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La superproducción de coca, más barata, multiplica los narcopisos en Madrid

Abc.es 

Centro, Ciudad Lineal, Puente de Vallecas, San Blas, Tetuán, Latina, Villaverde, Usera , Carabanchel... La proliferación de narcopisos en Madrid (con todas sus variantes, como los narcolocales , los narcoburdeles e incluso narcovestuarios ) viene pareja al incremento de la cocaína que se mueve por la capital y alrededores. Ya no es cosa solo de poblados como la Cañada Real o de barrios muy concretos en los que casi nunca se ha podido entrar con tranquilidad; ayer mismo, la Policía Municipal procedió al desalojo de unas dependencias deportivas en el corazón de San Blas que se habían convertido, a manos de camellos okupas , en puntos de venta pero también de consumo: las palizas, acuchillamientos , atracos a viandantes e incluso a los propios toxicómanos habían convertido ese cruce de Alberique con Tejedores en un agujero negro dentro del barrio. En la intervención, una persona fue detenida por un delito contra la salud pública. Sin ser un país de producción, la situación geográfica de España la ha consolidado como la gran entrada de estupefacientes a Europa; pero también un interesante lugar para los vendedores finales. Las estadísticas hablan del incremento sin parar del consumo de estas sustancias. «Está todo lleno de cocaína, porque Colombia ha dejado de fumigar las plantaciones con unos tipos de pesticidas muy tóxicos y existe superproducción. Esto está suponiendo que el precio haya bajado muchísimo. Si normalmente el kilo de coca en España estaba a unos 45.000 euros, ahora está a 18.000, menos de la mitad», explican a ABC fuentes policiales muy bregadas en este tipo de investigaciones. Noticia Relacionada estandar No La Policía Municipal desaloja los 'narcovestuarios' municipales okupados en San Blas El ayuntamiento mantenía en las instalaciones de la calle Tejedores, esquina con Alberique, una «vigilancia prácticamente constante» desde el mes de diciembre Es más, el coste del estupefaciente en el país suramericano apenas alcanza los 3.000-4.000 euros. El veto colombiano y por decreto al uso del glifosato ha inflado aún más un globo, el de la superproducción, que ya estaba hinchado a raíz del parón de la pandemia del Covid; es decir, a los remanentes que existían tras el cierre de fronteras por el coronavirus se les suma ahora ese 'stock' propiciado por la prohibición de los agentes tóxicos en las plantaciones por parte del Gobierno de Gustavo Petro. Una medida controvertida que viene yendo y viniendo desde el llamado proceso de paz con los terroristas de las FARC. Como un silogismo, eso está provocando que los grandes alijos incautados en nuestras fronteras sean de más peso (centenares de kilos por operación) que hace un año y medio, por ejemplo. «Y, además, los puertos holandeses y belgas están a tope», indica otra fuente consultada. Menos dinero de adelanto Aseguran los expertos que «esos países ya son 'narcoestados', donde el crimen organizado se ha afincado y los policías y fiscales deben ir con escolta»: «Además, mucha de la cocaína que iba al Reino Unido acaba ahora en España. Allí el kilo se vende más caro y ese mercado está saturado, amén de las condenas por narcotráfico, que son más duras». Esta cantidad desmedida de droga, esta oferta creciente, se refleja incluso en que si antes desde Colombia un cártel pedía un adelanto del 75% del total de la operación a los compradores transatlánticos, ahora solicitan el 20%. Hace 15 años, las organizaciones colombianas venían a España o tenían sus oficinas de cobro y sucursales en Madrid. DE SAN BERNARDO Pero a aquellos nacionales se les retiró la necesidad de visado y mandaron aquí a su gente, que se estableció de manera continua. «Se encuentran asentados y dominan el mercado», en referencia a esas mafias, que comparan así con otras: «Los dominicanos, por ejemplo, la droga que traen lo hacen por el aeropuerto de Barajas, lo que significa mucha menos cantidad, a través de 'mulas' y 'maleteros'». Y así siguen colonizando una ciudad como Madrid, donde los narcopisos copan titulares de prensa un día sí y el otro también. Son varios los agentes que señalan que «cuando hay mucha droga, hay más violencia y peleas en la calle, se producen también 'vuelcos' [robos de alijos entre narcos]», en relación a parte de los sucesos que acontecen en la capital y otras grandes ciudades. «He gastado 7.000 euros en tres días porque he dejado dinero y me acaban de robar en un narcopiso» Ágata Toxicómana El ejemplo más actual lo