El jaguar que devora niños
A los niños se les asustaba antes con el Coco, hoy los acecha un peligroso jaguar, que los devora poco a poco. En apenas dos años, el hambriento jaguar, de manera cruel y contraproducente, se comió la inversión social cuyo objetivo es favorecer a las niñas y los niños que más lo necesitan.
El jaguar arrasa con sus becas para ir a la escuela y el colegio, sus cupos en la red de cuidado infantil, sus alimentos en los CEN-Cinái, con la vivienda de interés social para que sus familias tengan un techo digno.
Lo más preocupante es que mientras el jaguar devora las oportunidades de la niñez, el crimen organizado se les presenta como la única salida a adolescentes y jóvenes. Ante ello, el dolor de una profunda fractura social es cada vez más intenso y prolongado.
Todos fuimos niños. Más aún, la inmensa mayoría tenemos por lo menos una persona menor de edad en nuestras vidas. Por eso conocemos la enorme importancia que damos a su protección, bienestar, salud y educación.
Como sociedad, no podemos darnos el lujo de fallar a personitas (así, en diminutivo) que en ocasiones no tienen cómo defenderse, mucho menos de un jaguar que se come su vida e integridad. ¿Quién permanecerá tranquilamente mientras una niña o un niño no tienen qué comer, o medios para ir a estudiar, o habitan en una casa insalubre? Me parece que nadie.
Por eso lamento profundamente que la inversión social para la niñez y adolescencia fuera la gran ausente en el discurso del presidente de la República el 2 de mayo ante la Asamblea Legislativa.
Los datos que omitió demuestran que este es, hasta ahora, el gobierno con mayores reducciones en la política social.
Datos duros
Como los datos están por sobre los relatos vacíos, he aquí algunos de ellos. En el 2023, el IMAS sufrió una reducción presupuestaria de ¢28.000 millones, lo que significó 122.849 estudiantes sin las becas de Avancemos con respecto al 2022 y, por ende, técnicamente excluidos del sistema educativo.
Según detalló el propio IMAS en junio del año anterior, las becas para la niñez en situación de pobreza se redujeron de 387.739 a 274.000. De ¢113.000 millones en el 2022, cayó a ¢85.000 millones en el 2023.
En cuanto a la red de cuidado infantil, las reducciones para tantas niñas y niños, así como para sus hogares, la mayoría liderados por mujeres, son alarmantes.
En el informe integrado para el Fondo Monetario Internacional, se reportó que entre el 2022 y el 2023 se eliminaron 7.000 cupos de los Centros de Cuidado y Desarrollo Infantil.
De acuerdo con la Encuesta nacional de hogares del 2022, la población meta de este programa está compuesta por 797.954 menores de 13 años, de los cuales únicamente 70.000 se benefician en la actualidad. No son apreciaciones o juicios de valor, son datos objetivos que todos los días se manifiestan en la vida de la gente. ¡Cuántos derechos devorados por el jaguar!
Con dolor, debemos admitir que los derechos de la niñez y la juventud nunca han estado en mayor riesgo que bajo la acechanza del jaguar.
El presidente omitió señalar que durante su gestión el Programa de Acogimiento Familiar vio disminuido un 17,31 % en la subvención ordinaria y un 21,87 % en el monto para niñas y niños discapacitados o con necesidades de atención especial. Afectó a 4.572 menores de edad y sus hogares de acogimiento. No lo decimos quienes ocupamos una curul, lo reconoció el propio PANI.
El Análisis de coyuntura de la sociedad costarricense, elaborado por la Universidad Nacional, confirma que el monto destinado a la inversión social está en su punto más bajo en 10 años.
El Estado de la Nación dice que los recortes sociales representan una caída del 2 % en la inversión por cada habitante. Los sectores más perjudicados debido al desmantelamiento de la inversión social son el cultural, el educativo y el de la vivienda.
La población más sacrificada la integran las niñas, los niños y los adolescentes. Estos datos nos demuestran que el jaguar no tiene contemplación alguna.
Crisis social
Entonces, no es casualidad que bajo este gobierno el porcentaje de personitas que viven en pobreza y pobreza extrema ya alcance casi el medio millón, de las cuales la mayoría tienen entre 0 y 5 años.
La gente en situación de calle aumentó a 2.000, y son las mujeres y las personitas las más invisibilizadas en esa realidad.
Es la profunda crisis social que atraviesa el país y que el mandatario decidió ignorar en su mensaje, porque para su gobierno las personas más vulnerables no son prioridad, sino alimento para el jaguar.
No hay economía que resista cuando cada vez menos estudian a raíz de los tijeretazos a las becas, cuando cada vez más mujeres jefas de hogar no tienen posibilidades de trabajar porque han perdido el cupo de sus hijas o hijos en la red de cuidado infantil. La política fiscal se alimenta, por tanto, de quienes menos tienen.
En la Costa Rica de hoy, muere un menor de edad asesinado cada 12 días, ya que no hay un Estado que les proporcione educación, salud, albergue, protección y prevención de la violencia.
Cuando la inversión en lo esencial decae, el narcotráfico y el crimen organizado llenan el vacío. Allí estamos perdiendo a nuestros jóvenes. Allí es donde este gobierno está acumulando una gran deuda social.
La inversión social debe estar primero, y su ausencia en el discurso del 2 de mayo debe ser motivo de profunda preocupación para quienes todavía defienden el Estado social de derecho.
El presidente y su gobierno deben ponerse la mano en el corazón y trabajar en conjunto para que niñas, niños y jóvenes duerman tranquilos, sin sentir miedo de las fauces del jaguar.
La autora es diputada.