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De Raúl a la ruina: la decadencia del Schalke

Abc.es 
Gelsenkirchen espera ya a España e Italia, que se enfrentan este jueves (21.00 horas, TVE) en la segunda jornada del grupo B de la Eurocopa. Lo harán en el Veltins-Arena, uno de los mejores estadios de Alemania, con capacidad para 62.000 aficionados. Es la casa del Schalke , un histórico equipo del país teutón, erróneamente vinculado a Hitler, en el que jugó Raúl entre 2010 y 2012 y que ahora vive el momento más delicado de sus 120 años de historia. Tan delicado que esta temporada ha estado cerca de bajar a Tercera, lo que le habría acercado a su desaparición. De momento, sigue con vida, pero con mucho trabajo por delante para salir de la runa en la que anda metido, cuantificada en una deuda de 160 millones de euros. El Schalke es el tercer equipo de Alemania en cuanto a número de socios (180.000) , solo por detrás del Borussia Dortmund (202.000) y del Bayern de Múnich (316.000). Fue el primer equipo germano en ganar el doblete, en 1937, y tiene un palmarés considerable: 7 Bundesligas, 5 Copas, 1 UEFA o 2 Intertotos, entre otros títulos. Y uno que no lo fue, pero casi: las semifinales de Champions de la temporada 2010-2011, el mejor resultado en la competición del equipo minero. Allí estaba Raúl, junto a Draxler, Neur, Rakitic, Farfán, Huntelaar… Un señor equipo que temporada tras temporada daba que hablar en Europa y en su país. De aquello, ya solo quedan las cenizas. En apenas diez años, el Schalke ha pasado de vivir su época dorada a intentar evitar su desaparición: «Una mala planificación deportiva, una peor gestión del club, la pérdida de un patrocinador tan importante como Gazprom , el cambio de Umbro por Adidas, una cantera desaprovechada. Todo ha salido mal en los últimos años», explica Maria Candelario, una extremeña que es socia del Schalke, además de periodista especializada en el fútbol alemán. La invasión rusa de Ucrania provocó que el equipo minero tuviera que deshacerse de su mayor sponsor, la gasista Gazprom, que aportaba 20 millones de euros anuales y cuyo nombre aparecía por todos lados. Camiseta, ropa de entrenamiento, estadio, autobuses y trenes de la ciudad… Hubo que cambiarlo todo de un día para otro y buscar nuevas vías de financiación, pero muy alejadas de lo que pagaba Gasprom. Vivawest , empresa alemana del sector inmobiliario, fue la que suplió a la empresa rusa. La noche y el día, claro. También el fin de la relación con Adidas , en 2018, ruptura que generó mucha polémica entre los socios, agujereó las cuentas del club. El Schalke se fue con Umbro durante cuatro años, hasta que volvió a unirse al gigante alemán, pero por el camino perdió bastante dinero. El acuerdo actual, hasta 2027, está firmado a través de '11teamsports', que es la segunda división de Adidas: «También fue un tema de identidad. Adidas siempre ha estado vinculado al fútbol de este país. Aquel movimiento nadie lo entendió», explica Candelario. La pandemia también hizo daño al Schalke. Clemens Tönnies , el presidente del Consejo y uno de los empresarios más potentes de Alemania, propietario de uno de los mayores mataderos de Europa, había acudido al rescate de su equipo las veces que había sido necesario cuando las cuentas no salían del todo bien. Fue así, por ejemplo, cuando se construyó el Veltins Arena, inaugurado en 2001, cuyo coste se disparó a 190 millones de euros. Tönnies avalaba y ponía dinero de su bolsillo sin pedir nada a cambio, pero en 2020, en plena pandemia, se vio obligado a salir del club por acusaciones racistas. No fueron las únicas. También se le acusó de explotación y malas condiciones laborales e higiénicas en su matadero, tema más delicado que nunca durante el coronavirus: «Aún así, en la situación actual, se llegó a pensar en él para que echara una mano para solucionar la deuda de Schalke, pero finalmente no se le ha pedido ayuda», desvela María. Si en los despachos se han hecho mal las cosas, sobre el verde ha sido todavía peor. Desde julio de 2014, el Schalke ha tenido 17 entrenadores y 6 directores deportivos. Aquel equipazo liderado por Raúl no se le supo dar continuidad. Se ficharon jugadores a precio de oro, con altas fichas y su rendimiento fue deficiente. Ahí están los casos de Embolo, el fichaje más caro del Schalke (26.5 millones), Bentaleb (19) Sebastian Rudy (16), Kabak (15), Konoplyanka (12), Geis (10.5) Boateng (10) o Benito Raman (10): «A casi todos estos jugadores se les pagaban entre tres y cuatro millones de euros, que eso es un dineral en la Bundesliga. Acabaron quitándoselos de en medio a coste cero, porque aquí se infravaloraron, con tal de no tener que pagar esas elevadas nóminas». En la foto de este desastre deportivo salen tres directores deportivos: Rouven Schröder , ahora en el RB Leipzig, Horst Heldt , actualmente en el Unión Berlín, y Christian Heidel , que milita en estos momentos en el Mainz. Ninguno de ellos dio con la tecla y, sucesivamente, fueron metiendo al Schalke en una decadencia deportiva que han pagado con dos descensos en tres años. Malas decisiones a las que hay que sumar la falta de confianza en la cantera, algo extraño teniendo en cuenta la calidad de la misma: «Goretzka, Kolasinac, Joel Matip, Alexander Nübel, Max Meyer… Todos estos jugadores han salido de aquí, de Gelsenkirchen, a coste cero. Y mira qué buenos son», explica Candelario. El caso más sangrante es el de Leroy Sané , estrella del Bayern y de la selección. Costó que se apostase por él para el primer equipo, a pesar de las carencias del mismo y del nivelazo que mostraba en la cantera, y cuando rompió, en la temporada 15-16, fue vendido al City por 45 millones de euros. Una buena venta en lo económico, sin duda, pero luego malgastada en jugadores de mucho menos nivel que él: «Los canteranos se dan cuenta de la inestabilidad del club y de la poca paciencia que hay con ellos, y en cuanto destacan un poco ya piensan en irse porque saben que aquí no se les cuidará como se debería», sentencia María. De Raúl a la ruina deportiva y económica. Es la decadencia del Schalke.

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