Las dos varas de medir en País Vasco y Galicia
Las resacas electorales necesitan del ibuprofeno de los gurús del análisis para sobrellevarse mejor. Ayer tocaba País Vasco, tras el 21A. Y entre las muchas lecturas había algunas cuanto menos curiosas. Son las que ensalzan al PNV como un partido resistente, una maquinaria más allá de candidatos y encuestas, imbricada en un territorio que es listísimo, y por eso se traga el blanqueamiento de los herederos de ETA –los socios de nuestro moderadísimo BNG– y arroja un manto de olvido sobre la serpiente y el hacha que cuando se intenta trasladar al franquismo escandaliza e indigna. Es lógico, Franco está muy vivo –lo que no tenemos claro es dónde– y los terroristas son una derrotada ensoñación de la pérfida 'fachosfera'. Ese electorado inteligentísimo es el que le concede un 35% a un partido como el PNV por su transversalidad y pragmatismo, fruto de su imbricación en el territorio, en una campaña que no ha estado regida por las lógicas madrileñas –que son muy malas, como usted sabe– sino por cuestiones propias del País Vasco, alejadas del ruido de la M30. En resumen, que menos mal que existen las tres provincias para darnos lecciones de madurez al resto de los españoles. Lo curioso es que pareciéndose tanto lo acontecido en País Vasco con lo sucedido en Galicia el 18F, las lecturas sean tan distintas. Porque aquí no es cuestión de que el PPdeG sea sistémico y articule un ideario regionalista constitucionalista que le permite permearse en todas las capas sociales, sino que la ciudadanía es vieja, conservadora y alguna ve mucho la TVG y se deja engañar por falta de luces. El mérito allí es demérito aquí, cuando el PNV se estanca en el 35% del voto y el PP no ha bajado nunca en gallegas del 44%. Los buenos son siempre los otros. Allá el PNV desempolva el pasado encapuchado de Bildu para aglutinar el voto útil del votante conservador más moderado y es un acierto estratégico para alcanzar ¡un 35%!; aquí, Rueda y Feijóo exhiben el ideario soberanista del BNG y es un recurso a la desesperada para un 'pírrico' 47%. Dos varas de medir, el pan nuestro de cada día.