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Chapelas, calimochos y algún bermellón invaden Sevilla por la Copa del Rey

Abc.es 

La ciudad ha amanecido de rojo y blanco . Era difícil este sábado mirar para una calle y no ver a un aficionado con su camiseta roja y blanca. Nervión, el Porvenir, la Plaza de España, Triana, Los Remedios… y sobre todo el Centro. Como en días anteriores, los bilbaínos ganaban por goleada. Chapelas, calimochos y algún bermellón han invadido Sevilla para la final de la Copa del Rey, que disputan esta noche Athletic Club de Bilbao y Real Club Deportivo Mallorca en el estadio de la Cartuja. El reloj marcaba la hora del Regina Coeli y ya se notaba trasiego de hinchas de uno y otro equipo, en distinta proporción. Detrás de Capitanía aparcaba una familia bermellona. Del maletero sacaban el kit del aficionado: gorras, camisetas, polos, banderas. La más mayor se colocaba una flor en el pelo . En Sevilla, como todo el mundo sabe, las mujeres suelen usarlas a diario. Allá donde fueres, haz lo que vieres. Alguna bilbaína incluso se atrevía con traje de flamenca y otras con flores y mantoncillos. Se llama mimetización. En la esquina de la avenida de Isabel la Católica, a la entrada del Parque de María Luisa y la Plaza de España, las gitanas llamaban a los aficionados para concederles «la bendición de la victoria» . La única bendición que entonces querían esos seguidores era la que pudiera llegar después del pitido final a eso de la medianoche. MÁS INFORMACIÓN noticia No Chapelas, calimochos y algún bermellón invaden Sevilla por la Copa del Rey El Ayuntamiento se había puesto como objetivo salvaguardar la Plaza de España frente al botellón. A la una del mediodía pocos o ningún policía se dejaba ver por allí, donde reinaba más un ambiente familiar y turístico que festivo y alcohólico. Un abuelo, un padre y un nieto del Mallorca, aunque el patriarca tenía un tinte merengón, acababan de llegar al enclave que ideó Aníbal González después de una odisea, no para llegar a Sevilla, sino para llegar desde la fan zona de la afición bermellona en el Parque del Alamillo hasta el Parque María Luisa. No había taxis, ni indicaciones,... tras andar varios kilómetros tuvieron que coger una moto eléctrica. La queja era lógico. «Peor imposible» . Habían tardado más que desde Córdoba, donde se hospedan, a Sevilla. La final deja beneficios más allá de Sevilla y si no que le pregunten a la ciudad califica y Jerez de la Frontera. Todos quieren una foto en la gran Plaza de España. Allí se mezclaban con los niños de comunión que también querían su retrato. Cinco amigas pasean con sus bolsas con bebidas. Caminan dirección al centro. Cuatro de ellas acaban de llegar a Sevilla tras salir a las once de la noche de este pasado viernes de Bilbao. Han recorrido España en autobús . Y no tenían entradas. Como tantos otros miles aficionados vascos. La Subdelegación del Gobierno en Sevilla detalló el jueves que de las cien mil personas que se esperaban este sábado en la capital, la mitad lo harían sin título para poder acceder al estadio . Quizás las previsiones se han quedado cortas. Las despedidas de solteras se unían a la fiesta. Los coches de caballos y las barcas de la ría de la Plaza de España, no confundir con la gabarra que tienen en Bilbao en los boxes a la espera del semáforo en verde, también tenían trabajo esta mañana. Como los bares de la ciudad . Han recuperado lo que dijeron que habían dejado de ganar en la lluviosa Semana Santa. En la calle San Fernando y la Puerta de Jerez las terrazas estaban todas llenas y el reloj aún no había alcanzado las dos de la tarde. La presencia mallorquina comenzaba a tomar cuerpo pero aún tímidamente. Los aficionados del equipo del 'vasco' Aguirre, en su mayoría, han preferido conquistar la Alameda de Hércules . Allí se ha registrado la única pelea entre radicales de ambos equipos y algún invitado que se ha conocido hasta esta hora de la tarde. La ciudad es un parque temático a esa hora. Unos van de boda a la Catedral; otros de 'free tour', unos