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Bolaños se reúne consigo mismo

Abc.es 
El ministro Félix Bolaños no es uno más del montón, ni mucho menos un cualquiera en la larga lista de ministros, ministras y ministres con que suele acompañar sus presidencias Pedro Sánchez Pérez-Castejón . No, Félix Bolaños García (Madrid, 1975) es tres veces ministro. A saber, de Presidencia; Justicia; y Relaciones con las Cortes de España. O sea, ministro al cubo. Sorprende que el presidente Sánchez recurra a una sola persona para que se haga cargo de tres cometidos de gran importancia, entre ellos Justicia. Y que, por el contrario, haga responsables de asuntos de menor cuantía a una caterva de mindundis, sin experiencia laboral alguna, con un currículo académico que apenas si supera la EGB, y que, según casos, han pasado de la podemía perrofláutica a la poltrona ministerial. Hay malpensados que malician que han tenido que superar otras pruebas pero puede que sean meras suposiciones. Si Pedro Sánchez ha nombrado al señor Bolaños triministro es porque no veía en los demás candidatos (que por fuerza y exigencia de Yo-Yolanda Díaz el presidente tenía que sumar a su gabinete ministerial) capacidades suficientes para acometer alguna de las tres grandes responsabilidades bolañesas. Ministros hay para casi todo, menos para la Madurez. Ni para la Senectud, habiéndolo como lo hay para la Juventud e Infancia, de lo que debe deducirse que los mayores le importan una higa a Sánchez. Y no mucho más que los mayores a Sánchez debe preocuparles a Sira Rego los adultos y los niños. Porque la ministra de Juventud e Infancia (mejor hubiese sido Infancia y Juventud, atendiendo la evolución del ser humano desde su nacimiento) ya lleva más de sesenta días en el cargo y no se sabe que haya tomado decisión, ni se le ha escuchado propuesta, ni idea, ni plan que lleve su firma, ni medida que mejore la vida de los jóvenes y jóvenas, infantes e infantas de España que le han sido encomendados a su cuidado. Vuelvo con Félix Bolaños que durante unos instantes y por un descuido se ha salido de este comentario, lo que tiene del todo disculpado y más que justificado con tantas responsabilidades como le han caído encima, y más que cualquier otra la de desmentir hoy lo que afirmó la semana pasada. Y vuelvo con él, porque el tres veces ministro podría haber tomado una decisión extraordinaria que merece su propio comentario: la de reunirse consigo mismo para mejor ordenar el tráfago de actividad que le supone simultanear tantos compromisos. Que no toda su actividad ha de ser la de reunirse con la caterva puigdemoníaca para ver qué más cosas se le ocurre al fugado de Waterloo y su tropa. Estamos expectantes de que se confirme la celebración de esa cumbre que protagonizarán don Félix, don Félix y don Félix. Y en la que será de admirar, sobre todo, su capacidad de bilocación, hasta ahora fenómeno de características sobrenaturales reservado a unos pocos privilegiados, como lo es esa posibilidad de estar en dos lugares distintos y distantes a la misma hora. En efecto, eso ocurrirá porque el señor Bolaños no sólo quiere, sino que además puede hacerlo gracias a su imaginación, ingenio y capacidad de gestión. Y todo sin necesidad de haber nacido en Bilbao. Una duda que todavía no ha conseguido despejar el propio ministro, recuérdese que lo es de Presidencia, Justicia, y Relaciones con las Cortes, es si debe contar o no con la presencia y/o asesoramiento de un mediador internacional, salvadoreño o no, como el que Carles Puigdemont le ha endilgado a Pedro Sánchez. Entre los asesores y colaboradores, que son cientos los del ministro al cubo, se comenta que su jefe no necesita de ningún mediador pero que lo mismo termina recurriendo a uno para no desairar a su presidente y secretario general del Partido Sanchista Obrero Español. Y la otra duda es la ciudad en donde desarrollar tan peculiar iniciativa. Le gustaría que dada su condición de madrileño fuese en la capital de España en donde se celebrase la que en justicia debe denominarse en mayúsculas como Cumbre Bolañera. Una indecisión que le tiene comido el coco y más encanecidas las sienes, que le lleva a preguntarse: «¿Y si al final el éxito de mi cumbre se lo lleva Isabel Díaz Ayuso?» Cavilando está . Y cavilando dejamos al superministro Bolaños, que sin sosiego ni descanso va de ministerio a ministerio, cuando no tiene que estar haciéndoles la pelota a los de Junts, asunto al fin y al cabo de su mayor ocupación.

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