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Taylor Swift lanza 'The Tortured Poets Department', su nuevo disco: dopamina depresiva para humanos rotos

Abc.es 

Cuando uno amanece con la amenaza de que el nuevo disco de Taylor Swift sea un disco doble por sorpresa, primera haz de luz del 'smartphone' quemándote las legañas, uno se asusta pero era falsa alarma algorítmica. A medias. Hay una versión adicional antológica con 15 canciones más por la incontinencia a escribir 'poesía torturada' de la rubia de oro en estos dos últimos años tras algunas rupturas. Pero vayamos a la obra central: ' The Tortured Poets Department ', suelta desde este viernes 19 de abril. Y vayamos a la elegancia o no de hablar de 'poesía torturada' con tan recurrente desfachatez. Qué somos, Taylor, ¿Marea? ¿Txus di Fellatio? ¿Tocas en el Viña? La segunda amenaza que se cierne sobre cualquier análisis es que muchos medios ya la han puesto de obra maestra en adelante, en esta era de la cultura popular en el que las personas que dominan los 'charts' de éxitos, los reyes y reinas de Los 40 Principales, también son Frédéric Chopin a menos sea que seas un elitista a fusilar en el paredón de las redes. Así, amanecemos con varios 100/100 a primerísima hora de la mañana sobre un disco muy largo, más de una hora, publicado apenas hace un rato (supongo que lo habrán escuchado con anterioridad, si no...) y que versa sobre temática harto trabajada en el género: el desamor y el peaje de la fama. Y sigue funcionando, es la forma la que hace al fondo, como reza el topicazo. 'El Departamento de los Poetas Torturados' de Swift comienza con una colaboración con Post Malone , un rapero de pasado emo en Soundcloud, cancioncita sedosa con trazas de unos Beach House, muy leves, onda etérea, y un par de frases raudas para aterrizar el tono del disco: «Se suponía que me iban a despedir, pero se olvidaron de venir a buscarme». Swift va a pegarte palos emocionales y te va a gustar (o no, aunque masivamente sí). Al contrario que Shakira , por mentar alguien monstruosamente comercial también y con un disco reciente conceptualmente aledaño, la estadounidense busca lo poético y las mil caras del estar blandito (¿regodeo?) y la de Barranquilla se pelea y muerde con sus momentos vulnerables primando diversos estilos musicales y el ritmo con unas letras mucho menos sugerentes. De hecho, las redes ya están plagadas de fragmentos de ellas, es lo mejor del disco, con una legión de usuarios identificándose al nivel hiperbólico que acostumbran estos canales. Por ejemplo, la canción titulada 'Love Of My Life' termina con un 'Loss of my life' (es decir se titula 'El amor de mi vida' y acaba con la frase: 'La pérdida de mi vida') y todos se hunden virtualmente. O relexiones como «Crecer antes de tiempo a veces significa no haber crecido como tal», en 'But Daddy I Love Him'. El doloroso cliché tan cierto de que una perdió no solo a 'su gran amor' sino a 'su mejor amigo'. O «Tú no durarías ni un día en el manicomio donde me criaron». Muchas muchas barras melancólicas, hasta depresivas, las lágrimas son la dopamina de este disco que acaba con un «te pareces a Taylor Swift, el futuro es brillante, deslumbrante». Curioso narcisismo, divertido recurso y vía libre al sol del futuro, que diría Nanni Moretti. Musicalmente las canciones son homogéneas, con poco estribillo, delicadas baladas de intensidad lírica y los entrecots de su alma rota puestos en el asador de su desgarro, pero sin grandes sorpresas sonoras salvo algún arreglo discreto como en ' I Can Do It With a Broken Heart ', animada tonada disco-pop, que funciona perfecta a la vez como oda pocha: «Estoy tan deprimida que actúo como si fuera mi cumpleaños todos los días. Estoy tan obsesionada con él, pero él me evita como la peste. Lloro mucho, pero soy muy productiva, es un arte. Sabes que eres buena cuando puedes hacerlo incluso con el corazón roto. Estaba sonriendo como si fuera ganando Estaba alcanzando mis marcas porque puedo hacerlo con el corazón roto». La música es un envoltorio sutil y aseado para priorizar a la poeta torturada, pop comercial tranquilo conversacional, con alguna melodía destacable, como la homónima y la tercera canción, ' My Boy Only Breaks His Favourite Toys '. La factura es elegante, como en el cierre de 'The Alchemy', hipnótico mantra de inicio y final, con eso de «Esto sucede una vez cada pocas vidas, estos químicos me golpean como vino blanco». Recordemos que las canciones están compuestas por ella, algunas junto a Aaron Dassner , de The National, y la mayoría junto a Jack Antonoff , su productor habitual. Un año y medio después de 'Midnights', en medio de su multimillonaria gira ' The Eras Tour ', la más taquillera de la historia, y que este mayo podremos ver en el Bernabéu cristalizar toda esta montaña de expectación. Y acaba el esperado álbum con ' Clara Bow '. En Spotify vemos un vídeo en bucle en blanco y negro de ella con un vestido claro, hombros desnudos, sosteniendo una rosa que se enreda en su pelo mientras ella la mira alicaída. Ahí canta: «Te pareces a Stevie Nicks en el 75», «La corona está manchada, pero tú eres la verdadera reina» y «Es un infierno en la Tierra ser celestial» y cierra con la frase esperanzadora antes mentada. Pero como Spotify no para, igual que uno mientras teclea, la plataforma sin avisar te traslada a una canción de Boygenius, el supergroupo de indie femenino, muy Simon and Garfunkel, austeras musicales igual que Swift, y cuesta darse cuenta realmente de que ya no estás ahí. Y da qué pensar. El medio es el mensaje, que decía McLuhan. ''The Tortured Poets Department' es un buen disco. Cumple las expectativas. Y eso es mucho. Además, la estrella se abre en canal, y brilla. Un disco muy personal, lineal en lo sonoro, quizá largo, pero especial. Por atribulado. Lágrimas de oro entre neones.

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