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Merecido reconocimiento para la rectora del Tec

María Estrada Sánchez es el modelo para las niñas y adolescentes enfrentadas en tiempos modernos a un mundo tecnologizado y, a la vez, a otro mundo donde las “profesiones femeninas” se siguen imponiendo desde la cuna.

Es un desafío monumental romper con los patrones arraigados como una fuerza de gravedad presionando para mantener los pies sobre una tierra masculinizada, pero tener en manos de una mujer la universidad en la cual la mayor parte de las carreras son las requeridas por el mercado laboral, como lo es el Instituto Tecnológico de Costa Rica (Tec), es un buen augurio para la sociedad.

En mi niñez, uno de mis libros favoritos era La mujer costarricense a través de cuatro siglos, de Ángela Acuña Braun, quien documentó en esa obra la evolución de los trabajos desempeñados por las mujeres (telegrafistas, maestras, etc.) y también dejó constancia de las primeras conquistas de una vida marcada por la exclusión.

Todavía hoy, irónicamente, seguimos hablando y escribiendo sobre “las primeras mujeres que...”, pero con un sentido de orgullo ancestral porque continúan sentando cátedra.

La rectora del Tec tiene doble mérito. Como señalamos en una semblanza publicada en La Nación, el 15 de julio del 2023, titulada “Pasar hambre de niña no venció a María Estrada, la nueva rectora del Tec”, ella procede de la que el economista Víctor Umaña llama Costa Pobre, que no obstante ser la olvidada de las políticas públicas, cada tanto da al país personas extraordinarias como esta ingeniera en Computación.

No pretendo idealizar la pobreza, ya que una nación igualitaria se construye con la aportación de la totalidad de la ciudadanía, ricos y pobres, sino de buscar cuáles deben ser los referentes que debemos destacar para inspirar a las nuevas generaciones desorientadas.

María Estrada Sánchez acaba de recibir el Premio Mujer Visionaria, otorgado por la Asociación para el Liderazgo y el Ascenso Social (ALAS). Aunque la ingeniera trascendió hace mucho los límites de las diferencias, los reconocimientos sirven para recordarnos la necesidad de seguir insistiendo sin cansarnos en la persistencia de grandes brechas que dejan a las mujeres fuera del campo laboral, no obstante superar en titulación a sus pares masculinos.

gmora@nacion.com

La autora es editora de Opinión de La Nación.

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