasta el juicio, que se celebró en marzo de 1981, Rafael Escobedo cambió su declaración en varias ocasiones. En todas ellas dijo que él, aunque estuvo en la casa aquella noche, no fue quien apretó el gatillo y acabó con la vida de sus suegros. En julio de 1983, el juez Bienvenido Guevara, en una sentencia que solo ocupó un folio y medio, le condenó 53 años de cárcel por doble asesinato. En el documento, determinó que lo hizo «solo o en unión de otros». Escobedo tenía 25 años. Apertura del segundo sumario del caso Urquijo En octubre de 1983, dos meses después de la sentencia firme de Rafael Escobedo, la revista Interviú publicó un artículo titulado «El cazador» donde decía que Mauricio López-Roberts, V marqués de la Torrehermosa , fue quien encargó el silenciador de la pistola que mató a los marqueses de Urquijo. López-Roberts tenía entonces 38 años y tenía tres hijos. En sus declaraciones a la policía, afirmó que ese silenciador que había encargado era para un rifle y no para una pistola. La Policía comprobó este dato y también su coartada para la noche de los asesinatos. López-Roberts declaró también que consideraba a Rafi como un hijo más, que le parecía injusta su condena y contó todo lo que sabía sobre la noche de autos por el mismo Escobedo. El testimonio de Mauricio López-Roberts llevó a una segunda investigación en el marco del caso Urquijo, por el que se abrió un segundo sumario. Sirvió para detener a Javier Anastasio, pero también fue procesado porque, al no contar a la policía lo que sabía en tiempo y forma, había actuado como encubridor de su amigo. En 1990 fue condenado a diez años de cárcel. La fuga de Javier Anastasio Sobre la implicación de Javier Anastasio, Mauricio López-Roberts declaró lo que Escobedo le había contado: que el 3 de agosto de 1980, Rafi quedó con Anastasio en en la madrileña plaza del Conde del Valle de Suchil, donde le entregó la bolsa que llevó a Somosaguas la noche del crimen. En ella portaba la pistola, además de unos guantes, un soplete y un martillo para poder acceder al interior de la casa. Escobedo le pidió a Anastasio que no mirase lo que había dentro y que se deshiciera de ella. Él no podía hacerlo porque quizá ya le estaban vigilando. Anastasio nunca llegó a ser condenado como coautor del doble asesinato porque en diciembre de 1987, tras cumplir cuatro años de prisión preventiva, fue puesto en libertad vigilada a la espera de juicio, cruzó la frontera a Portugal y desde Lisboa cogió un avión y se fugó a Brasil, un país con el que España no tenía tratado de extradición. En julio de 1988, en la prisión de El Dueso, en Cantabria, Rafael Escobedo se suicidó . Se llevó a la tumba los nombres de quienes le acompañaron esa noche. Todos los informes psicológicos y psiquiátricos que le hicieron revelaron que él no era capaz de matar a alguien a sangre fría. Unos días antes de su muerte, concedió una entrevista a Jesús Quintero en 'El perro verde' en la que contó que la cárcel le había «destruido». «Si algún día me muero, lo único que espero es que nadie tenga la poca vergüenza de ir a derramar una lágrima sobre mi tumba», dijo. La autopsia del cadáver de Escobedo reveló una pequeña cantidad de cianuro en su sangre que llevó a pensar que le podrían haber matado. Julián Zamora, el psicólogo de Escobedo y la última persona que le visitó en prisión días antes de su muerte, afirmó en 'Honor. Las otras víctimas del crimen de los Urquijo' , que Escobedo se suicidó porque ya no tenía ningún motivo para aferrarse a la vida. Myriam y Juan de la Sierra Urquijo tenían 24 y 22 años, respectivamente, cuando los marqueses de Urquijo fueron asesinados en su mansión de Somosaguas. La coartada de Myriam fue comprobada , pero siempre hubo dudas sobre si Juan estaba o no en Londres aquella noche. El día de la lectura del testamento de los Urquijo, el notario reveló que el marqués había beneficiado a su hijo en la herencia . Juan, además de convertirse en VI marqués de Urquijo, se quedó con la casa de Somosaguas, que desde entonces siempre intentó vender. Juan de la Sierra falleció en julio de 2022 y ahora sus herederos han vuelto a poner en venta la mansión. Una casa sobre la que desde hace casi 44 años se han escrito ríos de tinta.

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