Diego Vázquez, el guardián del mostachón de Utrera
Hablar de Utrera es hacerlo de los mostachones, el dulce más famoso de la repostería de esta ciudad que se elabora de manera artesanal en los obradores de las confiterías. Un dulce que es un emblema de Utrera , que ha traspasado las fronteras de la ciudad y que desde que se montó en el tren a finales del siglo XIX –donde era ofrecido por numerosos utreranos que se buscaban la vida de esta forma- ha llegado a todos los rincones de España. Y si hablar de Utrera es hablar de los mostachones, hablar de los mostachones es hacerlo de Diego Vázquez, una de las personas de Utrera que más ha hecho por la difusión de este dulce. Diego se ha criado entre mostachones, panes de verdad y hornos de leña. Él es la cuarta generación de una familia de panaderos y pasteleros que se ha ganado la vid a con este duro trabajo, mientras que ahora ya son sus hijos –Diego José y José Diego-, los que han tomado las riendas de la casa, dándole continuidad a una saga familiar que ya alcanza su quinta generación. «Cuando sólo tenía 14 años, ya repartía pan por todos los rincones de Utrera en una bicicleta con unas angarillas», explica el propio Diego, al que se le ilumina la cara cuando viaja hacia el pasado a través de los recuerdos. Un utrerano que reconoce que «he hecho miles de kilómetros por toda Andalucía para llevar el mostachón a todos los rincones». Para entender el origen de la comercialización de los mostachones hay que viajar hasta el último tercio del siglo XIX y concretamente hasta el año 1880, momento en el que José Romero Espejo, bisabuelo de Diego Vázquez, fundaba una panadería en la que como cuenta el propio Diego «se vendieron por primera vez envueltos de la forma que ahora conocemos con el objetivo de que no se pusieran duros». José recogió el legado de las monjas clarisas, en cuyo convento de la calle Santa Clara de Utrera todo indica que nació la receta del mostachón. Toda esta historia está más viva que nunca hoy en día gracias a que Diego ha hecho un tremendo esfuerzo para ponerla en valor, evitar que se pierda y conservar elementos y documentos que no son sólo historia de su familia, son historia de la repostería utrerana , considerada como una de las más desatacadas de la provincia de Sevilla. En su actual establecimiento de la plaza de la Constitución, Diego guarda auténticas joyas, que formarán parte en un futuro inmediato del 'Museo del Mostachón', lo que sin lugar a dudas sería un enorme atractivo turístico para Utrera. En perfecto estado Una de las piezas más espectaculares que se conservan es el antiguo horno de leña en el que se elaboraban los mostachones, y que como el propio Diego explica «lo tenemos actualmente en perfecto estado de revista». Para los amantes de las curiosidades, en este museo también se encuentra la primera batidora mecánica que se utilizó en la confitería y que fue inventada por el abuelo de Diego a finales del siglo XIX. Un ingenio al que se le añadió un motor, y es que como explica el propio Diego «antes había que batir los mostachones de manera manual, con varillas de madera de pino». Diego guarda en este local auténticos tesoros, entre los que también destacan fotos, documentos, recetas y un precioso cartel publicitario de los mostachones que data de la década de los años 20 del siglo XX y que se encontraba en la primitiva panadería que la familia tuvo en el entorno de la plaza del Altozano –antigua calle Lucio-, cuando se trasladaron de la calle Juan de Anaya. A todo ello hay que unirle también una pequeña imprenta que se usaba para hacer las primitivas publicidades y ponerle el nombre al envoltorio de los mostachones. Y es que si Utrera tiene que tener un museo, es normal que esté dedicado a la historia del dulce que la ha hecho famoso, y desde luego ese museo no puede estar en mejores manos que las de Diego Vázquez.