La semana 'horribilis' de la taberna de Pablo Iglesias
Ya lo dice el refranero: cría (buena) fama y échate a dormir. Y eso mismo debieron de pensar los acólitos de Pablo Iglesias a la hora de montar la Taberna Garibaldi, un bareto (otro más) que no hace sino alimentar la gentrificación del barrio. Así al menos lo llevan alertando desde hace años todas las asociaciones de vecinos, conscientes de que la regeneración de enclaves como Lavapiés no pasa por atraer un turismo de farra y gritos en la puerta al caer el sol; denuncias, por cierto, históricamente en boca de los ya no tan nuevos partidos de izquierda. Contradicciones cabalgadas al margen, lo cierto es que el primer garito, meramente hostelero, del exlíder de Podemos no ha tenido su mejor arranque. Pero primero vayamos a los éxitos. La tasca ha estado llena de simpatizantes y curiosos desde que Pablo Iglesias levantara el cierre metálico junto a sus dos socios: Carlos Ávila, un cantautor que estuvo en las listas de Sumar por Toledo; y Sebastián Fiorilli, escritor, poeta y hasta corresponsal en Brasil de Fórmula 1. Una afluencia, precisamente, que ha desbordado todas las previsiones, sobre todo las de cerveza, agotada en días alternos y con el hielo (la nueva caña helada) como único parche a la vista. ¿La solución? Tirar de la carta de espirituosas («Solo podemos servir copas», palabra de camarera), lo que no ayuda en demasía al descanso vecinal. A decir verdad, la Taberna Garibaldi tampoco tuvo el mejor de los embarazos. Un día antes de venir al mundo, unos anarquistas se pasaron por allí para dar cuenta de sus dotes ortográficas: «Exbicepresidente: exigimos la retirada inmediata del cóctel Durruti o el proletariado anarquista pasará a la acción o el proletariado anarquista pasará a la acción -lxs amigxs de Durruti- (sic)», firmaron los amigos del espray, descontentos con el uso comercial de su bienaventurado guía. Noticia Relacionada estandar No Robos, negocios ruinosos, denuncias... la maldición del otro bar Garibaldi: «No es de Pablo Iglesias, no forcéis el cierre» David Sánchez de Castro El antiguo Garibaldi Lounge Club, situado en el barrio de Prosperidad, ha amanecido con una pintada días después de sufrir un intento de robo: es el tercer negocio en este local que tiene que cerrar Semanas atrás, el propio Iglesias ya había anunciado la llegada de su nuevo Vistalegre. «Vamos a montar un restaurante, un bar-restaurante». Hasta ahí poco fallo. «Vamos a montar un sitio donde podamos ir nosotros a tomar cervezas». Siempre que no se agoten. «Va a ser una cosa viejuna, donde podamos hacer los guisos que a nosotros nos gustan». Unos guisos que no han pasado desapercibidos a ojos de los llamados 'haters', después de que un usuario de la red social X (antes Twitter) levantara la liebre al comprobar que las imágenes de los platos eran 'fake'. Basta una simple búsqueda en Google para comprobar que las fotos han sido sacadas de un banco de imágenes , 'show cooking', taburetes, cuadros y lo que se precie. A golpe de 'scroll', no vayan a pensar en algo rebuscado, la propuesta digital impide a los comensales saber si la 'insalata Garibaldi' (11 lereles), la 'brigada Garibaldi' (12) o la tosta, adivinen el apellido (8), son las mismas que de verdad luego llegarán a la mesa. Queda a la imaginación, eso sí, adivinar el aspecto del 'salmorejo partisano' o la receta vegana 'No me llame Ternera', en referencia a la entrevista de Jordi Évole al exdirigente etarra. Dejando a un lado el 'punch' coctelero , con la 'Pasionaria Puerto de Valencia', el 'Fidel Mojito' o el 'Che Daiquiri' llamando a las puertas del enfado de los desertores del 'Durruti Dry Martini', las críticas de ratón y pantalla se han cebado también con la ausencia de una entrada adaptada a personas con movilidad reducida. Dos escalones, según recoge en su página web la asociación Hostelería Madrid, que son incompatibles desde el mes de diciembre del 2017 «con la Instrucción de la Concejalía de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid, por la cual se aplica de manera íntegra la normativa de accesibilidad a todas las licencias». Varias son las opciones a instalar: una rampa, la adecuación de los aseos o medidas paliativas en el caso de que su puesta en liza sea de imposible cumplimiento. Sea como fuere, lo cierto es que la primera semana de vida de la Taberna Garibaldi no podía terminar sin un último sobresalto. Y a primera hora de la tarde del domingo saltó la sorpresa: «Este domingo descansamos para hacer una última reparación y para proveernos de cerveza que habéis vuelto a agotar... El martes a las 12 volvemos a abrir. Abrazos garibaldin@s», publicaban en un tuit poco antes. Un misterio, muy al estilo de Pepe Gotera y Otilio, que quedó resuelto cuando otro usuario retrató los pequeños carteles pegados en la puerta. «Cerrado por avería en tubería de agua. Disculpen las molestias». Perdón aceptado. Peor fue lo de la cerveza y nadie dijo nada.