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Furias futuras, ¿a qué plazo?, por Mirko Lauer


                                 Furias futuras, ¿a qué plazo?, por Mirko Lauer

Las investigaciones sobre la matanza que marcó el inicio de este gobierno están avanzando, y surge la pregunta sobre quién asumirá las consecuencias: ¿Dina Boluarte y su equipo o los uniformados implicados? La posibilidad de que militares y policías reciban condenas mientras los funcionarios políticos quedan impunes plantea un escenario tenso y complejo.

Hay quienes buscan, con ojos de lince, señales de cambio en una situación política que le gusta a muy pocos. Algunos analistas ven en la nueva actitud de la fiscalía, de los sindicatos o de los gremios empresariales el inicio de una sublevación. En todo caso, el choque de fiscales y congresistas va a tener consecuencias.

Otros analistas están viendo un cambio significativo en el avance de las investigaciones –legales y periodísticas- de la matanza con que se inauguró este gobierno. El tema de esto está en quién tiene que asumir las consecuencias, ¿Dina Boluarte y su primer elenco, o los uniformados que participaron? Y si ambos, ¿cómo?

¿Aceptarán los militares y policías soportar condenas, necesariamente draconianas, mientras Boluarte y su primer ministro de ese tiempo quedan libres de polvo y paja? No parece un escenario muy posible, aun si la troika del Congreso quiere salvar a sus agentes en el Ejecutivo. Pero a la vez, ¿quién quiere pelearse a muerte con la Fuerza Armada?

El dibujante Carlos Tovar, importante analista a su manera, percibe en las sobonerías ministeriales de estos días el hálito de una Dina Boluarte que quiere reelegirse. Esta sola posibilidad ya es de por sí bastante desestabilizadora de la política camino del segundo semestre. Nótese que el tono del Ejecutivo ha cambiado algo.

Es verdad que la suma de señales ominosas no equivale a una sublevación. En estos días ni siquiera anuncia una suerte de Marcha de los Cuatro Suyos a cortísimo plazo. Pero a la vez es cierto que los molestos y los disgustados contra una mayoría del Congreso predominan en el discurso político, como una pre-sublevación desde la palabra.

Los grandes cambios se anuncian mediante pequeños cambios, y quizás los detectados en estos días sean ese tipo de advertencia. Por lo pronto la debacle en todas las encuestas no lo ha sido. Pero quizás el oficialismo sabe cosas que los demás ignoramos, y está respondiendo a las críticas con particular furia.

El Primer Ministro, que peleaba el puesto de vocero, ha cumplido sus sueños. Ahora es un anti-opositor casi cotidiano, dedicado a relativizar las encuestas, ensalzar a la presidenta, cantar los méritos del gobierno. Son pocos los ministros que se están eximiendo de ese tipo de conducta.

¿Y la sublevación? Quizás se necesita más paciencia o más impaciencia. O leer mejor las señales.

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