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La macro, la micro y el rebote en V

La macro, la micro y el rebote en V

Hace doce años que la economía argentina no se mueve. Y eso significa que, descontando pequeños ciclos de crecimiento y caída, nos olvidamos de crecer. No es gratis: la pobreza estructural supera el 40%, el ingreso per cápita se derrumbó un 11% desde 2011, la inversión sólo alcanza para cambiar las gomas de un auto viejo y no hay crédito. Los argentinos compramos un departamento en efectivo y pagamos el súper en cuotas, así de absurdo.

Esa desolación explica nuestra nueva realidad. Javier Milei propuso romper esa agonía y seguir rompiendo lo que sea necesario para lograr un crecimiento cercano al 5% anual, como hacen el resto de nuestros vecinos de la región. Para lograrlo prometió reformas y arreglar el desequilibrio fiscal. Los números de la macro parecen honrar sus discursos, pero para ver la magia de las reformas tendremos que esperar un poco más.

Para entender esta foto, es importante ver lo que analiza Andrés Malamud. Él sostiene que la Argentina 2024 se inscribe en un cambio demográfico y cultural que también se observa en otros países del mundo. Por primera vez, las nuevas generaciones que se suman a la construcción social son más conservadoras que la generación anterior, especialmente en el caso de los varones. Justamente el electorado núcleo de Milei.

Estadistas y profetas, lo importante es el cambio

Cómo en la mayoría de los casos, esto se debe a una multiplicidad de factores, pero sin dudas, en los últimos tiempos hemos presenciado la intersección entre un profundo estancamiento económico y un fuerte avance de nuevas agendas y colectivos que interpelan al sistema. El resultado es un sentimiento ‘anti' relato tradicional, por ahora desordenado e impulsivo, pero fundamental para entender los niveles de ‘tolerancia' social que estamos observando, pese a la severidad del ajuste. Esto nos permite considerar que estamos ante ‘un cambio de ciclo' producto de un cambio cultural.

Si miramos los resultados de los primeros 100 días, advertimos una mejora de los fundamentals económicos: superávits gemelos en un contexto de desaceleración de la inflación. Lo cual es una muy buena noticia que nos lleva al siguiente nivel. ¿Será sostenible?

Aún falta camino por andar, las observaciones del FMI sobre calibrar la relación recesión/inflación van en este sentido. Las alertas de los analistas de mercado respecto a que entramos en zona de atraso cambiario se condicen con las señales en términos de liquidación de divisas de los exportadores. Y especialmente de los precios en dólares de muchos bienes y servicios en Argentina, provocando incluso un furor de turismo de compras hacia Chile.

Más allá de que la frazada sigue siendo corta, la gestión seguirá priorizando el ancla fiscal y el control de la inflación. Las conversaciones sobre cómo nos recuperaremos comienzan a tener más fuerza, esto es: ¿Cómo será el día después? Es decir, el día que, por fin, dejamos de caer.

¿Y la E -strategia?

Las expectativas cambiaron y en el menú de la macro sirven sopa de letras: V, U, L, W, incluso la forma de la pipa de Nike.

Indudablemente, qué ocurra en términos agregados de la economía y cómo será la trayectoria de la recuperación es un tema trascendente, pero la distancia entre la realidad macro y la micro de los negocios es enorme. Puede haber oportunidades, pero también grandes amenazas.

Por el momento, la V sólo se observa en empresas con oferta transable y organizaciones flexibles, son las industrias dinámicas las que dibujan esta performance. Por el contrario, las que producen y venden en la economía doméstica dibujan una U o una L.

¿Y si el ancla que necesita el país la aporta el mundo?

La tan mencionada V grafica la idea de una recesión corta pero profunda que luego dará paso a un rebote rápido de la economía agregada. ¿Pero la micro?

Ahí reside la visión del líder. La caligrafía requiere de una dosis de creatividad y audacia. ¿Cómo las empresas que asignan una probabilidad de ocurrencia a un rebote de la macro en forma de V están adaptando sus estrategias? La V también significa velocidad.

Satya Nadella, CEO de Microsoft, sostiene que los líderes "reconocen la verdadera señal en medio de mucho ruido" y actúan en consecuencia. En sus manuales que escriben y reescriben, estos líderes incluyen la adopción de acciones específicas y pragmáticas que toman ante la diversidad de señales en las que combinan maniobras defensivas (protección contra riesgos) y ofensivas (capturar nuevas oportunidades).

Milei marca la agenda local a lo Milei

Los CEO hoy identifican que las tres señales más importantes son la disrupción digital, la economía y la geopolítica.

Reducir los gastos operativos, rediseñar productos y servicios, reevaluar los supuestos estratégicos y económicos son algunas de esas iniciativas ante la incertidumbre económica, pero también incluyen desarrollar sólidas capacidades de cumplimiento, crear resiliencia en las redes de proveedores e invertir en capacidades de monitoreo y respuesta. En este menú de decisiones estratégicas suman además el desarrollo del talento y modelos de organización flexibles que incorporen nuevas formas de trabajar.

La letra que reconoce el empresario es la S. La curva en S de la estrategia corporativa ilustra cómo las viejas formas de hacer negocios maduran y luego son reemplazadas por otras más nuevas. Lo previsible no necesariamente es lo que ocurre, en ese cambio de sentido, en esa curva, es donde se pone a prueba lo ágil de las organizaciones y la inteligencia de los liderazgos.

Pero además de la S de innovación, también está la S cómo curva de costos, que nos indica el desvío respecto a lo planificado, hoy no menos importante cómo respuesta a un contexto de retracción de demanda, caída de márgenes y dificultades operativas.

Lo que hoy vemos como incertidumbre es como un abecedario desordenado que esconde las palabras clave, cómo la clásica sopa de letra. El orden esperado, de izquierda a derecha, es interpelado por nuevos sentidos y quien sea capaz de pensar lateralmente, tiene más posibilidades de éxito.

Veremos cuantas S dibujan los líderes empresariales de la Argentina mientras la macroeconomía rebota en V. En la secuencia del abecedario, la S antecede a la V. Y en este caso, el orden de los factores sí altera el producto.

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