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Tres elecciones y un destino entretejido

Este 2024 será como pocos, un año marcado por elecciones. Alrededor de 100 países las tendrán y se renovarán las presidencias en 50 de ellos. En un mundo globalizado todas tendrán que ver entre ellas y aunque unas serán más determinantes que otras.

En nuestro hemisferio los comicios en Estados Unidos serán de la mayor relevancia para nuestro futuro. La semana pasada estuvo marcada por momentos por demás relevantes para los procesos electorales en ambos países, en el nuestro finalmente iniciaron formalmente las campañas y en EU se definieron, en el supermartes, quiénes serán los dos contendientes a la Presidencia en aquel país y además el presidente Biden dio su informe sobre “El Estado de la Nación”, que más allá de la obligación que tiene al respecto, fue sin duda además un acto de campaña.

De la misma manera hay que poner la vista en Canadá, que si bien no tiene elecciones este año se prepara para ellas y los efectos de ello ya los estamos viendo en cuestiones tan “prácticas” como las visas para mexicanos que viajan a ese país y en temas como el tratado comercial y migración que generan tensiones políticas en aquel país.

Cada quien con sus problemas, pero todos compartiendo un mayor número de cuestiones que nos son comunes. Como nunca, las relaciones entre los tres países serán motivo de las deliberaciones en las campañas. Pero vayamos por partes.

Aquí arrancamos sin sorpresas, Claudia Sheinbaum reitera su lealtad a López Obrador y centra su campaña en la continuidad del proyecto de la 4T; Xóchitl Gálvez, en sentido opuesto, resalta las deficiencias de las políticas del actual gobierno y propone el cambio, y Álvarez Máynez, buscando su propia identidad, se propone como una tercera vía y trata de usar como plataforma de despegue la inercia que le dejó el gobernador de Nuevo León en su intentona fallida de ser candidato presidencial.

En resumen, continuidad versus cambio y un partido que se juega su registro y más si la polarización se agudiza y al final el “voto útil” se decanta por dos y no entre tres opciones.

Esperemos que en las semanas que vienen (estamos a 82 días de la jornada electoral, el tiempo corre implacable) se pase del marketing de campaña, a propuestas de Estado, a la altura del momento que vivimos. Es decir, de las generalidades, del largo listado de 100 promesas y las buenas intenciones, a planteamientos viables sobre los problemas estructurales que aquejan a nuestro país. Hablamos de seguridad, salud, educación, medio ambiente, distribución del ingreso, inserción en el desconcierto global.

Por otra parte, en los EU también lo previsible Biden vs. Trump, la continuidad y el cambio. Dos reelecciones a la vista, lo que habla, más allá de la edad de los contendientes, de la falta de relevos generacionales, pero ese es otro tema, aunque no menor. Lo que llama la atención es que con tanta anticipación y claridad estén definidos los dos contendientes.

A pesar de las asimetrías encontramos paralelos en ambos países, entre otros la polarización, síndrome de nuestros tiempos. La geopolítica marcando la lógica de los mercados y temas que cruzan fronteras en un mundo globalizado: migración, medio ambiente, poderes extraestatales (crimen organizado, criptomonedas, inteligencia artificial, injerencia extranjera en procesos electorales nacionales, etc.), y para colmo un ambiente bélico ante la falta de un concierto internacional.

Nosotros el 2 de junio, ellos en noviembre, pero ya desde hoy, desde ayer, en nuestras campañas, ellos estarán presentes y nosotros en las de ellos.

No es de extrañar que los temas de la “frontera sur” sean parte del debate en campañas en EU, pero lo que no es común es que ocupen un lugar tan relevante y determinante para los próximos años y que la agenda sea tan abundante.

Un tema que estará presente en la deliberación pública en ambas campañas será el de la democracia, su calidad y el riesgo de perderla frente a las tendencias autoritarias y el desencanto de los electores.

El presidente Biden en enjundioso discurso llamó a defender a la democracia ante la amenaza de Trump y razones no le faltan, el expresidente vio con simpatía la toma del Capitolio en el 2021 ante su derrota en las urnas y ha montado su estrategia de campaña en el consabido discurso maniqueo amigo-enemigo.

Algo similar estamos viviendo en México, en donde se llama demócratas a los que coinciden conmigo y se les niega tal carácter a los que no. Lamentable el estado de la democracia y de las instituciones que se han construido en torno de ella.

Los paralelos son evidentes, López Obrador, al igual que Trump reta al Poder Judicial, sistemáticamente viola las reglas y se dirige solo a sus seguidores descalificando a sus oponentes cuando su responsabilidad constitucional es representar a todos. Al igual que Trump ve con recelo los procesos electorales y desconfía de los métodos democráticos.

Por otra parte, si bien Canadá tiene previstas elecciones federales hasta septiembre de 2025, el debate electoral se ha anticipado ante el notorio avance de los conservadores y el debilitamiento de los liberales y del primer ministro Justin Trudeau, quien gobierna desde 2015.

Las elecciones en los dos países que son sus principales socios comerciales marcarán los comicios canadienses. La relación entre Trudeau y Trump no es buena, este último lo calificó de débil y mentiroso en algún momento de su periodo presidencial. Y ahora López Obrador lo enfrenta ante el anuncio del requerimiento de las visas a mexicanos y amenaza de no ir a la cumbre de los tres países prevista para el próximo mes.

Y todo eso en la antesala de la revisión del tratado comercial, misma que estará marcada por tendencias proteccionistas-nacionalistas a contraflujo de lo que originalmente inspiró la construcción de la zona económica que hoy entrelaza a los tres países.

Política y economía, democracia y autoritarismo, expansión y restricción de derechos. Tres elecciones marcadas, a pesar de las asimetrías y las particulares historias, por problemas compartidos y un horizonte político sombrío y con tendencias regresivas.

POSDATA: Las evidencias de que estamos ante una elección de Estado se acumulan, ahora la CNDH se entromete en los procesos electorales cuando lo tiene expresamente prohibido en la Constitución y además califica el discurso de Lorenzo Córdova del 18 de febrero como “racista y clasista”, nada más alejado de la verdad.

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