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'El perro del teniente', una sórdida historia de dominación y crueldad en un burdel

Abc.es 
En 1998 se estrenó ' El gos del tinent ', un texto de Josep Maria Benet i Jornet (1940-2020) en Tarragona y en catalán. Unos días después la traducción al castellano, ' El perro del teniente ', se presentaba en una lectura dramatizada ofrecida en la SGAE. Más de un cuarto de siglo después, la obra sube por primera vez a escena en Madrid; lo hace en las Naves del Español (del 8 de febrero al 10 de marzo) en un montaje que dirige Pilar Valenciano e interpretan Roberto Enríquez, Beatriz Argüello, Fernando Delgado-Hierro y María Ramos . La obra se sitúa en un burdel . En él se encuentran dos parejas. Uno está con una prostituta que le recuerda a la hija de un teniente, de la que él había estado enamorado de adolescente. Mientras tanto , en otra habitación, otro hombre, que había estado a las órdenes del citado teniente, espía al primero junto con la madame del prostíbulo. En un segundo encuentro, el voyeur, que es un hombre con poder y carácter autoritario, organizará el encuentro del cliente con la prostituta. Pilar Valenciano conoció el texto cuando estudiaba dirección en la Resad y recuerda que se quedó impactada. «No entiendo que no se represente más a Benet i Jornet, es un maestro de la dramaturgia». Thriller psicológico De este 'thriller psicológico' que entremezcla dos historias dice la directora que «es un juguete teatral que espero que apasione al público tanto como a mí». «No es un texto fácil, es una obra muy oscura -completa Roberto Enríquez -, que se mueve por lugares sórdidos, en los que el dolor se tapa con crueldad ejercida hacia otros, con manipulación... Se acerca más a una 'snuff movie' que a otra cosa. Hay algo muy bestia de cómo el poder utiliza la carne, y sobre todo la carne de la mujer, como puesta en escena. Es un texto que habla de ocupadores y ocupados». Beatriz Argüello , por su parte, habla también de «un mundo oscuro, en el que el motor es el sufrimiento, los traumas no superados que convierten a todos, aunque especialmente al personaje que encarna Roberto Enríquez, en mentes psicópatas. No tienen ninguna empatía con el resto de los seres humanos, y en esta obra la crueldad queda impune. Benet i Jornet no da nombre a los personajes, no les da identidad, simplemente los numera, y no es casual». Código Desktop Imagen para móvil, amp y app Código móvil Código AMP Código APP La influencia de Harold Pinter en el autor es notoria, señala Fernando Delgado-Hierro . Coincide en que es una lástima que no se le represente más en Madrid. «Merece la pena descubrirlo. El texto tiene una ambigüedad muy interesante, un misterio en los personajes y en la trama que atrapan al espectador, que le hacen preguntarse qué está pasando». El actor señala otra influencia: el filósofo francés Michel Foucault . «El estudio que hace sobre el poder, y más concretamente sobre la mirada en el poder, me recuerda a la teoría del panóptico de Foucault, esa cárcel en la que el preso está continuamente observado, lo que priva de intimidad y, a la vez, de poder. Es algo muy contemporáneo -donde con las redes sociales estamos exponiendo nuestra intimidad a la vista de todos- y Benet i Jornet usa la metáfora del teatro, y como hay un juego perverso en el que somos observados y la mirada del otro nos condiciona y nos coloca en un lugar de vulnerabilidad. Los que observan tienen el poder sobre los observados. Todo esto hace que un actor no pueda quedarse fuera en esta función». «El proceso de ensayos -concluye María Ramos - ha conllevado un trabajo por intentar disociar cuerpo y mente, tanto por lo que respecta a mi personaje como a mí misma como actriz. El amor es un motor para todo en la vida, también para el trabajo, y este ha sido un proceso de amor que me han llevado a darle honestidad y crudeza al personaje y me ha permitido crecer muchísimo».  

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