Cruz, ¿hasta el final contigo?

La cruz pesa, la cruz agota, la cruz asusta, la cruz humilla, la cruz ridiculiza… Por eso la carga de la cruz se esquiva, el cansancio es una motivo para evitarla, su pesadez una razón para eludirla. La cruz es fea, su madera innoble, su tacto es áspero y pegajoso. La cruz nunca es de plata, nunca la ensamblaron carpinteros nobles . La cruz fue hecha a golpes de verdugo, con tablones bastos , para que expusiera carne colgante asida por los clavos. La cruz nunca tuvo cantoneras de oro, ni piedras preciosas engastadas en sus palos… La cruz no tuvo flores ni es mayo su vestido . Su adorno fue de espinas y una lanza su ornamento. Por eso la cruz pesa y no puede llevarse hasta el final del camino si no hay un cirineo que ayude a cargarla. Pero la cruz sale al encuentro, la cruz es cada día, sus formas son diversas, no siempre es la madera su aspecto y su sustancia. La cruz es realidad que sale a nuestro paso en forma de llamada que clama en el desierto . Noticia Relacionada El patero del lunes opinion No Donde muere la esperanza Miguel Ángel de Abajo Viven su particular Cuaresma haciendo estación de penitencia, no en la Catedral, sí en el calvario de un abortorio Su voz es compromiso, su voz es exigente, su voz es voz muy dura que a veces acobarda. Por eso a la cruz la adornamos con bellas pedrerías, con láminas de oro , con sublimes altares, porque así, levantándola con marchas en pasos de oro fino, hacemos de la cruz un traje a la medida, a la medida nuestra, medida siempre cómoda y chica. La gloriamos con humo de incienso perfumado… Pero, a la vez, dejamos en el suelo los kilos de su peso, disculpándonos de caminar hasta el final con ella, no sea que el final esté lejano, el camino sea empinado, el terreno abrupto y las horas de la marcha impidan el goce, el sueño o el descanso . Sin embargo, hay locos que dijeron que la cruz es Vida, que la cruz es leve , que su peso el blando. Hay gente que la asume, que la abraza y la besa hasta el final con Ella, contigo que eres cruz. Pues cruz es decir sí, echarse el sí al hombro y cuando la madera del sí abra escaras en la carne, besarla, acariciar su pesadez de yugo, porque así lo hizo el Maestro Nazareno que experimentó la cruz, el peso de su yugo, que se agotó y rogó que pasara el cáliz de la cruz sin tener que beberlo… Pero que dijo Sí, hasta el final contigo, cruz, porque así nos enseñaba que el cansancio de la cruz, su escarnio, su derrota y su peso no se alivian apartándola, sino acudiendo a Él, nuestro Cirineo, porque su yugo es llevadero y su carga ligera.