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EE.UU. intenta en unas horas regresar a la Luna con una nueva misión privada

Abc.es 
Apenas ha pasado un mes desde que la nave Peregrine , llamada a hacer historia y representar la vuelta a la Luna de EE.UU. tras más de medio siglo sin posar tecnología sobre nuestro satélite, acabase desintegrada sobre la atmósfera terrestre. Todo fue bien durante el lanzamiento. Pero horas después y ya de camino a nuestro satélite vecino, una fuga de combustible obligó al equipo responsable de la nave, Astrobotic, a dar por perdido primero la posibilidad del alunizaje suave, después la misión al completo. Un fracaso que se sumaba a la larga lista de intentos de los últimos años del sector privado (no solo de origen estadounidense, sino también por parte de países tan dispares como Japón o Israel) por 'colonizar' la Luna. Pero esta derrota no parece haber desalentado a EE.UU., que volverá a intentarlo en apenas unas horas. El nombre de la misión: IM-1 , haciendo honor a las iniciales de Intuitive Machines, empresa que, en esta ocasión se jugará el todo por el todo por convertirse en la primera compañía privada en alunizar. En el interior de la sonda: desde instrumentos de la NASA, que financia en parte la misión, a esculturas de Jeff Koons, el artista que creó el famoso perro floral frente al Museo Guggenheim . El destino: el codiciado polo sur lunar, donde las principales agencias espaciales tienen puestos sus ojos para crear las primeras bases humanas permanentes . La fecha elegida: la madrugada de San Valentín, concretamente a las 0.57 hora de Cabo Cañaveral, en Florida (6.57 hora española), desde donde despegará en un cohete de SpaceX. Detrás de este nuevo intento de EE.UU. por regresar a la Luna: la iniciativa Commercial Lunar Payload Services (CLPS) de la NASA, un proyecto en el que la agencia espacial invertirá 2.600 millones de dólares para alentar a empresas privadas a hacerse cargo del envío de suministros e instrumentos científicos a nuestro satélite. Noticia Relacionada reportaje Si Nueva carrera espacial: EE.UU. teme el ascenso de China David Alandete | Corresponsal en Washington La NASA pierde terreno en la competición por conquistar la Luna por una serie de reveses en el programa Artemis, su esfuerzo para crear bases permanentes «Entendemos y damos la bienvenida a la responsabilidad de la misión IM-1», afirmó Trent Martin, vicepresidente de Intuitive Machines durante una rueda de prensa el pasado 31 de enero. «Las esperanzas y los sueños de nuestros empleados y sus familias, además de nuestros clientes, accionistas y las operaciones lunares de todo el país, están empaquetados y listos para el lanzamiento», sentenciaba. La suerte, pues, está echada. Una odisea en el espacio La nave no tripulada en la que viajarán todos estos anhelos tiene nombre de epopeya griega. Su nombre, Odiseo, en honor al rey de Ítaca que navegó por aguas traicioneras para regresar a casa. Un bautismo apropiado para un peligroso viaje espacial que no se ha repetido con tecnología norteamericana desde 1972, año en el que se posó la última misión del Programa Apolo de la NASA y los últimos humanos que visitaron nuestro satélite. Odie, tal y como llama cariñosamente a la nave el equipo de Intuitive Machines, será el primer prototipo del modelo de alunizadores Nova-C que la compañía pruebe sobre el terreno. No obstante, no será el último: este año también veremos las misiones IM-2 e IM-3, con idéntico objetivo, explica la NASA en un comunicado . Porque esta sonda, que mide algo más de cuatro metros de altura y pesa unos 675 kilos, es capaz de transportar hasta 130 kilos de carga útil a la superficie lunar. En esta misión en concreto llevará a bordo una decena de instrumentos, entre ellos seis creados por la NASA. Una de ellas, llamada SCALPSS (Stereo Cameras for Lunar Plume Surface Studies), promete ofrecer algunos de los mejores datos de su tipo desde Apolo, además de una retransmisión en imágenes de las operaciones. Consta de cuatro cámaras instaladas en las patas del módulo de alunizaje que tomarán imágenes en 3D durante el descenso y alunizaje final. Si todo sale según lo previsto, la nave se posará suavemente el próximo 23 de febrero en Malapert A, un cráter ubicado en la región del polo sur, muy cerca de uno de los posibles lugares de aterrizaje propuestos para Artemis 3, la misión que devolverá una tripulación humana a pisar nuestro satélite. Mientras SCALPSS observa las maniobras de Odie desde abajo, el CubeSat EagleCam, construido por un equipo de 26 estudiantes de la Universidad Aeronáutica Embry-Riddle, registrará sus acciones de lado, para acabar chocando poco después con la superficie lunar en un vuelo productivo, pero suicida. Da igual su ángulo: el equipo espera que al menos una de las tres cámaras gran angular a bordo capturen a Odie aterrizando a unos 10 o 12 metros de distancia. Además, Odie también porta algunos instrumentos que ya llevaba la malograda Peregrine, como el instrumento LRA (Laser Retroreflector Array), una suerte de 'espejos' sobre una estructura de aluminio que, al apuntarse con un láser, permiten determinar con exactitud la distancia desde cualquier nave espacial en órbita o durante el alunizaje; o el NDL es un sensor basado en LIDAR (Light Detección y Rango) que utiliza láseres para proporcionar una detección extremadamente precisa de velocidad y alcance (distancia al suelo) durante el descenso y aterrizaje del módulo de aterrizaje; algo así como el radar de la policía, pero con láseres. No solo llevará carga de la NASA. La marca de deportes Columbia probará en esta misión su material Omni-Heat Infinity, el mismo que utiliza para sus chaquetas aquí, en la Tierra, para proteger la sonda de las temperaturas extremas del espacio exterior. Por otro lado, el controvertido artista Jeff Koons -autor de algunas de las obras más características del Museo Guggenheim de Bilbao y considerado el artista vivo más cotizado- ha creado una serie de 125 obras que cada una comprende tres componentes: una escultura que se instalará en la Luna, otra que permanecerá en la Tierra y una obra NFT, solo disponible en formato digital. Éxito donde todos han fracasado A pesar de que todos tenemos en nuestra retina el éxito de la misión Apolo 11, históricamente, solo cinco de cada nueve intentos han tenido éxito. Además, en los últimos años hemos asistido a sonados fracasos: desde el intento de Rusia este verano que acabó con la nave Luna-25 chocando contra la superficie lunar, pasando por la propia Peregrine o las japonesas MoonSniper y Hakuto-R , hasta la sonda privada israelí Beresheet , que en 2019 se estrelló portando miles de tardígrados en su interior. Además, ninguna nave hasta la fecha, salvo la nave india 'low cost' Chandrayaan-3 ha conseguido posarse suavemente sobre el polo sur lunar. MÁS INFORMACIÓN noticia Si Científicos que dejan Cambridge o el CERN por España: «Vuelvo para quedarme» noticia No EE.UU. está cada vez más cerca de 'domar' la energía ilimitada y limpia del Sol «Lo que le hemos pedido a la industria que haga, que es aterrizar suavemente y operar en la superficie de la Luna, no es nada fácil. De hecho, es extremadamente complejo», señaló por su parte Joel Kearns, administrador asociado adjunto para exploración en la Dirección de Misiones Científicas de la NASA, en la conferencia de prensa del 31 de enero. La odisea de Odie, pues, está a punto de comenzar.

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