El trampantojo de la Feria
Lo último que se le va a pasar por la cabeza a un feriante estos días es escudriñar en las tripas de una celebración que señala la cumbre del calendario cordobés y que supone un pasaporte a la evasión de los problemas reales festejando que estamos aquí, y estamos vivos. Con los nuestros (o sin ellos). Pero hay recurrencias inevitables en los días que se acercan al mágico fogonazo lumínico de la portada que nos señala el camino. Y una de ellas es contar casetas como quien busca espárragos por Trassierra y repasar al milímetro lo que el Arenal da de sí -que ya son treinta años- en su alma de arena movediza y su vocación de desierto urbano. Como... Ver Más