Javier Solana: «Ucrania no debería renunciar a los territorios que Rusia ocupó»

El 23 de marzo de 2024 se cumplirá un cuarto de siglo de cuando Javier Solana Madariaga (Madrid, 1942), a la sazón secretario general de la OTAN, ordenó bombardear Belgrado. Con esa decisión se puso freno a la Gran Serbia de Milosevic y Karadzic con su sangriento recorrido de «limpiezas étnicas». La trayectoria de Solana ejemplifica la de una izquierda que evolucionó de la utopía de la revolución al posibilismo de la realidad: de encabezar manifestaciones por el No a la OTAN a representar a la organización atlántica y, como «míster PESC», la Política Exterior y Seguridad Común. Solana repasa su ejecutoria diplomática en 'Testigo de un tiempo incierto' (Espasa) y comparece en el International Relations Forum del Círculo del Liceo para hallar certidumbre en las aguas cenagosas de una política global con dos topónimos bélicos: Ucrania y Gaza. Tras declararse optimista, echa mano de su formación científica y pone de ejemplo la vacuna del ARN mensajero que en un año venció al Covid. Estamos en 2024, con dos guerras y elecciones en los USA: donde estuvieron Bush (padre) y Gorbachov pueden estar Trump y Putin y en lugar de Yitzhak Rabin y Yaser Arafat tenemos a Benjamín Netanyahu y Hamas. Solana es optimista, pero sin los excesos del volteriano Pangloss: «La solución a la guerra de Ucrania dependerá de quien gane las elecciones americanas. Trump asegura que resolverá el conflicto en 24 horas, o sea que pactará con Putin». ¿Deberá aceptarlo el pueblo ucraniano? «¡No!», responde tajante: «Ucrania no debería renunciar a los territorios de habla rusa que Rusia ocupó». ¿Y cómo se acaba la guerra en Oriente Medio? «Es muy difícil, con Netanyahu de presidente no será posible la creación de dos estados». Al decir esto, Solana dirige la mirada al cónsul honorario de Israel. Mientras el gobierno hebreo favorece los asentamientos, la interlocución palestina depende de una banda de terroristas: «La Autoridad Palestina no tiene líder, cunde la desmoralización y el abandono», advierte. La tensa relación entre Estados Unidos y China la compara Solana con Atenas y Esparta, sin guerra del Peloponeso: «La Historia no se repite, solo brinda situaciones parecidas. Estados Unidos y China deberían cooperar en lugar de enfrentarse». Como no todo ha de ser geoestrategia, el periodista Xavier Mas de Xaxás, que actúa de moderador, saca a colación la inquietante Inteligencia Artificial: «La IA no es una inteligencia como la humana, sino velocidad de conmutación… Ha llegado para quedarse, pero no es la bomba atómica», sentencia Solana. La inteligencia del optimismo.