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Elegancia y sobriedad en el traslado de la dolorosa de los Javieres a Santa Marina

Abc.es 

Los Javieres es la segunda hermandad en dejar Omnium Sanctorum por las obras a acometer durante al menos los próximos cuatro meses en la parroquia. Todos los Santos será la última en hacerlo este domingo, el de la Ascensión del Señor, trasladando al Santísimo a la casa parroquial, mientras que la Virgen será llevada de manera privada. Tarde noche calurosa de mayo. Al término de la eucaristía de las 20.30 horas daba inicio el traslado de la Virgen de Gracia y Amparo junto a San Juan Evangelista. La priostía encabezada por Antonio y Raúl dejaron una estampa esplendorosa nunca antes vista en unas andas, r ecreando a las imágenes como si estuviesen en el paso de salida en pequeñas dimensiones. Caía la tarde, era prácticamente la misma luz de cuando sale Todos los Santos en noviembre , pero con la diferencia horaria propia de cada tiempo del año. Salía el cortejo, en la calle multitud de cámaras inmortalizaban el momento, algo nuevo porque nunca salió la Virgen de este modo en andas, ni tampoco es común ver a esta imagen que no sea de otra forma en la calle que en su paso de palio. Ocurrió hace unos años en un vía lucis. Comportamiento ejemplar de sus hermanos, serio pero no tristes , sin actuar con la función que hacían, todo era naturalidad de una cofradía de negro y auténtico barrio de la Feria, lo que le dota de una gran personalidad, de un traslado elegante y sobrio. Algunos de los presentes, eran los menos, como anécdota simpática, preguntaban la ausencia del Cristo de las Almas en el traslado, sin saber que está en procesión de restauración en el taller de Laura Pérez durante los próximos meses. Una hora de traslado, por un camino corto, con el sonido de un cuarteto de voces, las andas comandadas por Rafael Díaz Talaverón que iban de frente, con paso alargado y reposado en una tarde muy primaveral. Un disfrute en todos los sentidos de sus hermanos y los presentes en este acto público. A las diez y media concluía el traslado. En la puerta de Santa Marina esperaba una representación de la Resurrección, los hermanos de los Javieres disfrutaban porque vivían de un momento más para la historia de su hermandad, esta vez ocasionado por las obras en su actual sede canónica. El acto lo cerraba el párroco de San Julián y Santa Marina, Amador Domínguez. Los Javieres y la Resurrección vuelven a residir en un mismo templo , dos hermandades hermanadas que vuelven a estar en un mismo templo de donde la corporación salió en los noventa por obras también en Omnium Sanctorum. La historia los vuelve a unir.

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