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El cierre de Casa Nuñez y el destino de su última guitarra

El cierre de Casa Nuñez y el destino de su última guitarra

Tras 150 años Antigua Casa Nuñez bajó sus persianas, con sabor amargo y futuro incierto

El 30 de abril, la lluvia enmarcaba cierto descontento en los alrededores del Congreso de la Nación, donde puertas adentro, los Diputados debatían la Ley de Bases.

Sumergido y contagiado del humor de la calle, Damián se aventuró hacia la icónica Antigua Casa Nuñez, la tienda de guitarras, que nació en 1870, y que se erigió sobre la calle Sarmiento por varias décadas.

Desde Carlos Gardel, hasta Gustavo Cerati, pasando por Atahualpa Yupanqui e importantes concertistas, los grandes músicos argentinos tuvieron una guitarra de Casa Nuñez. Al mismo tiempo que, otros muchos anónimos compraron su primera guitarra allí. Así, esta tienda se convirtió en un verdadero ícono local.

A días de su cierre, Antigua Casa Nuñez comenzó a despedirse. "Desde los días en que Francisco Nuñez llegó a estas tierras con un sueño en el corazón, hasta convertirnos en la fábrica más emblemática de Argentina, cada guitarra que salió de nuestras manos llevaba consigo una parte de nuestra historia y amor por este arte", dijeron en un breve comunicado.

Eran cerca las 11 del mediodía, y la misión de este joven era hacerse con alguna de las joyitas de la tienda. Pese a la tristeza que le causaba el cierre de este reducto, su entusiasmo pasaba por regalarse una auténtica Nuñez a su padre.

Esta suerte de obsequio sentimental respondía a que la primera guitarra que su padre, de 77 años, había comprado en su adolescencia había sido una Yacopi, adquirida en ese mismo lugar. Incluso su tío, había sido un destacado concertista de guitarra, y por ende cliente de la tienda. La idea de conseguir una guitarra de Casa Nuñez, antes que ésta bajara definitivamente sus persianas, era su epopeya del día.

Al entrar al local, el panorama no era muy esperanzador. El comercio estaba completamente vacío. Desde un rincón, una señora mayor miraba todo sentada en una silla, un gatito merodeaba por ahí y un hombre, que presumiblemente era el dueño, aguardaba en la caja, mientras un empleado se encontraba al otro lado del salón, dispuesto a atender a vaya sabe quién.

-¿Tenés alguna guitarra criolla disponible?, preguntó Damián esperanzado.

-Lo siento, no queda nada. Se vendió todo, respondió el empleado, quien le contó que cuando la gente se enteró del cierre se volcó masivamente a comprar el stock que quedaba.

Las guitarras que originalmente superaban el millón de pesos habían sido rebajadas a $700.000 para, pese a la pérdida del negocio, hacerse de algo de dinero.

Damián sintió tal sensación de desánimo, que decidió contarle su historia al vendedor y la necesidad que tenía de comprar una guitarra.

Al escuchar la historia, el empleado se quedó pensativo por un momento y le señaló una guitarra que estaba colgada, más como decoración que para la venta.

-Tengo esta, pero tiene algunos problemas, tiene trasteos y otros defectos, le dijo.

Sin dudarlo, Damián le dijo que se la llevaría, pensando por dentro que todos esos defectos podrían repararlos algún lutier.

Negociaron el precio, muy por debajo de lo que se habían vendido estos instrumentos los días anteriores, y llegaron a un acuerdo. El vendedor se lamentó de que ni siquiera le podía vender una funda, porque ni eso quedaba. Y así envuelta en una bolsa Damián salió del local con la satisfacción de quien consigue un incunable.

Mientras estuvo en la tienda, otros vecinos entraron a saludar o a preguntar si quedaba algo, pero la atmósfera estaba cargada de melancolía y despedida. Damián trató de ser cálido con la gente del local y charlar con los comerciantes, pero no había ánimo. La sensación de que Antigua Casa Nuñez estaba a punto de cerrar lo dejó con un nudo en el estómago. Se subió a un taxi y partió rumbo a Flores para dejar este bien preciado en mejores manos.

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