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La Orquesta de Valencia más mediática para un espectacular programa

Abc.es 
Prácticamente llena recibió la sala Iturbi a la Orquesta de Valencia , solistas y coros en un concierto extraordinario que ya tuvo lugar, con excepción del Bolero, un día antes, lo que nos indica que hay público para doblar, cada temporada, varios de los abonos de nuestra formación. Sobre los atriles un programa con sabor a éxito antes de que sonara una nota, un éxito que se produjo sin paliativos en las tres obras que fueron compuestas en un abanico de tiempo de apenas once años pero completamente disímil una de otra. Hay que mencionar una circunstancia importante: el concierto fue grabado para el canal Arte por la prestigiosa compañía Accentus Music , especializada en la grabación de conciertos. Felicitar a la dirección del Palau así como a la dirección artística, el maestro Liebreich por este logro, nada fácil en este competitivo y exigente mundo, circunstancia que supondrá un impulso mediático para nuestra orquesta al poderse visionar este concierto en cualquier parte del mundo. El concierto de Aranjuez, escrito en 1939 por Joaquín Rodrigo , tantas veces escuchado en esta sala recibió una lectura correcta por todos los intervinientes, aunque con matices. Quizás hubo algo de exceso de volumen orquestal para una obra que tiene una vocación más camerística, no obstante Liebreich se afanó en lograr una versión en la que todo estuviera en su sitio y ese propósito sí se logró. Vidovic interpretó la obra amplificando su guitarra, una circunstancia que se produce en las no pocas ocasiones que se interpreta una obra con acompañamiento orquestal en una gran sala dado el limitado espectro sonoro de la guitarra española. Si la amplificación que se lleva a cabo es buena técnicamente, y se tienen en cuenta las dinámicas de orquesta en relación con el solista como en este caso así lo fue, no lo percibo como un especial inconveniente. No amplificar en la sala Iturbi esta obra quizás hubiera presentado otra clase de problemas. En cuanto a la interpretación, Vidovic es una guitarrista limpia, virtuosa y disfrutable, sin embargo se echó en falta el encanto que demandan estos compases empleando una más variada flexibilidad rítmica en los fraseos dentro de los tempi elegidos, así como en las dinámicas, lo que le restó expresividad y acento español. En la vertiente opuesta al legendario Narciso Yepes , Vidovic jugó poco en el célebre adagio con la pulsación sobre la boca o más hacia el puente por lo que los colores y la tímbrica fue algo monótona. Fabulosa, en su célebre solo del adagio, Lola Cases , la solista de corno, así como en el violonchelo de Mariano García en su breve intervención en el allegro con que se inicia la partitura. La interpretación fue premiada con un intenso aplauso lo que la llevó a interpretar como propina el celebérrimo Romance Anónimo. Tras ello, un Bolero de Ravel de buen pulso rítmico por parte de Liebreich , excelentemente tocado por la orquesta y también por sus primeros atriles en los sucesivos y expuestos solos, pero al que le faltó en las últimas repeticiones algo de brillantez e incluso volumen. Quizás faltó una f más en la última de las repeticiones con las que concluye la obra en un estallido en medio de un clima de frenesí controlado. Mención especial al solista de caja, Lluís Osca, que llevó el crescendo desde el piano al forte con maestría y aplomo. Con un preciso golpe de timbal en fortíssimo del percusionista de la formación Javier Eguillor , sensacional, siempre atento en la variedad rítmica que se despliega a lo largo y ancho de la amplia y popularísima partitura que es la cantata Carmina Burana, se iniciaba la parte más interesante del programa con una lectura memorable y espectacular de una obra que, como pudo apreciarse, el maestro Liebreich conoce a la perfección lo que se notó con una lectura que sacó a relucir los hallazgos musicales de esta obra única en su género. El primer número de esta partitura compuesta por Orff entre 1935 y 1936, ese estremecedor contrapunto entre el coro y las maderas y pianos «Semper crescis, aut decrecis…», es sin duda una de las bandas sonoras del siglo pasado y uno de los más espectaculares inicios del sinfonismo de la pasada centuria junto con el Zaratustra de Richard Strauss . El Orfeón Pamplonés no es ni mucho menos el Cor de la Generalitat o, por supuesto, el de la Radiodifusión Bávara, pero es un digno conjunto, con sus pequeñas carencias, que abordó con solvencia y entusiasmo esta exigente partitura. Muy bien estuvo también la Escolanía en su más limitado cometido. Excelente también el trío solista con el tenor ligero navarro Joaquín Asiain, que ha abordado en papel en doscientas ocasiones, la soprano catalana Sara Blanch estuvo valiente en su bella intervención y el barítono portugués André Baleiro lució nobleza y control en la voz, estos dos últimos también magníficos en sus comprometidos roles. El éxito fue grande, con una sala puesta en pie. No fue para menos. Ficha artística Sábado 15 de junio de 2024 Palau de la Música de Valencia Obras de Rodrigo, Ravel y Orff Orfeón Pamplonés Escolanía de Nuestra Señora de los Desamparados Ana Vidovic, guitarra española Sara Blanch, soprano; Joaquín Asiáin, tenor; André Baleiro, barítono Orquesta de Valencia Alexander Liebreich, director musical

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