El pendiente de la seguridad
Cuando López Obrador concluya su sexenio seguramente continuará siendo un presidente popular. Dejará su cargo como sus odiados antecesores panistas –Fox y Calderón– con una alta calificación. Aunque, sin lugar a duda, su estilo de liderazgo seguirá siendo analizado, festejado o vilipendiado, más allá del término de su mandato.
Sin embargo, lo que podemos ver es que dejará un tiradero en varios temas. Uno de ellos, sin duda, es el de la seguridad. El país es un polvorín. No es extraño que en estados gobernados por Morena, como lo son Colima, Zacatecas y Veracruz, el crimen se enseñorea sin problema alguno. Y tiene sentido. Desde la Presidencia de la República se ha dejado actuar a los criminales, incluso el propio Presidente ha hablado de la condición humana merecedora de respeto de los miembros del crimen organizado y ha reiterado sistemáticamente que “también son mexicanos”. Si el Presidente los justifica y anda de brazos caídos en materia de política pública contra el crimen, qué se puede esperar de sujetos de tan ínfimo nivel como Cuitláhuac García o David Monreal.
No debe sorprender que Xóchitl haya centrado sus primeros días en el tema de seguridad. Es el más relevante para la ciudadanía y es el pendiente más grave de López Obrador. Cierto, la población no parece querer cobrarle directamente al Presidente su inacción en ese sentido, pero seguramente lo hará con los gobernadores, que carecen de la cercanía y el liderazgo que mantiene AMLO. Claudia Sheinbaum tiene que hacer malabares con el tema. Al igual que su jefe se dedica a hablar de la guerra de Calderón –cuyo gobierno concluyó hace 12 años– y no atina a dibujar una estrategia nacional al respecto. Su único recurso es presentarse con Omar García Harfuch –despreciado por el Presidente y su horda de radicales– para proyectar una idea de que va a actuar de manera decidida.
Por eso levantó airados reclamos la propuesta xochilista de la cárcel de alta seguridad. Porque todos sabemos que en este gobierno la cárcel se ha usado para ingresar adversarios del Presidente y dar supuestas lecciones de firmeza contra los malos. Pero también todos sabemos que no es el crimen organizado el que es prioridad en el combate del gobierno, sino sus opositores. La cárcel de Gálvez es una muestra de que nada tienen en el tema de seguridad que presumir el Presidente y su candidata y que una promesa de alto impacto como la de la candidata panista los pone contra las cuerdas.
Si bien, como mencioné anteriormente, hay estados de alta preocupación, mención especial merece Guerrero. Ese estado gobernado por la hija de uno de los consentidos de López Obrador está en llamas. La gobernadora parece ausente ante las brutales muestras de control de las bandas criminales que se pelean el estado. A eso hay que sumarle el desastroso manejo que han hecho el gobierno federal y el Presidente del caso de Ayotzinapa, con sus jóvenes muertos y desaparecidos. Exprimieron el caso durante años de una manera cínica y desvergonzada; ahora no tienen respuestas para los padres de las víctimas. Ya aventaron una camioneta a Palacio Nacional la semana pasada y todo parece indicar que esa violencia va a crecer.
Como se puede ver, Xóchitl hace bien en volver una y otra vez al tema de seguridad, pues es un tema perdedor para el gobierno y su candidata.