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En declive, el poder presidencial

En declive, el poder presidencial

Vaya semanitas que ha tenido el presidente López Obrador y que viene a culminar con la caída en los niveles de aprobación, el más bajo de su administración.

Vaya semanitas que ha tenido el presidente y que viene a culminar con la caída en los niveles de aprobación, el más bajo de su administración, de acuerdo a la encuesta publicada ayer por EL FINANCIERO.

Entre acusaciones del financiamiento del narco a su campaña de 2006; las filtraciones de audios en relación con la existencia de un clan que se mueve en torno a su hijo Gonzalo “Bobby” para granjearse jugosos contratos públicos a través de adjudicaciones directas a las empresas de los amigos de Amílcar Olán y Daniel Asaf, entre otros; el descuido e irresponsabilidad sobre el robo de información y difusión de la base de datos de 263 periodistas que cubren las mañaneras y por supuesto, los estudios demoscópicos de EL FINANCIERO que dan cuenta, en una de ellas, del repunte de Xóchitl Gálvez y en otra, la desaprobación de AMLO en niveles de 46 por ciento, según la encuesta nacional levantada en el primer mes de 2024.

A todo ello se suma la declaración de inconstitucionalidad por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación a la Ley de la Industria Eléctrica y luego, por si faltara algo, la guerra fratricida que se da al interior de Morena, por los ‘moches’ y los ‘diezmos’ para la campaña presidencial de la candidata del oficialismo.

Las evidencias que existen en torno al tráfico de influencias en la asignación directa de contratos a cercanos del clan familiar presidencial, son tan solo la punta de una madeja que se seguirá deshebrando conforme se acerca el final del sexenio y por supuesto más allá del 30 de septiembre, fecha en que culmina la administración del presidente.

Tradicionalmente, en la medida que se va terminando el sexenio del mandatario en turno, el poder presidencial se desploma, opacado por los candidatos —de todos los partidos políticos— que buscan sucederlo y más aún el del partido en el poder, como es el caso en este momento de Claudia Sheinbaum.

A ocho meses de que concluya la administración de AMLO, se observa a un presidente alejado del pueblo y autositiado en Palacio Nacional, tan solo rodeado de sus más cercanos incondicionales que en muchos de los casos no lo alimentan con información veraz, que se refleja en los datos que maneja el jefe del Ejecutivo federal en sus conferencias matutinas.

Este declive del poder presidencial no significa que AMLO no vaya a dar coletazos de autoritarismo en el tramo final de su gestión, sino que el poder real lo empiezan a tomar otros personajes políticos que buscan sucederlo.

Lo que ocurre con todas las “adversidades” que enfrenta el presidente en estos momentos se encuadra en esta lógica de la mengua del poder.

No es que exista un “compló” en su contra orquestado por las fuerzas oscuras del conservadurismo, sino que simplemente el presidente ha abierto demasiados frentes de batalla en los últimos cinco años, que le empiezan a pasar factura.

Cuando la mentira y la simulación sostienen el discurso presidencial, es entendible que los datos duros y la cruda realidad pongan contra la pared al mitómano.

Hay varios factores que evidencian esta pérdida paulatina del poder de AMLO:

1. Los aduladores oportunistas se ponen de tapete ante el paso de la candidata presidencial de Morena y rémoras y aunque ella no lo quiera, ya goza de ese poder desmedido que le da la gran posibilidad de que se convierta en la próxima presidenta.

2. Los poderes fácticos se alinean en torno al nuevo tlatoani.

3. El proceso electoral de Estados Unidos salpica con fuerza al gobierno mexicano saliente con relevaciones que pondrán los pelos de punta al principal huésped de Palacio Nacional.

4. Las Fuerzas Armadas, leales e institucionales, comienzan a dar el viraje natural hacia la subordinación ante la nueva presidenta.

5. La precaria situación por la que transita el país en materia de seguridad pública, violencia, pérdida de control en vastas regiones del territorio nacional a manos del crimen organizado; crisis económica, salud pública, educación, corrupción e impunidad, entre otros factores, incrementan el rechazo de la ciudadanía al presidente que va de salida.

6. El riesgo de un colapso social, económico y de gobernabilidad está latente en las próximas elecciones y ante ese riesgo se hacen coberturas de todo tipo por parte de los políticos, empresarios e inversionistas para protegerse ante esa eventual posibilidad.

7. Las pugnas al interior del partido en el poder y en el seno de la 4T se recrudecen sin que pueda hacer nada el presidente para contenerlas.

8. Al carecer de un gabinete capaz para salir al quite en los ámbitos de su responsabilidad, se dan grandes lagunas de poder, deficiencias y contratiempos de gran calado que complican la tarea de gobernar y sobre todo en el relevo de gobierno.

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