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No hay plata, pero narrativa sobra

A cinco meses de su llegada al poder, Javier Milei mantiene una figura sólida, con un ligero repunte tras un breve declive. Según un informe de Inteligencia Analítica Consultores y Asociados, dirigido por Marcelo Escolar, las expectativas económicas, tanto a nivel nacional como personal, continúan en una tendencia ascendente, avivando la esperanza de un cambio positivo.

Este panorama se ve respaldado por la reciente noticia de que la inflación de abril ha alcanzado un solo dígito. Aunque se vislumbra un reacomodamiento de los precios relativos, aún subsiste un largo camino por recorrer. En el seno del Gobierno, persisten las preocupaciones por el rezago salarial, así como por las cuestiones pendientes en torno a las prepagas y las tarifas de gas y electricidad. Estas preocupaciones inmediatas coexisten con inquietudes de mediano plazo, como la esperada salida del cepo, y a largo plazo, la compensación del impuesto País.

Surge la interrogante acerca de si lo peor de la economía en 2024 ya ha quedado atrás, hasta qué punto este tipo de ajuste es sostenible y si la confianza de los argentinos en que este sacrificio valga la pena se mantendrá. Según Juan Courel, consultor político entrevistado por El Cronista: "La imagen del Gobierno se mantiene en buenos niveles, lo cual es destacable considerando los desafíos sociales. Sin embargo, su verdadera prueba llegará cuando la inflación deje de ser el principal problema, momento en el cual se verá cómo enfrenta los nuevos desafíos que emergen, como el desempleo y la pobreza".

"No la ven": la clase media vs. la política de Milei

Damián Di Pace, director de la consultora Focus Market, alerta sobre la disminución del poder adquisitivo del salario, resultado de un primer cuatrimestre del año sumamente complicado. "Registramos una caída en abril del consumo masivo del 20,3% y de las ventas minoristas del 7,3%. Además, aquellos que perciben ingresos enfrentan mayores dificultades que quienes tienen salarios, debido al retraso en el ajuste de topes y escalas de monotributo, entre otros factores. El problema es que hay un 40% de personas en la informalidad", explica Di Pace.

Hasta ahora el Gobierno ha sido muy eficiente en mantener la centralidad de agenda, dar la batalla cultural y ajustar a mansalva. Y lo ha hecho todo al mismo tiempo, a tal punto que sorprende hasta al propio Milei. "Plata no hay, pero narrativa sobra. La batalla cultural irrumpe como lo nuevo, pero el ajuste social que lo acompaña se asienta sobre una disposición anímica antigua y de profunda raigambre en la cultura argentina: el sacrificio. La política clásica siempre ha temido infringir dolor social. Pero una parte de la sociedad parece estar dispuesta a sufrir, a ser indiferente al sufrimiento ajeno, y a hacer los sacrificios necesarios para que advenga eso que desea tan intensamente, un nuevo orden. La disposición al sacrificio matchea bien con el carácter mesiánico de un gobierno que tiene en las 'fuerzas del cielo' un eje organizador", señala Shila Vilker la Directora de la Consultora Trespuntozero.

Para la analista, el Gobierno sabe que el sufrimiento sinsentido es del orden de lo imperdonable, y tal vez por eso se esfuerza tanto en remarcar que "esta vez vale la pena". El ajuste se aguanta entonces sobre la expectativa y la expectativa se sostiene sobre una ilusión y una promesa: la estabilidad. "Se quiere creer, y se aguanta, también, para evitar un mal mayor, como caer en un nuevo fracaso que nos empujaría al nihilismo o nos retrotraería a una escena del pasado que se rechaza. Forma parte de esta disposición la idea fuerza de que 'no hay alternativa', idea que nadie rebate y que se ha ido instalando. En la misma línea, compensa el dolor la idea de vivir en la 'verdad' como 'pagar las cosas lo que valen' o confirmar la suspicacia de que 'donde tocás sale pus', plantea Vilker.

La soga se ajusta más porque una mayoría aguanta. Pero el sacrificio tampoco es infinito. El Gobierno posterga aumentos de tarifas no sólo para que cierren los números macro, sino también porque percibe que el límite y la dificultad pueden estallar en cualquier momento. "A cinco meses de gobierno, el deseo de un nuevo orden, el rechazo al pasado y el miedo a la nada acompañan el ajuste a la espera de un futuro mejor, estable y de prosperidad individual", explica la Directora de Trespuntozero.

Milei ante abril: ¿un giro estratégico en el horizonte?

Mientras tanto, la oposición se encuentra en un estado típico de post-oficialismo: desorganizada, con conflictos internos y liderazgos difusos. Según Courel, aunque el peronismo muestra una mayor cohesión comparado con 2016, está notoriamente debilitado. "Esto es independiente del desempeño de Milei. El peronismo está más unido ahora que en 2016, pero claramente está más debilitado. Sobre todo porque tiene menos provincias y en las que tiene, salvo la provincia de Buenos Aires, Milei tiene mejor o igual imagen que sus gobernadores. Eso le pone límite a esos gobernadores para construir liderazgos nacionales desde la oposición. Por eso es esperable que la provincia de Buenos Aires vuelva a ser -por ahora y aunque ya aburra decirlo- la madre de todas las batallas. De ahí el apuro por definir quién cierra las listas el año que viene: La Cámpora o una nueva coalición de intendentes y el gobernador Axel Kicillof", señala.

En el peronismo, las disputas internas a nivel nacional son evidentes. Courel destaca dos facciones: una centrada en la disputa de poder entre sectores kirchneristas con visiones económicas similares, y otra emergente, que se enfoca en cuestiones más ideológicas y que podría definirse como una actualización doctrinaria o una derechización, dependiendo del punto de vista.

A medida que el gobierno de Milei avanza, y la oposición sigue desorientada y desordenada, la mayoría de los argentinos se aferra a la esperanza.

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