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Las amenazas de la desindustrialización para Costa Rica

Uno de los fenómenos más destacados en la economía mundial desde la posguerra es la desindustrialización. Este proceso se caracteriza por una disminución significativa de la contribución del sector manufacturero a la economía de un país o región. Se manifiesta mediante la reducción del empleo y la producción industrial, así como por una disminución de la participación del valor agregado manufacturero en el producto interno bruto (PIB).

En América Latina, varios países han experimentado una desindustrialización temprana. Las causas incluyen políticas económicas sesgadas hacia actividades particulares, la intensa competencia internacional, especialmente de países como China, y los avances tecnológicos que reducen la necesidad de mano de obra.

La desindustrialización plantea desafíos únicos para la región en términos de generación de empleo, crecimiento económico y desarrollo urbano.

Costa Rica

Después de la crisis de la deuda en la década de los 80, Costa Rica abandonó la política ineficiente de sustitución de importaciones que había propiciado su industrialización inicial y desarrolló una estrategia de inserción en la economía internacional, basada en el aprovechamiento de las ventajas comparativas de la agricultura y el turismo, al tiempo que reducía unilateralmente sus aranceles y construía una red profunda de acuerdos comerciales preferenciales.

Como complemento del modelo de promoción de exportaciones, el país estableció una política de atracción de inversión extranjera directa, lo que resultó en la instalación de multinacionales de manufactura y servicios.

A estas empresas se les otorgaron subsidios mediante exoneraciones fiscales y se propició su establecimiento en parques industriales en zonas francas que les proveían la infraestructura y los servicios necesarios. Además, se contaba con una política cambiaria que compensaba las deficiencias del clima de negocios, incluidos transporte, trámites y costos de servicios.

Para la promoción y administración del modelo, el Estado creó un andamiaje institucional moderno y eficiente, liderado por el Ministerio de Comercio Exterior (Comex) y ejecutado por la Promotora Costarricense del Comercio Exterior (Procomer).

El modelo ha sido exitoso. Costa Rica exporta miles de productos a cientos de países y alberga a muchas de las multinacionales más importantes del mundo. Emplea el talento desarrollado por las buenas políticas educativas, genera divisas que permiten pagar por las importaciones y facilita la transferencia de tecnologías y buenas prácticas.

Sin embargo, ha sido omiso en algo fundamental: olvidó los sectores manufactureros competitivos fuera del régimen de zona franca. Estas empresas, que operan bajo lo que se denomina el régimen definitivo, están sujetas al pago de todos los impuestos.

A pesar de los problemas del clima de negocios y la competencia desleal, continúan produciendo sin recibir atención personalizada de las instituciones gubernamentales.

Mientras tanto, utilizan la capacidad instalada de las ciudades, como infraestructura y servicios, ofrecen buenos empleos a la fuerza laboral preparada, se encadenan con muchas otras empresas y compran electricidad, combustible y otros insumos públicos.

Esas empresas redoblan sus esfuerzos para producir de acuerdo con la propuesta de valor de Costa Rica basada en la sostenibilidad, la innovación, el progreso social y la calidad de la fuerza laboral.

Efectos de la desindustrialización

La desindustrialización reduce la densidad económica y el potencial de aglomeración de las ciudades se pierde, limitando la capacidad de las regiones metropolitanas para aprovechar las economías de escala y las capacidades instaladas, coartando, por tanto, el crecimiento económico.

Además, al trasladar empleos de manufactura hacia servicios urbanos, el crecimiento de la productividad es más lento, ya que estas actividades no se benefician de la innovación ni de las ventajas dinámicas de la manufactura.

La paradoja entre la densidad demográfica elevada y la baja productividad en las ciudades plantea un desafío crucial para el crecimiento económico, especialmente, dada la gran proporción de la fuerza laboral concentrada en áreas urbanas y densamente pobladas de Costa Rica.

Al perder empleos de calidad en el campo de la manufactura doméstica, la economía recibe un fuerte golpe. Un empleo de calidad se caracteriza por su estabilidad en el sector formal, por ende, proporciona garantías laborales, seguridad social, un salario adecuado para cubrir necesidades básicas como vivienda, alimentación, transporte, educación y la posibilidad de ahorrar.

El desafío en Costa Rica radica tanto en la dificultad para acceder a empleos de calidad como en las trabas para su creación.

La desindustrialización no solo tiene repercusiones inmediatas en la capacidad productiva, sino también a largo plazo. La reducción de la diversificación en la base productiva implica que el país se vuelve cada vez más dependiente de un número limitado de sectores económicos, y esto lo expone a mayores riesgos cuando ocurren fluctuaciones económicas globales.