tenemos en los 'narcovestuarios' de San Blas. El sábado pasado, un venezolano de 19 años acuchilló en el cuello, detrás de una oreja, a un marroquí de 36. Todo, por la droga y en esas instalaciones. El más joven recibió también una pedrada en la cabeza. Ambos fueron hospitalizados bajo custodia policial, en calidad de detenidos. Pocos dudan de que, pese al desalojo de ayer por parte de la Comisaría Central de Seguridad (los antidisturbios de la Policía Municipal), no tardarán en volver. Están frente a una cancha deportiva pública, donde el ayuntamiento realizó una inversión de mejora no hace mucho. Porque el problema no es solo en esas instalaciones. Va mucho más allá. Hay un 'corredor' de la droga entre la salida del Metro de Simancas que da al parque Paraíso y la calle de los Tejedores, unos cientos de metros «por los que no se puede pasar», coinciden Rosa y Desiré, dos vecinas a las que ABC se encuentra por las inmediaciones. «Veníamos ahora hablando de eso. No se puede salir por la noche, los toxicómanos se te echan encima. Y al hijo de una vecina, de solo 17 años, hace unos días lo apuñalaron las bandas latinas, porque sí. Le pegaron primero y luego le acuchillaron en la cadera, por el Metro de Las Rosas», explican. El problema va más allá de los vestuarios; en pisos de Tejedores se vende y en el parque Paraíso la presencia de toxicómanos, incluso durmiendo dentro de coches y defecando en las aceras, es un mal endémico. Su amiga completa su resumen: «No vayas para la calle de Amposta, la comercial, o hacia los jardines. A una mujer le dieron un tirón y la arrastraron por la calle. Le rajaron la rodilla con una alcantarilla». En la misma Tejedores, Amaia, que lleva trabajando en esa zona seis años, reconoce que cuando se mudó de Hermanos García Noblejas a Coslada pensó en buscar algo por Simancas. «Pero al ver esto, no quería mudarme aquí de ninguna manera», relata. «Los yonkis están todo el día pidiéndote dinero y avasallándote. Te dicen que les des un euro para un hijo o para el autobús, y si no contestas, te miran mal. Es horroroso, horrible. Ponen colchones en cualquier sitio y tiran la basura. Y luego están las broncas en las casas, que son muchísimas. He llegado a ver a un chico trepar a un tercer piso por la fachada porque el padre le había echado». «Es un chorreo diario» Valle, Lolo y Pepa no pueden mostrar más su estupefacción. «Directamente, venden la droga por las ventanas, por ejemplo, en el número 37 de Tejedores», dice una, a lo que apostilla su amiga: «Y ya las canchas es que son suyas». Relata la más joven cómo enfrente de su casa, «entran continuamente a comprar»: «No es normal que a un piso acudan tantos amigos con esas pintas... Es que el chorreo es diario». Lolo, «de San Blas de toda la vida», afirma que «en el barrio también hay gente muy buena». «Pero es cierto que la situación de ahora es tremenda, no tienen respeto ninguno. Casi todos los portales tienen narcopisos», denuncia. Valle asegura que hace poco le robaron el teléfono móvil un chico: «Cuando fue a denunciar, la Policía le dijo que se diera una vuelta por ahí, a ver si se lo vendían. ¡Su propio móvil!». Ágata (nombre ficticio) tiene 38 años y lleva desde los 14 enganchada a la droga. Es una de las asiduas diarias a estos puntos de venta, reconoce a este diario entre lágrimas. Le acaban de robar en uno de los narcopisos. «Vengo aquí porque engancha más el ambiente, estar con la gente, que 'pillar'», afirma, aunque reconoce que ese ambiente «es malo». «He ido al cajero a sacar dinero y, mientras, me lo han quitado todo, dinero, ropa... Antes iba a Pitis, en la otra punta, pero como me he venido a vivir del Barrio del Pilar a Ciudad Lineal, esto me coge más cerca. Son cuatro viviendas y se vende en dos», añade sobre los narcovestuarios. Dice que está trabajando, que es psicóloga, que ejerció en un Centro de Atención Integral a Drogodependientes (CAID), el de Tetuán... Y en ese momento se acerca otro toxicómano, de mediana edad y magrebí, a sumarse a la charla: «Él fue paciente mío», le señala Ágata, que sigue: «Llevo drogándome toda la vida. Estuve en prisión desde 2014 a 2020 por robos para drogarme, salí y se me hizo un mundo la calle. Mis padres murieron y vivo con mi hija de 16 años. Trabajo en una consulta privada, porque del CAID me echaron cuando se enteraron de que consumía. Tomo heroína y cocaína a diario. En los tres últimos días he gastado 7.000 euros, porque también he prestado dinero. Este martes ya se acabó. Lo juro por mi hija. Yo ya no quiero esto».

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