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Menos tiempo al aire libre afecta el desarrollo infantil

Una publicación reciente del Journal of Pediatrics, liderada por Peter Gray, David F. Bjorklund y el renombrado antropólogo de la infancia David F. Lancy, destaca, a la luz de la más reciente evidencia científica, los graves efectos de la reducción en la actividad independiente en el desarrollo y la salud mental de la población menor de edad.

En los Estados Unidos, donde se llevó a cabo el estudio, en las últimas seis décadas, el tiempo que en la niñez y la adolescencia se dedica a la actividad libre, como el juego sin intervención de adultos, ha decaído drásticamente, constituyéndose en uno de los factores asociados al aumento significativo de síntomas psicológicos, como la ansiedad, la depresión y cuadros clínicos crónicos de alta peligrosidad, como la ideación y el intento suicidas.

Los autores argumentan que la transformación de los estilos de vida, la reducción de los espacios libres y seguros en los vecindarios y la sustitución de la actividad independiente por actividades estructuradas, lideradas, supervisadas e intervenidas por adultos inciden en el desarrollo infantil saludable.

La realidad costarricense no es diferente. Investigaciones recientes del Dr. Mariano Rosabal Coto, del Instituto de Investigaciones Psicológicas de la Universidad de Costa Rica, y la Dra. Heidi Keller, de la Universidad de Osnabrück en Alemania, muestran que, sobre todo en las áreas urbanas, las familias desarrollan sus rutinas diarias mayormente en espacios privados.

Por otra parte, de acuerdo con los resultados de la Encuesta nacional de seguridad ciudadana realizada por el INEC en el 2022, las personas son reacias a acudir a sitios públicos percibidos como riesgosos, una tendencia que se acentúa en niños, niñas y mujeres.

Resultados preliminares de una investigación llevada a cabo por mí en Desamparados, Ciudad Quesada y Pital, evidencian que los espacios comunitarios se ha reducido y las preocupaciones derivadas de la inseguridad ciudadana reprimen la actividad infantil independiente.

Estas condiciones limitan, incluso impiden, categóricamente, la vinculación durante la niñez y la adolescencia con las comunidades en formas que estimulen el desarrollo de las personas.

La actividad independiente, que incluye por ejemplo el juego espontáneo, la exploración, el “inventar” actividades en compañía de otros niños y niñas, es parte crucial para el bienestar y el desarrollo de habilidades sociales, cognitivas, motoras y de fortaleza psicológica (resiliencia).

Es también un complemento necesario de las actividades estructuradas, como la educación formal y las interacciones con adultos.

La evidencia etnográfica de cientos de comunidades alrededor del mundo indica que la niñez saludable requiere actividad independiente, pues fortalece el sentido de responsabilidad personal y el aprendizaje automotivado, al estimular la curiosidad, la creatividad y la resolución de problemas.

Esta manera de aprender está impulsada por el afán de adquirir habilidades útiles y convertirse en parte integrante de la comunidad. Sin embargo, para hacerlo posible, se necesita un entorno comunitario y un profundo sentido de confianza y responsabilidad colectiva.

La precarización de las condiciones sociales en la mayoría de las comunidades, incluido el aumento de la violencia en todas sus formas, constituye una amenaza real para la vida familiar y el desarrollo infantil y adolescente saludable. Urgen, por tanto, medidas que reviertan estas tendencias y promuevan la paz y fortalecimiento de los lazos sociales.

Esteban.Duran-Delgado@uni-osnabrueck.de

El autor es director interino del Centro Costa Rica en la Universidad de Osnabrück, Alemania.

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