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Labios

Abc.es 

Hoy es el día. Hoy es el día en que te besaré los pies . Pondré mis labios donde los pusieron también otros labios que ya no existen, labios que callaron hace mucho tiempo −o tal vez poco− y que son ahora tierra, polvo, ceniza … o nada, sencillamente nada, olvido, sencillamente olvido. Esos labios te besaron hace pocos años −o tal vez muchos− y yo repetiré ahora el mismo ritual que ellos practicaron. Al fin y al cabo, la vida de un hombre es tan sólo el eslabón de una cadena cuyos extremos se sostienen en las dos manos de Dios . Te besaré los pies. Siempre siento un temblor estremecido cuando veo su color entre verdoso y amoratado , su rigidez más propia de un cadáver reciente y frío que de una escultura de madera con siglos en su historia, sus hilos de sangre derramada, siempre derramada como una fuente inagotable. Noticia Relacionada El Patero del Viernes opinion No Saturación Antonio Varo Más de dos tercios de las cofradías han protagonizado alguna vez (o varias) salidas extraordinarias en lo que va de siglo Te besaré otra vez los pies. La primera no la recuerdo, pero sin duda alguna mi padre me levantó un poco para que pudiera alcanzar la altura de tu empeine; sé que fue así porque ésa fue la forma en que yo ayudé a mi hijo a hacerlo por primera vez: como vi hacer a mi hijo, seguramente yo te besaría con miedo, rozando apenas tu epidermis como si ésta me quemara y sintiendo −por primera vez− el estremecimiento que siempre me ha acompañado cuando llegaba el día del besapiés. Ha pasado el tiempo: la alforja de los años pesa cada vez más sobre mi espalda y, a pesar de las luces y las sombras de mi vida, siento aún ese mismo escalofrío cuando me acerco a tu figura , a tu simulacro, a tu retrato aquí en la tierra. Cuando bese tus pies te miraré a los ojos. Allí me encontraré de nuevo, cara a cara, a tantos que me precedieron. Los encontraré porque ellos están ya en Ti. Adivino que Tú me mirarás como siempre, con esos ojos titubeantes que marcan la frontera, la misteriosa y borrosa tierra de nadie entre la vida y la muerte, tal y como quiso representarte el anónimo imaginero que trazó tu figura, hace ya bastante más de cuatro siglos. Sólo te pediré una cosa: que me dejes besar tus pies todos los años, sin faltar uno, hasta que seas Tú el que vengas a besar los míos si mis pasos en la tierra han sido dignos de tus labios. Como los de quienes me precedieron, los míos serán un día tierra, polvo, ceniza… o nada, sencillamente nada, olvido, sencillamente olvido. Lo importante será que haya otros que ocupen mi lugar, hasta que llegue a las manos de Dios el último eslabón de la cadena del tiempo .

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