El sesgo en contra de la industria doméstica puede hacer que la economía sea vulnerable a los shocks externos, cambios en las políticas comerciales de terceros, variaciones en los precios de las materias primas o las crisis económicas en los principales mercados de exportación.

La erosión de la base productiva también tiene implicaciones sociales y laborales profundas. La pérdida de empleos en el ámbito manufacturero conduce a un aumento del desempleo y la informalidad, así como a una disminución de los salarios y condiciones laborales en otros campos de la economía.

Lo anterior da lugar a un aumento de la pobreza y la desigualdad, y a tensiones sociales y políticas que dificultan aún más el crecimiento económico.

La desindustrialización tiene efectos negativos en la capacidad de innovación y desarrollo tecnológico del país. El sector manufacturero local suele ser un motor significativo de la innovación, ya que impulsa la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías y procesos de producción.

La situación de hoy

La actividad industrial del régimen definitivo enfrenta una serie de desafíos de gran magnitud. Los principales tienen que ver con las fallas en el clima de negocios —altas tasas impositivas, incluidas las cargas sobre el salario—, congestión y obsolescencia de la red vial y la infraestructura de transporte, trabas burocráticas, el incremento de los costos de la energía eléctrica y la súbita apreciación de la moneda, que coloca al colón como una de las monedas más fuertes del planeta, ocasionando la pérdida de competitividad frente a competidores directos.

Estos problemas, hartamente conocidos, deben ser parte de una agenda de competitividad nacional y local. Se unen a ella también otros aspectos del comercio internacional y, específicamente, las prácticas desleales.

Un ejemplo es la industria de envases de vidrio. La manufactura a escala industrial tiene más de 40 años. Es una actividad fabril pujante, caracterizada por su eficiencia, innovación, calidad, sostenibilidad y compromiso con el progreso social de sus trabajadores y comunidades.

Es uno de los grandes contribuyentes fiscales de la región, principal consumidor de energía —electricidad, búnker y gas LP— y es de las pocas fuentes de empleos de buena calidad en las zonas urbanas de la región.

Además, compite con éxito en varios mercados de exportación de América, entre ellos Estados Unidos, Canadá, Centroamérica y Brasil, sin dejar de cumplir con las regulaciones laborales, de calidad, inocuidad de los alimentos y sostenibilidad.

Sin embargo, una preocupación relevante son las importaciones de productos de vidrio procedentes de China, a la que se le acusa de exportar a precios artificialmente bajos, por debajo del valor justo, y debido en parte a subsidios estatales, la falta de conformidad con las normas técnicas y la desviación de productos rechazados en otros mercados.

Tales prácticas, entre ellas el dumping, tienen un impacto devastador en la industria. Los productores nacionales se ven obligados a competir con precios que no pueden igualar, lo que deriva en pérdida de empleos, cierre de empresas e incluso la desaparición de sectores enteros de la industria.

En respuesta a estos riesgos, Estados Unidos, la Unión Europea y México llevan a cabo investigación del comercio desleal e imponen medidas compensatorias a los envases de vidrio procedentes de China.

Consecuencias

Ignorar los desafíos asociados a la desindustrialización, el sesgo contra la industria local en Costa Rica y las prácticas desleales de comercio podría tener graves consecuencias. A corto plazo, perpetuaría la situación de desigualdad entre las empresas del régimen definitivo y las de zonas francas, lo que resultaría en una pérdida adicional de trabajos de calidad, menor crecimiento económico, aumento de la pobreza y la desigualdad, sin olvidar que mina la confianza y legitimidad del modelo establecido.

La erosión de la base productiva, aparte de afectar la capacidad económica del país, plantea desafíos sociales, laborales y de innovación.

Obviar esta situación derivaría en una mayor dependencia de actividades económicas vulnerables y en una menor capacidad de innovación y desarrollo tecnológico, lo cual limitaría las oportunidades de crecimiento y desarrollo sostenible en el futuro.

En términos sociales, reduce enormemente las opciones laborales de una generación que sería presa fácil del delito y el crimen organizado, además de ocasionar el cierre de empresas que son hoy perfectamente viables, aumentar la vulnerabilidad del país a los cambios en el entorno económico global y reducir su capacidad para enfrentar crisis económicas y sociales.

victor.umana@incae.edu

Víctor Umaña es economista agrícola. Realizó sus estudios de posgrado en Economía Política Internacional en la Universidad de Berna y el ETH de Zúrich, Suiza. Es consultor internacional en comercio internacional, competitividad y desarrollo sostenible.

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