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Uno de los últimos imagineros de la escuela castellana: «Se va a perder y es una desgracia»

Abc.es 
«Está ocurriendo en muchos trabajos de artesanía. No hay relevo generacional para los maestros y si su forma de hacer no queda registrada es un oficio que se pierde». Quien habla es Ángel Martín, uno de los pocos imagineros que quedan de la Escuela Castellana, preocupado por el devenir de la misma: «En este caso las consecuencias serían muchísimo más importantes, ya que no afectaría sólo a una Semana Santa sino a muchas ». Lleva casi medio siglo en el oficio de la escultura desde que cogió «por casualidad» una gubia a los 15 años: «Conocí la madera y me enganché». Entonces, no había nadie especializado en tallar en Medina de Rioseco, donde ha trabajado toda su vida, así que sus primeros pasos fueron «en solitario, a base de ensayo-error». A los 20 años ingresó en la Escuela Superior de Arte de Valladolid, donde «en el departamento de talla depuré la técnica y di el salto al mundo de la artesanía». Cinco años más tarde, se especializó en la escultura de bulto redondo. Entre sus trabajos más recientes se encuentra la nueva ornamentación que lucirán las andas del Cristo de la Luz , una de las obras cumbre de Gregorio Fernández, que procesionará el próximo Jueves Santo en Valladolid. Apunta Ángel Martín que cuando recibe un encargo de estas características, lo primero que debe tener en cuenta es el tipo de talla que lleva encima, en este caso «una magnífica joya». Luego, entrará más de lleno en lo técnico del oficio: «En este caso me di cuenta de que había un exceso se peso, sobre todo en la zona donde se amarraba el Cristo, que a día de hoy, con diferentes sistemas se puede hacer más liviano y resistente». Noticia Relacionada estandar No La música procesional marca el paso Montse Serrador Las bandas y agrupaciones musicales ganan protagonismo en la Semana Santa de Castilla y León con marchas que adaptan sonidos que llegan del sur Entre los detalles que ha esculpido, destaca el emblema con el árbol de la sabiduría, que recuerda el origen de la Hermandad Universitaria del Santísimo Cristo de la Luz, que procesiona, desde el Palacio de Santa Cruz. «No soy andaluz, Soy de la Castilla profunda» Cuenta que uno de los primeros pasos antes de comenzar su trabajo es estudiar detenidamente la obra que va a ser instalada en las andas, tener en cuenta su seguridad y a partir de ahí, atender a lo que la cofradía demanda. No obstante, advierte: «Yo siempre parto de una condición. No soy andaluz, soy de Castilla y de la Castilla profunda. Soy de Rioseco y he visto su Semana Santa desde niño; por desgracia estoy presenciando que la escuela castellana se está perdiendo. Cada vez tenemos más influencia de la escuela de Andalucía». ¿A qué cree que es debido?, le preguntamos: «Por un lado, a que las cofradías de aquí no nos han conocido a tiempo y, por otro, se suele pensar que lo que hay en Andalucía es mucho mejor». Además, añade que mientras en el sur se ha seguido investigando al respecto, y cuentan con «maquinaria de última generación», no ha ocurrido lo mismo en Castilla. Una de las andas talladas por el escultor Ángel Martín Tampoco en su taller hay relevo generacional: «Tengo varios hijos que han optado por otras ramas del arte». Asimismo, considera que las escuelas que hay en Castilla y León sobre oficios artísticos «no se han involucrado en hacer una especie de cátedra de imaginería para enseñar a los alumnos las diferentes técnicas». Las del Cristo de la Luz no son las únicas andas de Ángel Martín que estrenará la Semana Santa vallisoletana. El maestro de Rioseco también está detrás de las que transportarán a la Virgen de la Amargura (Juan Alonso Villabrille y Ron, siglo XVII) de la Cofradía de El Descendimiento, un trabajo que le ha hecho especial ilusión, pues Ángel Martín fue nombrado Cofrade de Honor de la hermandad en 2019, cuando les hizo también este mismo trabajo para el Cristo Yacente. De sus manos también ha salido el monumental paso del Santísimo Cristo de la Paz y Misericordia de la Real Hermandad de Jesús Divino Obrero de León. Es incapaz de decidir si su momento de mayor disfrute es en el momento de la talla o cuando ve su obra finalizada procesionar: «Cuando la cofradía te da el visto bueno al modelo y puedes transmitirlo al bloque es una satisfacción enorme. También una lucha constante, pero ves que la obra va ganando vida. Es como si estuvieras hablando con ella y no es que te exijas a ti más, sino que te lo está exigiendo la propia talla para quedar más real». Luego, cuando acaba el proceso y sale en procesión, «te fijas en las caras de las personas. Ves a los cofrades descalzos portando el grupo escultórico descalzos, lo que significa que ya le están pidiendo personalmente algo, y sientes que ya no te pertenece a ti sino a ellos. Yo ya no existo». A sus 63 años, Ángel Martín cuenta con una destacada trayectoria profesional. Mas allá de la madera, entre sus obras se encuentra la escultura en bronce 'Homenaje al cofrade' que preside el atrio del Museo de la Semana Santa en Rioseco.

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