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Asfixia informativa

Asfixia informativa

Los motores de búsqueda ofrecen el contenido de los periódicos sin invertir en la producción de una sola nota.

No es descabellado preguntar si la democracia puede sobrevivir a la internet. Nadie duda de los aportes de la web a la educación y el desarrollo, pero las maravillas del progreso en otros campos no debe cegarnos a las implicaciones para uno en particular: la política en sentido amplio.

Una invitación a sopesar la tecnología digital, con todo su brillo y prestigio, contra la política, tan venida a menos y denostada, parece una necedad. Ese puede ser parte del problema. Engullimos con avidez irreflexiva los avances tecnológicos y no nos detenemos a ponderar las consecuencias.

La política en democracia solo es posible si hay espacio para el debate. A fin de cuentas, el voto expresa una hipótesis de la ciudadanía sobre quien gobernaría mejor. La formulación de esa hipótesis requiere de información y la internet, prolífica en datos sobre todo lo imaginable, está asfixiando la difusión de noticias y opiniones.

La Escuela Medill de Periodismo de la Universidad de Chicago pronostica, para finales de este año, la desaparición de la tercera parte de los periódicos existentes en los Estados Unidos en el 2005. El país está dividido en 3.143 condados y ya hay 204 sin periódico local. Son los llamados “desiertos informativos”. Sus pobladores tienen acceso a The New York Times y The Sacramento Bee, para poner ejemplos en las dos costas del enorme territorio estadounidense, pero se les dificulta conocer los acontecimientos de su municipalidad o los sucesos de la ciudad donde transcurre su vida.

Otros 1.562 condados solo tienen un periódico. La democracia no se nutre de una sola voz y, para mayores males, en muchos casos la única publicación subsiste como semanario. La tendencia se alimenta de una práctica tan injusta como invisible para buena parte de los usuarios. Los grandes motores de búsqueda ofrecen el contenido de los periódicos sin invertir en la producción de una sola nota, y obtienen los ingresos publicitarios antaño utilizados por los medios para financiar sus salas de redacción.

Hasta ahora, las búsquedas por lo menos producen un listado de vínculos que remiten a los sitios de los medios, pero el nuevo y devastador golpe de la internet empieza a aflorar. Los motores de búsqueda asistidos por inteligencia artificial responden directamente las preguntas luego de recorrer los sitios de los creadores de contenido para extraer información y presentar un resumen al usuario. Un futuro con muy pocas y pobres fuentes de información, sesgadas por inescrutables algoritmos, está a la vuelta de la esquina si no hay cambio de rumbo.

agonzalez@nacion.com

Armando González es editor general del Grupo Nación y director de La Nación.

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