de botellón y otros pasean en coche de caballos; algunos aprovechan para posar en un photocall. Él de corto y ella de flamenca. Incluso, quien quiso ver por la tarde el traslado de los titulares de la hermandad de la Estrella a Santa Ana también lo pudo hacer ondeando las banderas de sus colores. «¡Valla castillo, madre!» «¡Vaya Castillo, madre!», dice un joven alucinando cuando levanta la vista del vaso de sidra y ve la fachada del Real Alcázar, el Palacio Real en uso más antiguo de Europa, en la Plaza del Triunfo. Nada más que comentar al respecto. Los leonés hicieron de la calle Mateos Gago su Licenciado Pozas particular, la vía principal de las previas del partido del Athletic cada quince días en la catedral del fútbol de San Mamés. Aquí también tenían otra Catedral, ésta con mayúsculas, muy cerca. La Plaza Virgen de los Reyes estaba desbordada. Bengalas en el aire y bolsas de plásticos con botellas en el suelo. Tuvieron tiempo para colocarle una bufanda a la estatua del Papa Juan Pablo II. Las gradas de la Catedral llena de aficionados del Athletic ABC La arteria que vertebra el barrio de Santa Cruz se convirtió en una fan zone, más allá de la que han montado junto a la Torre Sevilla. Mateos Gago, la calle Cardenal Amigo Vallejo, Alemanes y las gradas de la Seo hispalense, hasta la puerta de la parroquia del Sagrario, eran un botellódromo . Aunque a esa hora, a las dos de la tarde, eran calimochos, vino, cervezas y tinto lo que se bebían. Los operarios de Lipasam , en su tarea de recoger, eran David contra Goliat. El vencedor de esta batalla lo veremos en unas horas. « Hoy he conseguido una entrada ». Era el mejor trofeo. Para algunos, incluso, más que la propia Copa del Rey. La fiesta de Mateos Gago se enturbiaba con cánticos contra España y los españoles. ¿Sabrán algunos qué competición juegan esta noche? Los bares sólo sirven vasos de plásticos y hoy sí han podido sacar los tanques a la calle. «P arece que el Ayuntamiento hoy lo permite », dice un tabernero. Y es verdad. Por el Centro poca presencial policial. Quizás la apuesta municipal sea la limpieza antes que la seguridad. Seis aficionadas del Athletic Club de Bilbao en la Avenida de la Constitución ABC   En el paseo por la Avenida un grupo de seis señoras bilbaínas se asustan con un petardo estruendoso. Una vive en Sevilla y otra en Madrid pero todas son de Bilbao desde chicas. Han venido a disfrutar del día en Sevilla y se van a llevar un gran recuerdo. «La ciudad está preciosa» . El cronista le pregunta de forma imprudente por la edad de la más. En la respuesta hay mucha clase y guasa. «Diez años menos de lo que aparentamos». No tienen entrada. Da igual. Han llegado de Marbella y esta misma tarde volverán a la Costa del Sol para ver la final con sus familias. Ellas nos dan la medida del ambiente de la ciudad esta mañana. «La proporción es uno (mallorquín) por mil (bilbaínos)». «O dos mil», añade otra. El epicentro de Barcelona, Joaquín Guichot, Zaragoza, Jimios y Harinas alberga un ambiente más señorial. Son audaces. Han encontrado otros rincones gastronómicos de la ciudad: La Flor de Toranzo, Casa Moreno... Los cánticos en euskeras se reproducen porque el ambiente festivo es el mismo sin importar la edad. Hay pocos del Mallorca, pero son listos. Algunos están al fondo de la barra de Emilio Vara. Se escucha fondo: « será maravilloso, viajar hasta Mallorca . Sin necesidad de tomar el barco o el avión, sólo caminando en bicicleta o en autostop». En Mariano de Cavia se alivian algunos antes de comenzar, a las tres de la tarde, la peregrinación hacia la Cartuja . La ciudad este sábado era una fan zone al completo. En la oficial de los aficionados leonés, el punto de encuentro del solar de las Banderas junto a Torre de Sevilla, se han desbordado las previsiones de asistencia. Los más de 150 metros de barra se quedaron algo cortos. La del Mallorca, más próxima al estadio de la Cartuja, el ambiente era más relajado numéricamente hablando pero en ilusión no le gana nadie.

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