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‘Dios salve a la reina’: Freddie Mercury regresó para coronarse en el Palacio de los Deportes

‘Dios salve a la reina’: Freddie Mercury regresó para coronarse en el Palacio de los Deportes

El grupo 'Dios salve a la reina' llenó de emociones a los seguidores de Freddie Mercury y su banda Queen.

Freddie Mercury revivió para demostrar por qué 'Dios salve a la reina' lleva más de dos décadas de tributo a la banda de Queen. Foto: John Durán

Sin necesidad del glamour de Buckingham, la energía del público del Palacio de los Deportes, en Heredia, convirtió el recinto en un castillo más que digno para que Freddie Mercury y su banda Queen revivieran, con el concierto tributo de la banda argentina Dios salve a la reina.

La noche empezó con una corte impaciente que en coro gritaba, aplaudía y chiflaba, desesperada por el retraso de 15 minutos del espectáculo pactado para comenzar a las 8 p. m. La ansiedad hizo enroque con la alegría, al bajar las luces y salir a escena los músicos.

Aunque de la primera a la última canción, hubo total comunión con los espectadores, la presentación fue escalando en potencia. La presión en el ambiente comenzó a estallar cuando la agrupación interpretó Under pressure.

Otro momento apasionado sucedió al ritmo de Another one bites the dust. Los fanáticos salieron de sus asientos para responder al “Are you ready?”, que estaban más que listos para corresponder al clásico con el baile ameritado.

El personaje de May era interpretado originalmente por Francisco Calgaro, quien falleció en el 2021. Foto: John Durán

Los movimientos del argentino Pablo Padín, con el sello de Mercury, fueron joyas de la corona que deleitaron al público, al igual que cada vez que el artista se acercaba al piano. Aunque fue el protagonista, no fue el único que se robó los aplausos y miradas en el Palacio de los Deportes.

Dani Marcos se lució en el rol de Brian May, con sus inconfundibles rizos cayendo como una cortina que centraba la vista en su guitarra, tocada con una precisión a la altura del legendario músico británico. Con sus arpegios, regaló uno de los momentos más íntimos de la velada, cuando llevó la batuta en la emotiva Love of my life.

Sumada a la interpretación del repertorio de Queen, la propuesta escénica aportó mucho a la recreación de la banda inglesa. La mítica chaqueta amarilla, la gorra con cuernos y hasta el pelo en pecho de Mercury, terminaron de pintar de nostalgia la presentación.

La ovación de pie no se hizo de rogar al terminar Bohemian Rapsody. Por un momento, el aforo cumplió lo del “I just killed a men”, porque se deshizo de aquellos cuatro argentinos para dejar solamente en el escenario a los mismísimos Freddie Mercury, Brian May, Rober Taylor y John Deacon.

Queen se despidió y abandonó la tarima, pero al igual que en el ajedrez, nada termina hasta que le den mate al rey, y la gente en su trono ordenó con gritos y aplausos el regreso del grupo; que pasó a ser súbdito del ambiente y regresó para complacerlos con I want to break free.

El público fue un elemento crucial de la noche: mostró el cariño que siempre tendrá por el legado de Queen. Foto: John Durán

Aún faltaba el clásico We will rock you, con el cual las energías subieron al máximo para hacer retumbar a la muerte, demostrándole que no es un antónimo de la vida y que la memoria colectiva mantiene latiendo el corazón de sus ídolos.

Como cierre, no podía coronar el concierto otra canción que no fuera We are the champions, para que público y banda que dieron lo mejor de sí durante casi dos horas y se marcharan triunfantes del Palacio de los Deportes.

A algunas personas les resultará inexplicable disfrutar de un tributo o quizá piensen que esto solo podría salir de la ingenuidad. Pero no es más que el simple y mágico juego de roles de rememorar lo que se guarda con especial cariño en el corazón, y más con un show tan pulido a nivel artístico.

Dios Salve a la Reina se fue del Palacio de los deportes con la corona de un público que vibró con su tributo. Foto: John Durán

El júbilo, las caras de satisfacción de la gente y algunas cabezas plateadas o con poco cabello que se movían como cuando en otra época les colgaba una melena, fueron el testimonio de que a la felicidad no hay que buscarle la raíz cuadrada ni descomponerla en una fórmula química.

Que Dios salve a la reina y sobre todo a sus seguidores, que, más de tres décadas después del fallecimiento de Freddie Mercury, se reunieron para hacerlo vivir una vez más.

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