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El tropel de la historia y nuestro destino manifiesto

México es el resultado del tropel de la historia y de su destino. La Conquista, la Independencia, la Reforma y la Revolución han marcado huellas indelebles en nuestro ser nacional. Nuestro recorrido ha sido rico en acontecimientos y acciones de todo tipo, hechos heroicos y también claudicaciones vergonzantes.

«Ha habido de todo en la viña del Señor». Toda esta amalgama existencial define nuestras debilidades y fortalezas. Claroscuros, siempre presentes. Hemos cabalgado por caminos sinuosos y navegado mares procelosos con múltiples ideologías: realistas e insurgentes, liberales y conservadores, porfiristas y revolucionarios, neoliberales y populistas. La melodía, la música, su ritmo y su cadencia siempre marcados por el estilo del grupo gobernante.

En realidad, no hemos podido conciliar nuestras diferencias históricas y construir un horizonte cierto que garantice la permanencia de los principios sustanciales de la República. Seguimos en pleno debate de las indefiniciones del pasado, de las propias del presente y la incertidumbre del futuro. Esto propicia el síndrome de anclarnos en el espacio y en el tiempo, y repetir los mismos errores que obstaculizan el progreso nacional. En la memoria colectiva subyace en forma invisible el trauma de la conquista y la mutilación de la mitad de nuestro territorio.

Las luchas del pasado contaminan nuestro presente. Seguimos sin conciliar nuestras diferencias de antaño. Es hora de entender a cabalidad nuestra historia como un proceso de evolución social y político, no como una cadena de frustraciones y resentimientos. Llegó el momento de reencontrarnos a nosotros mismos, de reconocer y respetar nuestras diferencias. Una especie de catarsis colectiva para extraer lo más valioso de las distintas corrientes ideológicas que nos mueven. Una gran síntesis dialéctica, que rescate los valores y principios nacionales.

Debemos construir un pacto de Estado y luchar todas y todos por las libertades individuales y colectivas y por la democracia, que es el sistema que protege este derecho humano. El problema por resolver entre los mexicanos es que tenemos dos diferentes visiones de país: la de Juárez y Miramón, la de Iturbide y Guerrero, la de Porfirio Díaz y Madero. No hemos asimilado ni las victorias de unos ni las derrotas de otros. Estamos confundidos y caminamos a tientas en una larga noche, sin encontrar salida venturosa.

El reto histórico y de futuro es conciliar nuestras diferencias en torno a valores irrenunciables como la democracia, la libertad, la soberanía, el federalismo y los principios básicos que sustentan la República. Todas y todos debemos conducir y darle sentido al tropel de la historia y a nuestro destino.

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