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La insólita táctica con la que un puñado de españoles destrozó a 1.500 independentistas en la Guerra de Cuba

Abc.es 
'Acción heróica', titulaba el capítulo del libro que recogía el episodio que vamos a contarles y que comenzaba así: «El día 21 de febrero de 1896, a las once y media de la mañana, una columna de tropas leales a España formada por 245 hombres tuvo un encuentro en el ingenio Peñón y Dolorida con 1.500 insurrectos . Como siempre que se encuentran en una extraordinaria superioridad numérica sobre las tropas españolas, estos aceptaron el combate y cargaron sobre ellas al machete con verdadero furor, llegando hasta el extremo de confundirse insurrectos y leales». El libro, una verdadera crónica periodística que se publicó en Barcelona antes de que acabara ese mismo año, fue escrito por Rafael Guerrero y publicado bajo el título de 'Crónica de la Guerra de Cuba' con «los datos recopilados por los corresponsales de La Habana y Nueva York». Un enfrentamiento que el autor resumía como «una lucha cuerpo a cuerpo que se entabló de un modo terrible, viéndose la columna de los españoles rodeada por todas partes de furiosos enemigos que, machete en mano, amenazaban con destruirlos». ¿Qué ocurrió en aquel enfrentamiento tan desigual en el que todo apuntaba a una matanza terrible? En primer lugar, como explicaba Juan Antonio Martín Ruiz en su artículo 'Sobre el mito de la carga al machete en la Guerra de Independencia de Cuba' , publicado en 2018 en la 'Revista de Historia Militar', el nacionalismo cubano ha creado varios mitos en torno a este conflicto acaecido en las que fueron las últimas provincias de España en ultramar. Uno de los más destacados es el del uso del machete por parte de los cubanos en las cargas de caballería, que habrían aterrorizado a las tropas españolas a pesar de estar estas, supuestamente, mucho mejor armadas. Unas cargas como la que vamos a contarle en las que, según dicen, causaban verdaderos estragos entre sus filas. Estas escenas fueron recreadas en cientos de dibujos de la época, así como en libros y películas posteriores, que ayudaron a perpetuar la imagen de que los soldados españoles aparecían, por lo general, huyendo aterrorizados a pesar de su evidente superioridad armamentística. El historiador estadounidense John Lawrence llegó a decir en su libro 'Guerra y genocidio en Cuba' (Turner), hace solo 12 años: «El machete vino a ser un rasgo distintivo de la osadía de los cubanos y de la incompetencia de los españoles». Esto, sin embargo, no fue lo que ocurrió en el ingenio Peñón y Dolorida aquel 21 de febrero de 1896. Contra el mito Han sido muchos los expertos que han intentado alimentar esta idea de un pueblo mal armado que se impone contra un ejército muy superior tecnológicamente hablando solo con los machetes habitualmente utilizados para las labores agrícolas. En su artículo, Martín Ruiz contaba que las fuentes de la época coincidían en indicar que para intentar contrarrestar estas cargas de caballería, las tropas españolas de infantería tendían a formar un cuadro cerrado en el que teóricamente la artillería debía situarse en sus ángulos. «Por aquel entonces, era ya una formación táctica excesivamente tradicional e, incluso, arcaica. Prueba de ello es que en el Reglamento Militar de 1880 se restringía su uso contra la caballería exclusivamente a terrenos con relieves llanos, si bien, durante su instrucción, los nuevos reclutas que irían a luchar contra los mambises debían practicar, tal y como ordenaba la Real Orden número 346 del 18 de diciembre de 1895, 'la reunión y agrupación, como medida de defensa contra la caballería'», apunta el historiador. En algunas ocasiones, los mandos y oficiales españoles no dudaron en variar esta formación según fuesen las circunstancias, como se vieron obligados a hacer el 1 de febrero de 1896, cuando Maceo realizó tres cargas con más de 2.000 jinetes contra 800 españoles. Lograron romper algunos cuadros rebeldes, de manera que los oficiales hispanos pudieron ordenar a sus hombres formar una fila que, poco después, se convirtió en un semicírculo. Pero el ejemplo de Peñón y Dolorida es todavía más sorprendente. El ataque Rafael Guerrero relataba así el momento: «Nuestros soldados, con un heroísmo sin igual, se defendieron de aquel ataque con pasmosa serenidad y bravura, causándole muchas bajas al enemigo y haciéndole retroceder en un primer momento. Una vez rehechos, los separatistas cargaron de nuevo sobre los valientes españoles, que se resistieron haciendo mortífero fuego. Consiguieron rechazar también al numeroso enemigo, el que dio otras cuatro cargas más, intentando en algunas de ellas envolver a los españoles sin que consiguiera su propósito». Y continuaba con la original estrategia establecida por los mandos: «En este desigual combate hubo momentos de verdadera ansiedad en que nuestras tropas se vieron gravemente comprometidas. El jefe que las mandaba, que no perdió ni un momento su serenidad y valor, hizo que sus hombres formaran no un cuadro, sino un triángulo, para resistir el empuje del enemigo. Merced a esta maniobra y al admirable aplomo y disciplina de los soldados, que hicieron nutrido y mortífero fuego sobre los enemigos, se logró rechazar a estos y ponerlos en vergonzosa dispersión, no sin dejar delante de las filas de los nuestros algunos muertos y heridos que consiguieron recoger en la fuga tirándoles el lazo, cual si se tratara de cazar caballos». En la misma prensa española de la época, sin embargo, encontramos numerosos ejemplos que apoyan la hipótesis de que las cargas de los mambises a machete eran sinónimo de éxito. « Aquella guerr a no se parece a ninguna otra del mundo. Los ataques con bayoneta, las cargas de caballería, los encuentros a machetazos y la lucha cuerpo a cuerpo, que apenas se registran ya en las crónicas de las batallas modernas, realzan el valor de los que pelean y acreditan una vez más la constancia o el carácter intrépido de nuestra raza», apuntaba 'La correspondencia de España' en marzo de 1896. Unos días después informaba de otra «violenta carga a machete sobre una sección de soldados de Tarragona». En agosto, poco después de nuestro incidente, insistía con otra noticia parecida en 'La Ilustración Ibérica' que detallaba «una carga a machete, con gran ímpetu, en la cual quedó macheteado un soldado y otro herido gravemente». El final de la hazaña El incidente de Peñón y Dolorida no acabó ahí. Según la crónica de Rafael Guerrero, los 245 españoles persiguieron después a los cubanos en desbandada, hasta el punto de que «fueron también desalojados de un bohío que tenían en su poder». A pesar de la inferioridad numérica, se apoderaron de dicha posición. «Todos los soldados de la columna se portaron como héroes y se batieron animosos y entusiastas al grito mágico de '¡Viva España!'», continuaba. La hazaña podría considerarse un milagro si tenemos en cuenta que los independentistas cubanos multiplicaban por seis a los españoles y el resultado de la misma. Al terminar la gloriosa jornada, recuerda el cronista, el jefe mandó reunir a sus tropas para conocer el resultado de la reñida batalla. Estaba convencido de que le faltarían muchos soldados y oficiales. «¡Sólo hubo tres heridos! Pertenecían a una compañía de Cuenca, mientras que los demás resultaron ilesos y, sin darse cuenta, se miraban asombrados los unos a los otros. Les parecía mentira. Ante tan satisfactorio resultado prorrumpió el jefe en un '¡Viva España!' y todos contestaron con entusiasmo. El jefe lloraba de alegría al ver a todos sus soldados después del rudo combate».

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