La emblemática joya natural de La Habana
La he visto muchas veces desde pequeño, casi siempre desde el lado más conocido de la capital cubana, donde se encuentra el casco histórico, donde se halla la mayor afluencia de personas y lugares sociales, culturales y económicos de interés. Sólo par de ocasiones -según mi memoria de niño- recuerdo haberla cruzado en su lancha.
Foto: Abel Rojas Barallobre
Por cuestiones de la vida y del amor, en la actualidad debo recurrir casi a diario a ese tradicional medio de transporte para cruzar de un extremo al otro la emblemática joya natural que es la Bahía de La Habana; y resulta verdaderamente un paseo lleno de placer en contacto casi directo con el mar: el olor a sal y el sonido de las ondas que provoca la pequeña embarcación con el agua.
Foto: Abel Rojas Barallobre
El viaje, que dura unos escasos minutos, quizás no sea suficiente para lograr conectar con el entorno natural y antiestrés que resulta en uno la tranquilidad del mar. Pero está el valor agregado de la espectacular vista desde distintos momentos del día; apreciar la ciudad desde otro ángulo, otra óptica, otro punto de vista al que casi nunca se está acostumbrado. De esta manera, se convierte en un paseo mágico, exclusivo y hasta muy personal, me atrevo a afirmar.
Foto: Abel Rojas Barallobre
Foto: Abel Rojas Barallobre
Foto: Abel Rojas Barallobre
Foto: Abel Rojas Barallobre
Foto: Abel Rojas Barallobre
Foto: Abel Rojas Barallobre
Foto: Abel Rojas Barallobre
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Foto: Abel Rojas Barallobre
Foto: Abel Rojas Barallobre
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Foto: Abel Rojas Barallobre
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