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Inseguridad: El gran desafío para el nuevo presidente de México

Dos de los principales cárteles en México son el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa, con presencia no solo en México sino también en otros países.

México. Berta García se siente fatigada y enferma después de una búsqueda de ocho años de su hijo Manuel, uno de los más de 100.000 desaparecidos en un México asolado por la violencia del narcotráfico.

No se encuentra en ánimo para escuchar las propuestas de los candidatos a las elecciones presidenciales y legislativas del 2 de junio, y tiene poca esperanza de encontrar con vida a su hijo desaparecido en 2016 en el estado de Chihuahua, al norte del país. “Ofrecen y ofrecen, pero a la hora de la verdad no cumplen”, dice la mujer a esta agencia.

La violencia del crimen organizado dejó más de 450.000 asesinatos desde que el presidente conservador Felipe Calderón (2006-2012) lanzó una ofensiva militar contra el narcotráfico en 2006.

Muchos mexicanos consideran la inseguridad como el desafío más urgente para quien asuma la presidencia después de Andrés Manuel López Obrador, ya sea la oficialista de izquierda Claudia Sheinbaum, la opositora de centroderecha Xóchitl Gálvez o Jorge Álvarez Máynez, del centro político.

¿Cómo deja la seguridad el presidente saliente?

López Obrador priorizó abordar las causas de la violencia, como la pobreza y la desigualdad, antes que el enfrentamiento directo con las mafias, una política que él denomina “abrazos, no balazos”.

Sin embargo, la tasa de homicidios sigue siendo superior a 23 por cada 100.000 habitantes, por encima del promedio latinoamericano, según el centro de análisis Insight Crime. Poderosos cárteles controlan varias regiones y están involucrados en otros delitos como el tráfico de migrantes, extorsión, secuestro o robo de combustible.

Las principales organizaciones son el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa, con ramificaciones en varios países. También operan otras bandas que luchan ferozmente por sus cuotas en la actividad delictiva.

Grupos delincuenciales “se están dando cuenta de que es posible crecer más porque no hay ninguna estrategia para frenar” su accionar, dijo a esta agencia Falko Ernst, analista de Crisis Group.

Más de 450,000 asesinatos han ocurrido en México desde que el presidente en turno Felipe Calderón lanzó una ofensiva militar contra el narcotráfico en 2006.

¿Qué proponen las candidatas favoritas?

Sheinbaum, amplia favorita en las encuestas, promete mantener la estrategia de López Obrador de abordar la criminalidad desde sus raíces. La exalcaldesa de Ciudad de México argumenta que detener la violencia no requiere de mano dura y niega que López Obrador haya permanecido inactivo.

Por su parte, Gálvez, segunda en las encuestas, hizo de la inseguridad el centro de su campaña bajo el lema “se acabaron los abrazos a los delincuentes”. Propone atrapar a los criminales más buscados con el apoyo del ejército, construir una cárcel para los más peligrosos y mejorar los salarios de los policías para evitar la corrupción.

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¿Qué dicen los expertos?

Para analistas como Raúl Benítez, experto en seguridad y crimen organizado, las propuestas de las principales aspirantes apenas difieren de las políticas anteriores. Benítez considera crucial mejorar la coordinación entre jueces, policías, fiscales y agencias de inteligencia, algo que, en su opinión, logró Sheinbaum durante su mandato como jefa de gobierno de la capital (2018-2023).

El desafío es aplicar esa coordinación en un país de 129 millones de habitantes, lo que requiere recursos significativos para reparar una “cadena de justicia rota”, señala Carlos Rodríguez, consultor en seguridad e inteligencia.

Falko Ernst sugiere crear enclaves dentro del mismo Estado con el personal más capaz y confiable, ya que las instituciones de seguridad a menudo son criticadas por su negligencia y corrupción. “Si no luchamos contra la corrupción y la impunidad, no se resolverán las cosas”, estimó Guadalupe Correa Cabrera, profesora de la Universidad estadounidense George Mason, en una mesa redonda en el Wilson Center.

México ya está bajo fuerte presión del gobierno del presidente demócrata Joe Biden para frenar el tráfico de fentanilo, un opioide sintético al que se atribuyen decenas de miles de muertes por sobredosis cada año en Estados Unidos.

Ante la posibilidad de que Donald Trump regrese a la Casa Blanca, los expertos anticipan una presión aún mayor en temas como narcotráfico y migración. México debe tener preparado un plan B de replanteamiento integral de la relación bilateral ante este escenario, advierte Arturo Sarukhán, exembajador mexicano en Estados Unidos.

Correa Cabrera cree que si Trump gana las elecciones de noviembre en Estados Unidos, “habrá más presión para políticas de mano dura”, y recuerda que el exmandatario republicano ya tuvo una relación “extremadamente estable” con López Obrador.

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