Soñaba con ser 9 de Boca, encontró su "segunda casa" en una Big Four y hoy lidera el negocio en Argentina
Miguel Urus lleva una vida en PwC Argentina. Ingresó hace 37 años, con los sueños de un joven que daba sus primeros pasos y hoy ocupa el rol de Country Senior Partner. Ese extenso vínculo con la empresa hace posible que este contador de 57 años no dude en definir a la compañía como su "segunda casa".
¿Cómo podía ser de otro modo si en PwC conoció a María Eugenia, su esposa desde hace más de tres décadas? Padre de Marina y Santiago, es consciente de que su permanencia en la empresa constituye un fenómeno particular en tiempos en los que las nuevas generaciones acumulan experiencia en diferentes compañías.
"Es un tema de época. Cuando yo empecé a trabajar, estaba bien, el modelo a seguir era hacer toda la carrera en una misma firma. Eso estaba presente y el que cambiaba mucho, por algo cambiaba y no por algo tan bueno", explica Urus.
"La verdad, yo encontré un lugar interesante en el que siempre crecí. Siempre me dió oportunidades. Siempre fui cambiando, teniendo desafíos distintos. Yo estuve cómodo y no tuve necesidad de buscar otros caminos. Y acá estoy. Sé que hoy en día nadie está treinta y pico de años en un mismo lugar. Toda la vida estuve acá y me voy a retirar con más de 40 años trabajando acá. Hoy es una particularidad, pero hace 20 años era casi normal. Esta es mi segunda casa", confiesa.
Antes de ingresar en PwC Argentina, Urus, como casi todos los niños, soñaba con jugar al fútbol. Se imaginaba vistiendo la camiseta número 9 de Boca. "No tenía las condiciones", admite. Se conforma con mirar al equipo de sus amores desde un sillón. Pero corrió detrás de la pelota con amigos y compañeros de trabajo hasta hace relativamente poco.
Dejó esa actividad y se abrazó con todas sus fuerzas al ciclismo y al running: "El deporte es un desenchufe, un cable a tierra. Me hace bien, me gusta. Le dedico tiempo a eso".
La bicicleta le brinda la posibilidad de participar en carreras amateurs y de recorrer y conocer lugares de todo el país. A la hora de correr, fijó la mira en las medio maratones. Empezó con 10 kilómetros, pero ahora se dedica a los 21, una distancia desafiante. "Me gustan las cosas que me ponen a prueba. Siempre me gusta asumir un desafío un poquito mayor", cuenta.
No es un futbolista frustrado. No plantea la existencia en esos términos. Razona los movimientos. En algún momento de su vida pensó en estudiar ingeniería, pero la realidad le dio un motivo para cambiar el rumbo: "En aquel momento los ingenieros manejaban taxis y quedé impactado con eso... Una carrera larga y difícil... y los ingenieros no tenían trabajo. La mayoría manejaba taxis y todos los contadores que yo conocía trabajaban... Además, me recibí de perito mercantil, por lo cual estaba cerca de la carrera que finalmente elegí".
Con el título de contador bajo el brazo empezó su camino en PwC Argentina y completó su formación estudiando Administración de empresas. En la compañía descubrió la importancia del trabajo en equipo: "El nuestro es un trabajo 100% de equipo. El trabajo en equipo te potencia, siempre aprendés más y por eso digo siempre que la suma de los individuos de un equipo bien armado, con objetivos claros y con compromiso, es mejor que un trabajo solitario. Un equipo de cinco integrantes vale por seis o siete si está bien ensamblado y si trabaja bien".
¿Cuál es la condición principal que debe tener alguien que está al frente de un equipo de trabajo?
Varias cosas... Tiene que estar involucrado y comprometido con lo que hace, porque el que está a cargo, si no está comprometido e involucrado no puede traccionar bien al equipo. Tiene que tener las capacidades para llevarlo adelante, pero tiene que tener también mucha visión. Debe saber aceptar el disenso y buscar soluciones o caminos con amplios consensos.
Después de 37 años en la empresa, ¿qué le aconsejaría al joven Urus que ingresó para iniciar su vida laboral?
Que encuentre lo que le gusta y que no baje los brazos, que busque proyectos de crecimiento y los persiga. Que sea feliz. Eso no solo me lo diría a mí mismo, se lo digo a todo el mundo. Que avance, que aproveche las oportunidades.
No hay que tener miedo cuando aparecen las oportunidades. Hay que intentarlo, no quedarse... No dejar de hacer algo por miedo. Hay que avanzar, hay que jugársela. Después, puede salir bien o mal, pero no hay nada peor que quedarse con que no hice esto y qué pasaría si lo hubiera hecho... Si sale mal, mala suerte. La semana que viene vas a tener otra oportunidad y quizás salga bien.
La versión original de esta nota se publicó en el número 363 de revista Apertura.