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El juez propone juzgar a Rubiales por el "beso no consentido" y las presiones a Jennifer Hermoso

Francisco de Jorge, magistrado de la Audiencia Nacional, ha propuesto juzgar al expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) Luis Rubiales por el beso que impuso en la boca a la futbolista Jennifer Hermoso tras la final del mundial femenino y las supuestas coacciones a la futbolista y a varios de sus allegados para que saliera públicamente en un vídeo a restar importancia a ese beso.

El magistrado también propone juzgar al director deportivo de la selección masculina, Albert Luque, al exentrenador de la selección femenina Jorge Vilda y al exresponsable de marketing de la Federación Rubén Rivera. A los tres el juez les atribuye una "acción concertada", acordada con Rubiales, con el objetivo de "doblegar la voluntad" de la jugadora y "conseguir que accediera a grabar un vídeo en el que dijese que el beso había sido consentido”.

En el auto de pase a procedimiento abreviado, en el que se da por finalizada la investigación al considerar que se han practicado todas las diligencias pertinentes, el juez concluye que el beso a la jugadora “no fue consentido y fue una iniciativa unilateral y sorpresiva” del entonces dirigente federativo, que dimitió el pasado 10 de septiembre asediado por este escándalo.

Precisamente ha trascendido un auto en el que la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional ordena al juez que cite a declarar como testigo a la actual seleccionadora, Montse Tomé. La petición parte de la defensa de Vilda, que pretende que con este interrogatorio se aclare si la no convocatoria de Hermoso en dos partidos de España tuvo relación con las coacciones que se investigan en este procedimiento. Y, en concreto, con su negativa a aparecer en el vídeo. 

La resolución, de cinco páginas, otorga credibilidad al relato de la futbolista, que en su declaración ante el juez el pasado enero dijo que el beso fue inesperado y en ningún momento consentido y que, en las horas y días posteriores, ella y algunos de sus familiares y amigos sufrieron un atosigamiento constante por parte de Rubiales y personas de su entorno. Según el magistrado, las "presiones" a las que se sometió a la jugadora crearon en ella "una situación de ansiedad e intenso estrés".

Por contra, Rubiales defendió ese beso como “algo natural” entre dos personas que han convivido mucho tiempo y negó haber presionado a la jugadora, según extractos de su declaración publicados por El Español. “¿Cómo le voy a pedir perdón si estábamos los dos super contentos?”, dijo durante el interrogatorio para tratar de justificar ese acto, que fue retransmitido en directo por televisiones de todo el mundo. Tras esa declaración, el juez le prohibió acercarse a menos de 200 metros de la deportista  y comunicarse con ella mientras avanza la investigación. Los otros tres investigados también negaron las coacciones.

Frente a esta versión, el juez hace en su auto un pormenorizado relato de lo sucedido. Así, explica que el 20 de agosto de 2023, en Sídney, en el momento en que Hermoso recibía el saludo protocolario y la felicitación del presidente de la RFEF, Rubiales sujetó su cabeza con ambas manos, a la altura de los oídos y "de manera sorpresiva e inesperada" le propinó un beso en los labios. Según el juez, ella ni percibió su intención ni dio su consentimiento para ello.

Tras el "inesperado" beso, retransmitido en directo por la televisión, la jugadora se quedó "desconcertada y sorprendida" y "no tuvo tiempo de reaccionar". Según el relato del juez, Hermoso trató de restarle importancia en un primer momento y continuar celebrando el histórico triunfo de la selección. Pero conforme iban pasando las horas, la "euforia" del triunfo fue dando paso al "malestar" y al "sentimiento de haber sido ofendida". Ese malestar, dice el auto, fue en aumento ante las presiones de Rubiales y de su círculo próximo para que públicamente manifestase que el beso había sido consentido.

Finalmente, Rubiales grabó ese video en solitario, durante la escala en Doha. Fue un vídeo que se trató de vender como una disculpa que no lo fue. El dirigente dijo que “seguramente” se había “equivocado” y que, en todo caso, había sido un acto “sin ninguna mala fe” por “ninguna de las dos partes”.

Respecto al beso, el juez apunta la existencia de "sólidos indicios" de que no fue consentido y fue una iniciativa unilateral y sorpresiva de Rubiales. Defiende, por tanto, que la acusación es "perfectamente sostenible" y que la "finalidad erótica o no" o el "estado de euforia y agitación" por la victoria son elementos que deberán valorarse en el juicio.

En cuanto a las coacciones, la resolución se centra en dos hitos para desentrañar su existencia: lo ocurrido en el avión que trajo a la comitiva de vuelta a España y lo acontecido en los días posteriores en Ibiza, donde una decena de jugadoras disfrutaron de unos días de vacaciones pagados por la RFEF. 

En relación al vuelo, el auto relata que primero fue Rubiales quien "trató de conseguir" que la jugadora accediese a aparecer en un vídeo con él afirmando que el beso había sido consentido. Pero ella se negó. Así que tras pedir consejo a su equipo técnico, siempre según el auto, Rubiales pidió a Vilda que hablara con el hermano de la jugadora, al que "advirtió de que si su hermana no accedía a participar en el vídeo, su negativa tendría consecuencias negativas para ella y experimentaría perjuicios en su carrera profesional".

El otro escenario clave para desentrañar las presuntas coacciones es el citado viaje a Ibiza que la RFEF pagó a las jugadoras. Allí se trasladaron los otros dos procesados: Rubén Rivera y Albert Luque. Según el auto, por encargo de Rubiales, el primero le insistió en que debía participar en el vídeo y le pidió "de manera reiterada y persistente" que hablase por teléfono con el responsable de integridad de la Federación y también con Luque. Hermoso contestó por WhatsApp a este último rechazando de nuevo hablar con él. Rivera lo intentó entonces "durante horas" a través de una amiga de la jugadora.

Ante las reiteradas negativas, Luque decidió acudir al hotel e intentó "forzar" a la futbolista a hablar con él para convencerla de participar en el vídeo. Le insistió primero por WhatsApp y, después, a través de la amiga de la futbolista. Según el auto, finalmente, y ante la rotunda negativa, Luque envió un mensaje a la amiga de Hermoso insistiendo en su petición de ayuda para justificar la conducta de Rubiales, expresando su enfado, acusándola de mala persona, deseándole que se encuentre muy sola en la vida y anunciándole que se alegraría de que eso sucediera.

Durante sus declaraciones, ambos negaron las coacciones. Luque reconoció que estuvo en la isla, aunque justificó que él se encontraba ya en la Ibiza cuando llegaron las jugadoras. Sí admitió que allí trató de hablar con Hermoso pero para saber cómo se encontraba y que, como no lo consiguió, abordó a una de sus amigas, también citada en la causa como testigo. Rivera, por su parte, insistió que su presencia en la isla era la de una especie de conseguidor o recadero y que estaba allí para realizar gestiones como comprar bikinis para las jugadoras o entradas para las discotecas.

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