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Voluntarios y usuarios de Cruz Roja en Córdoba: «Me gusta hacer todo el bien que pueda»

Abc.es 

La pandemia y el confinamiento dejaron a José Rafael Valverde y a su familia con pocas ganas de aplaudir a nadie . Perdió su trabajo, su esposa tuvo que cerrar su negocio y de pronto se encontraron con una situación muy dura, sin capacidad para obtener ingresos con los que salir adelante. Su voz y su rostro son uno de los ejemplos del trabajo que hace Cruz Roja con las personas que se encuentran en riesgo de vulnerabilidad y que no tienen cómo salir adelante. Este jueves lo contó en la presentación de los datos de actividad del año 2023. «Lo pasamos muy mal, pero acudí a Cruz Roja y estuve un año formándome», cuenta. Adquirió nuevas habilidades como o perador de fábrica y desde hace un año está trabajando en una empresa. Ha salido de la situación por la que pasó, pero todavía se apura cuando lo recuerda. Su «cambio radical» llegó por la ayuda en la que le proporcionaron la oportunidad para hacer frente a la situación, obtener el carné para nuevos trabajos y con eso mejorar la empleabilidad . Ahora este padre de dos hijos puede sacar adelante su casa. El caso de Carmen Serrano es distinto. Su taller es el de Costura y Memoria y le sirve para tener contacto con otras personas. Tiene marido, hijos y nietos, pero al fallecer su suegra, a la que había cuidado durante muchos años, se abrió una nueva etapa a la que no fue tan fácil adaptarse. Por eso comenzó acudiendo a reuniones en su barrio, el Guadalquivir, y luego a la asamblea local , y es feliz de prestar ayuda y de que se la presten, porque las actividades permiten que todo el mundo se haga compañía y esté contento. «Me gusta hacer todo el bien que pueda», resumió. Y eso hace también Paula Hernández Alvarado , que en la ayuda que le prestaron encontró también la vocación de ayudar. Llegó hace pocos años a España desde Perú, en busca de mejores perspectivas. «En Madrid me robaron el bolso con documentación y tarjetas, y me quedé sin nada», explicó. Ya en Córdoba hubo unas monjas que la ayudaron y le dieron algunos víveres para salir adelante, pero al encontrar trabajo decidió que debía entregar esa comida a personas que lo necesitaran. «La daba a quienes veía en la calle, pero alguien de Cruz Roja me animó a hacerlo con ellos», afirmó. Así que en los ratos libres de su trabajo, como interna en una casa en que cuida a personas mayores y hace las tareas del hogar, desempeña tareas administrativas en Cruz Roja, más propias de su formación, porque en Perú trabajaba en créditos y cobranzas. Ahora ayuda a preparar el currículum o la forma de afrontar una entrevista de trabajo. «Todo pasa por algo, porque si no me hubieran robado no me habrían ayudado las monjas y no habría llegado a la Cruz Roja», afirma Paula Hernández, que trabaja para que su hija termine en su país sus estudios de Psicología .

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