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Una pediatra de referencia internacional señala en qué se equivocan los padres al educar: «No deben culparse por ello»

Abc.es 
Catherine Gueguen es pediatra, una referencia internacional en la educación de los más pequeños y autora de 'Entre tú y yo', en el que expone un decálogo que resume lo que debería ser una relación equilibrada y amorosa entre un hijo y sus padres. Asegura que gracias a mu­chos años de práctica profesional y a los descubrimientos de la neuro­ciencia afectiva y social que se han dado en todo el mundo, ahora se sabe, por ejemplo, que los niños son dema­siado pequeños como para calmarse por su cuenta y que necesitan sí o sí a un adulto que los comprenda, les dé tranquilidad y los ayude a expresar sus emociones. ¿Qué significa exactamente una relación equilibrada entre padres e hijos? Es aquella en la que el adulto se siente responsable de la relación con el niño y en la que cada uno se siente respetado en sus emociones y necesidades. Cada uno ocupa su lugar. El niño está en su lugar como menor, es decir, como persona frágil y vulnerable que pide ser guiada, protegida y que tiene derecho a expresar sus emociones y necesidades y que respeta a su progenitor. Por su parte, el progenitor cumple su papel de adulto. Proporciona al niño afecto y seguridad, le da puntos de referencia, sabe decir no sin humillación física o verbal y, por último, comprende sus emociones y necesidades. Cuando cometen un desliz (decir una palabra de más, hacer un gesto humillante), lo que evidentemente puede ocurrir, sobre todo cuando están cansados, lo reconocen y se disculpan. Noticias Relacionadas estandar No «Cada hermano tiene una madre distinta, aunque ella sea la misma» Laura Peraita estandar No Dos Doctoras en Psicología dan las claves para que tu hijo sepa expresar lo que siente Laura Peraita ¿Cuáles son las verdaderas causas de este desequilibrio? Cuando los padres han sufrido ellos mismos una educación violenta, están debilitados y pueden reproducir lo que han vivido. En estos casos, el progenitor necesita apoyo para ayudarle a comprender a su hijo y encontrar la calma y la paciencia necesarias para hacer frente a los arrebatos emocionales normales de la infancia. Cuando los padres son incapaces de dar a sus hijos un sentido de dirección y dejarles hacer todo, el niño se vuelve muy desestabilizado e inseguro, y desarrolla una serie de problemas de comportamiento. Usted asegura que «hasta hace poco, nos equivocábamos a la hora de educar a los niños». ¿A qué se refiere en concreto? Durante miles de años, y todavía hoy en todo el mundo, la inmensa mayoría de los adultos -sea cual sea su cultura o religión- han creído de buena fe que había que castigar, adiestrar y humillar a los niños para que se portaran bien y tuvieran un buen rendimiento escolar. Actualmente, la investigación científica demuestra que la humillación verbal y física repetida, cuando es grave, altera ciertas estructuras cerebrales y puede provocar una serie de trastornos del comportamiento: agresividad, ansiedad, depresión y, más tarde, intentos de suicidio, adicción al alcohol, a las drogas, etc. Así que tenemos que dejar de humillar a los niños. Para muchos adultos, es muy complicado cambiar su comportamiento. La benevolencia es realmente una revolución educativa, y los padres y profesionales de la infancia necesitan apoyo. Así que no te presiones, ¡no te hagas sentir culpable! Todos estos descubrimientos sobre el desarrollo del cerebro de los niños son muy recientes y, una vez más, representan una auténtica revolución educativa que llevará tiempo. Su libro trata de las necesidades fundamentales de los niños. ¿Cuáles son las más importantes y las más desatendidas por los padres? Ante todo, un niño necesita sentirse emocionalmente seguro, es decir, un padre que comprenda las emociones y necesidades del niño y que sea cálido, comprensivo, alentador y cariñoso. Los niños también necesitan un adulto que les guíe, que les dé un sentido de la orientación, que sepa decirles que no, pero sin humillarlos verbal o físicamente. Y los niños necesitan un adulto que les ayude a descubrir el mundo y les permita explorar. ¿Hay que dar más voz a los niños o les escuchamos demasiado poco? Depende de la familia. Volvemos a la cuestión de si la relación entre padres e hijos es equilibrada o no. Hay familias en las que la relación padres-hijos es equilibrada. Pero también hay familias en las que el niño no es escuchado, no tiene voz, y también hay familias en las que el padre no sabe ocupar su lugar de guía y entonces el niño ocupa todo el espacio y tiraniza a sus padres. ¿Necesitan los padres sentirse comprendidos en su esfuerzo por educar a sus hijos? Sí, educar a un niño es extremadamente complicado, sobre todo ahora que los conocimientos sobre el desarrollo infantil están cambiando totalmente la forma de educar a los niños, es decir, comprendiendo las emociones y necesidades del niño y sin utilizar la humillación verbal o física. Es absolutamente necesario apoyar y acompañar a los padres. Los adultos no van a cambiar su actitud hacia los niños con un movimiento de varita mágica. Este camino hacia la buena voluntad no se hace de la noche a la mañana. La educación es extraordinariamente compleja y difícil, y todos cometemos errores. Cometer errores no es grave. Todos los seres humanos cometemos errores, ¡y quizá especialmente cuando se trata de educación! Todos los padres, en un momento u otro, pierden la paciencia, se enfadan, gritan, tienen ganas de abandonar, dicen cosas o hacen cosas de las que luego se arrepienten, a veces inmediatamente. Reconocerlo y disculparse es muy educativo para los niños. Se dan cuenta de que los adultos cometemos errores, igual que ellos, y que aprendemos de nuestros errores. Lo más importante es querer mejorar, progresar y no quedarse solo cuando uno se siente desbordado. ¿Qué se necesita para lograr un vínculo verdaderamente seguro y afectuoso entre padres e hijos? El progenitor tiene que sentirse a gusto con sus propias emociones y necesidades y ser capaz de mostrar cómo afronta esas emociones. Por ejemplo, el progenitor está enfadado porque el niño se comporta de forma inadecuada: Si el progenitor le dice al niño: «Me estás poniendo de los nervios», el niño se sentirá culpable, responsable de su irritación, se verá como un niño malo y perderá confianza en sí mismo. En este ejemplo, el padre ha llegado a sus propios límites y puede aprender a regular su irritación. Cuanto más atención preste a sus emociones, que son sobre todo manifestaciones físicas, más podrá regularlas. Dile a tu hijo: «En este momento, siento que he llegado a mis límites, siento que mi enfado aumenta: mi voz empieza a temblar, siento calor, mi corazón se acelera. Es hora de hacer una pausa, de alejarse, de respirar con calma». MÁS INFORMACIÓN noticia No Diez cosas que deberías saber hacer al cumplir los 18 años noticia Si Las mejores pautas para actuar ante los estallidos emocionales noticia No Un psicólogo infantil, muy claro respecto a cómo afecta el uso de pantallas a la salud de nuestros hijos Los niños imitan a sus padres, y he visto a menores de tan sólo 4 años que hacen lo mismo: «Ahora quiero pegar a mi hermanita, necesito calmarme, alejarme y respirar hondo».

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