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El horror a 400 metros de la tragedia: la guardería del pequeño fallecido, de luto

Abc.es 

Se refugiaron de las llamas en el baño, desde donde trataron de hablar con emergencias y allegados para pedir auxilio. El fuego, desatado el jueves a media tarde en un edificio residencial del barrio de Campanar, del que hoy sólo queda la estructura, sorprendió a esta familia en casa. Un matrimonio con un niño de dos años y un bebé recién nacido , que las autoridades identificaron ayer entre las nueve víctimas mortales en el descomunal incendio de Valencia. Quienes recibieron su llamada a la desesperada, mientras estas cuatro personas trataban de poner distancia con las llamas, están destrozados. Según ha podido saber ABC, trataron de ponerse en contacto con el 112 y después con familiares y amigos para que pidieran socorro por ellos. Una persona cercana a estos da cuenta de su angustia , puesto que sabiendo lo que ocurría, no pudieron hacer nada para evitar lo peor. La noticia de que el incendio en el complejo de catorce plantas había afectado a esta familia corrió a través de las redes sociales ayer, en concreto, en los chats de mensajería de antiguos alumnos del colegio Jesús y María de Valencia , un centro religioso de la capital del Turia. La madre fue alumna y quienes en el pasado cursaron allí recibían horrorizados las informaciones que empezaban a trascender en medios locales. Primero sobre su desaparición; más tarde de la confirmación del trágico final. Luto y atención psicológica «No podíamos esperarnos esto. Imagínate cuál es la situación dentro», comentaba con cara de consternación una de las gerentes de la escuela infantil Sant Pau , donde la pareja llevaba al mayor de sus pequeños y que no paró de recibir visitas en toda la mañana. Noticia Relacionada estandar Si El día después en la zona cero del incendio en Valencia: «Nadie entiende nada» Toni Jiménez Los vecinos del barrio de Campanar observan atónitos el esqueleto del inmueble calcinado por las llamas En la puerta, sobre los teléfonos de contacto en una cristalera, luce desde este viernes un lazo negro , en memoria de la familia desaparecida. La situación allí, un día después de que se desatase el infierno a unas pocas manzanas de este centro, era desoladora. En el interior, a través de las vallas, podía verse a familias en silencio y un ir y venir de personas. Padres, madres, abuelas y abuelos llamaban al timbre para recoger a sus hijos y nietos visiblemente emocionados pues, a pesar de todo, la vida sigue y la guardería continuaba en funcionamiento. Pero detrás de esta aparente normalidad, el dolor. Un dispositivo de Cruz Roja acudió al centro y recogió a varias trabajadoras que, al parecer, habrían sufrido una crisis y la directora del centro tuvo que recibir ayuda psicológica tras conocer lo sucedido, al igual que varias profesoras, atendidas por especialistas. Además de los cuatro muertos, otras cinco familias afectadas por el incendio -residían en el edificio, pero no se encuentran entre las víctimas mortales- recurrían a los servicios de esta escuela. Y es que desde la puerta de la guardería de una planta, a unos cuatrocientos metros en línea recta, puede verse el esqueleto del edificio calcinado , donde ayer los bomberos y los equipos de emergencias accedían, después de asegurarse de que no se iba a venir abajo, para hacer la primera inspección ocular. Encontraron, desgraciadamente, los nueve cadáveres. Esta corta distancia hace entender la cercanía que los trabajadores del Sant Pau tenían con las víctimas del siniestro y cómo les ha afectado. Centro de ayuda En ese trasiego de gente, un grupo de cinco jóvenes llegaba hasta el centro buscando alguien que les atendiera. Algunas son de Valencia, otras de fuera de la ciudad. Han recibido un mensaje y vienen a prestar ayuda. «Nos ha llegado por Whatsapp. Contaba la situación que vivía la guardería esta mañana después de saberse lo de la familia y hemos decidido venir a echar una mano», cuentan a ABC. Son psicólogas, algunas estudian todavía, otras ejercen, pero todas querían colaborar. Como ellas, muchas otras personas se acercan a la valla para preguntar si hace falta de cualquier cosa. Valencia está en shock, pero esto no impide a su gente volcarse con los afectados. Ante el aluvión de voluntarios, los responsables de la escuela agradecen a través del telefonillo su interés , pero les dicen que ya tienen la ayuda necesaria. Cambian de dirección y se dirigen a la Tabacalera , el punto que ha establecido el ayuntamiento de la ciudad para aquellos que quieran echar una mano. No tienen otra cosa más importante que hacer. La propia guardería Sant Pau, que ha sufrido directamente lo ocurrido, es un ejemplo de esto. Poco después de recibir la noticia, escribía un comunicado dirigido a las familias en el que trasladaba su sensación de «impotencia y tristeza» por lo ocurrido. Además del fatal desenlace en el que la pareja y sus dos criaturas perdían la vida, muchos de los habituales del centro perdieron su hogar, pero tras el lamento decidieron pasar a la acción, ofreciendo su ayuda a todas las familias del barrio de Campanar. Así, han convertido la escuela en un centro de recogida del material urgente para los afectados . Enseres de uso escolar, productos de higiene personal, ropa interior, calcetines, prendas para adolescentes, zapatillas de las tallas 41 y 43 o pantalones de hombre son los efectos que más se necesitan y que, desde ayer, el centro se ha ofrecido para recoger y coordinar su envío a los distintos puntos habilitados por el consistorio. Hoy sábado estarán hasta las doce de la mañana, en la Avenida Pío Baroja esquina Josep Alminyana i Vallés (Campanar), llevando a cabo esta labor. Junto a ellos, la falla 'Manuel de Falla-Tamarindos', también a pocos metros del horror.

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