Queridos horarios nuestros
Se establecía una tregua precaria entre las tribus urbanas de aquel entonces. Skins, rockers, mods, moteros rudos de barbas de chivo como las de Valle-Inclán, pijos, jipis del Antiguo Testamento y atolondrados en general de los que salían una noche buscando emociones variadas, ante la necesidad de repostar y reponer fuerzas, acudían a partir de las 5 de la madrugada hasta un horno que elaboraba unos bocadillos suculentos. Se bautizó rápido a ese oasis como «el horno de los borrachos». Mi bocata favorito era el de atún, tomate y aceitunas, muy oleoso a ser posible. Un local así de típico, castizo y estrambótico no creo que tuviese réplicas en Europa. Por su carácter y su horario. Los horarios que gastan... Ver Más