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Feministas a la contra: «No nacimos víctimas, sabemos defendernos y somos indomables»

Abc.es 

Son diez y nadan a contracorriente. Abogadas, economistas, politólogas, antropólogas, periodistas y escritoras que han decidido desmontar el «feminismo hegemónico» en 'Indomables' (Ladera Norte) , un volumen de ensayos que rechaza la interpretación política, ideológica y jurídica de las mujeres como objeto de tutela: «Frente a aquel feminismo oficial y necesitado de víctimas, nos rebelamos. Queremos romper el silencio impuesto y alzar la voz para abogar por la plena igualdad ante la ley». Así de claro. Pertenecen a generaciones, profesiones y experiencias distintas, pero tienen un objetivo común: devolver el feminismo a la razón. Lo hacen «sin obviar tramposamente las diferencias biológicas entre los sexos» y con «un caleidoscopio de visiones que ayude a entender la condición de la mujer española de hoy y sus desafíos reales». Así lo explican en el prólogo del libro la abogada Berta González de Vega y la periodista Yaiza Santos , las responsables de la selección y edición de los textos que conforman este libro. 'Indomables' comenzó a escribirse seis años atrás. El manifiesto de una treintena de mujeres bajo el título 'No nacemos víctimas' , publicado en 'El País' el 6 de marzo de 2018, fue el arranque de este feminismo contestatario y el germen del libro. Berta González de Vega , que ha estado en el nacimiento de ambos, ha propuesto, junto a Yaiza Santos, una revisión del «populismo feminista» que determinados partidos políticos e instituciones han hecho suyo tras el desmantelamiento de las grandes ideologías. Su uso es instrumental y ellas quieren demostrarlo. Transgenerismo El «feminismo de trinchera» no sólo no ha resuelto los problemas de desigualdad entre hombres y mujeres. Ha creado otros nuevos: desde la deriva del 'transgenerismo' a partir de los postulados teóricos de Judith Butler al uso político y jurídico de esa ambigüedad. A ese tema se refiere la abogada y escritora Paula Fraga en su ensayo 'El feminismo que debe ser defendido', refiriéndose a la izquierda como responsable del borrado de las mujeres. Ser mujer es un hecho biológico, no una construcción. Esa deriva se plasma de manera concreta en la vida de los ciudadanos a través de las leyes —la Ley de libertad Sexual y la Ley Trans— así como de determinados tribunales de la opinión pública que Guadalupe Sánchez analiza como un populismo punitivo». Desde el periodismo, Rebeca Argudo ilustra la deriva de «un oscuro derroche de dinero» incapaz de traducirse en una solución. Es decir: un feminismo profesional que vive de ese discurso del agravio, al margen de su incidencia. La mezcla es explosiva: borrado de las mujeres, victimización y ramalazos de totalitarismo. Marta Martín Llaguno habla de la hipocresía de los partidos políticos —de izquierda, pero no sólo—-al ofrecer «políticas de género» que sirven para «lavar su imagen». Así lo explica Yaiza Santos al momento de dar cuenta del amplio abanico de este libro que llega a las librerías en ocasión del Días Internacional de la Mujer. Responsabilidad Desde el prisma económico, María Blanco desgrana la importancia de la riqueza y el papel de las mujeres como empresarias. Teresa Giménez asume una perspectiva científica, María Calvo Charro hace una defensa de la maternidad en un país cuya tasa de natalidad se desploma y acerca del efecto de este discurso en los hombres, los padres y los niños, Berta González de Vega ofrece una visión sobre la educación. «Escribimos a contracorriente, lo sabemos», explica. «Está todo muy relacionado con la irresponsabilidad. El victimismo es el germen de la idea que defendemos: no nacemos víctimas». El impacto ciudadano del feminismo como agravio acabará creando, según González Vega, «jóvenes reaccionarios y chicas más débiles», pero producirá algo mucho peor: el afán de victimismo. «A sus hijos y sus hijas, mi madre nos decía: quiero que seáis fuertes. No somos víctimas, no somos débiles, somos responsables de elegir e intentar vivir como queramos, con esfuerzo y responsabilidad». La base de 'Indomables' es extrapolable al razonamiento ciudadano, una circunstancia común en hombres y mujeres. La pluralidad de quienes escriben en este libro, defiende González Vega, abre paso al debate y desactiva la polarización. «Veo necesario que seamos distintas. Como vivimos en el mundo de las etiquetas, hay miedo en las mujeres a significarse en determinados mensajes, como si existiese un feminismo de izquierdas o de derechas, cuando en realidad se trata de un feminismo del del sentido común clásico». El consentimiento En su ensayo 'El sentido de consentir' (Anagrama), Clara Serra entró en el debate sobre las relaciones civiles libres entre seres humanos. Aludiendo a la idea del contrato implícito, Serra opone a la paradoja que entraña la claridad de una decisión versus la necesidad de una legislación en la materia, refiriéndose a la reforma del consentimiento incorporada en la Ley Orgánica 10/2022, de 6 de septiembre, de Garantía Integral de la Libertad Sexual. «El consentimiento –supuestamente obvio, unívoco y claro– tendría como único obstáculo unos jueces machistas que se niegan a incorporarlo a la ley. Si la cosa es así de simple, parece obvio que la solución desde el punto de vista jurídico es facilísima: hacer que las leyes simplemente lo requieran en lugar de ignorarlo. ¿Podría acaso estar todo más claro?». La cuestión de fondo, dice Serra, es otra, porque remiten a algo prejurídico.

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